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María Mercedes Zambrano

Publicado, 15-08-2006

Las bacterias, y en general los microorganismos son su pasión. La caleña María Mercedes Zambrano los busca en diferentes ambientes con sofisticadas tecnologías de biología molecular y se ha dedicado a conocer las ‘personalidades’ de algunos de ellos.

María Mercedes Zambrano
Perfil elaborado en julio de 2006

Quiso estudiar medicina en Colombia, pero terminó en Wellesley College, en Massachussets, (EEUU) estudiando biología. Pero eso no ha sido una frustración para esta caleña práctica y a la vez soñadora, de pelo corto y respuestas rápidas. “No puedo pensar en un trabajo que me guste más”, dice. Hoy en día se dedica a la biología molecular de microorganismos.

María Mercedes Zambrano es directora científica de la Corporación Corpogén, entidad que creó junto con otros colegas suyos, entre ellos con su gran amiga y colega Patrícia del Portillo, con quien le ha tocado no solamente hacer investigación sino mantener su empresa a flote, en un país donde la ciencia no es una prioridad y la consecución de recursos es toda una odisea.

Viene además mal acostumbrada porque no solamente hizo el pregrado en Estados Unidos, sino también su doctorado en Microbiología y Genética Molecular en la Universidad de Harvard, donde hay todas las facilidades para hacer investigación, y además el diálogo entre pares es una práctica cotidiana y enriquecedora. La realidad colombiana es otra.

“Lo que me gusta de las universidades gringas”, dice, “es que tienen de todo”. Durante el pregrado, sin dejar de lado las materias correspondientes a biología, y consciente de que no quería dedicarse al laboratorio exclusivamente, al menos no en ese entonces, tuvo la oportunidad de tomar cursos de filosofía, literatura y arte. No perdió el tiempo. Se metió a cuanto curso interesante ofrecía la universidad.

Su experiencia en Harvard fue igualmente estimulante, aunque no por la misma razón. “En cualquier universidad de Estados Unidos se organizan reuniones de resultados de investigación, donde hay estudiantes de pregrado, pero también de postdoctorado, también hay reuniones de departamento con 50 personas, todos con PhD, todos con una gran experiencia, entonces ellos pueden captar pequeños errores, hacer énfasis en algunas cosas que de pronto uno no ha notado y dar orientaciones... esa retroalimentación aquí no la tenemos y eso me hace mucha falta”, dice.

{* title=Las bacterias son su debilidad}
Las bacterias son su debilidad


Cuando se graduó de bióloga regresó al país y trabajó en el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios, dirigido por Manuel Elkin Patarroyo en Bogotá. Allí aterrizó en la realidad, primero porque ahora si le tocó empezar a dedicar muchas de sus horas a la práctica de laboratorio. Y segundo porque las condiciones eran diferentes a las que estaba acostumbrada. Aterrizó en la realidad colombiana. Lo que más recuerda es que le tocó “aprender a ser ingenioso con los recursos”. Era otra manera de hacer investigación, muy lejana a la experiencia que había tenido.

A medida que pasaban los días sentía más la necesidad de hacer su doctorado. Aplicó al Harvard Medical School y se fue de nuevo hacia los Estados Unidos. “Entré a un programa donde existían tres departamentos: bioquímica, genética y microbiología y escogí el de genética”, recuerda, pero con el tiempo se dio cuenta que su camino no era por ahí. “Estando en esas, tomé una clase de genética microbiana, de bacterias y me pareció lo máximo. Las bacterias (y las levaduras) como sistema para aprender genética, es como tener una caja negra y usted no sabe lo que hay adentro, entonces les hace cosquillas por fuera y dependiendo de cómo responden uno puede saber si hay algo dentro que está fallando... Es como resolver un rompecabezas”.

Desde entonces se ha dedicado a la genética de microorganismos, siendo las bacterias sus preferidas. En el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios había trabajado con el Plasmodium falciparum, pero lo dejó pronto. Se dedicó a estudiar la Escherichia coli, tema de su tesis de doctorado, y luego pasó a conocer todas las facetas del Mycobacterium tuberculosis. “Lo que me gusta es ver cómo reaccionan frente a diferentes circunstancias, porqué son diferentes los unos de los otros, qué es lo que define que un microorganismo pueda ser patogénico y el otro no, ese tipo de preguntas son las que me interesan. La gente descubre pedacitos del rompecabezas pero todavía falta mucho”, explica.

{* title=La diversidad microbiana}
La diversidad microbiana


De nuevo en Colombia, volvió al Instituto de Inmunología, un par de años más, hasta que se unió a otros microbiólogos con quienes se lanzó a generar empresa, para lo cual se acogieron al apoyo de la Incubadora de Empresas, y nació Corpogen en 1996.

Han sobrevivido. “Es un complique porque aquí siempre vive uno al borde del abismo. Nunca hay suficientes recursos para poder realmente planear cosas a largo plazo, porque todo depende de cómo van cambiando las políticas, de la financiación, de los intereses del país. Además aquí todo es mucho más caro porque toca importarlo”.

De todos los que crearon Corpogen sólo quedan dos: Mechas y Patricia, así, con sus nombres de pila, porque así son: descomplicadas y sencillas, al tiempo que con gran reconocimiento a nivel nacional e internacional.

Actualmente lidera varios grupos de investigación en temas como la diversidad microbiana, la tuberculosis, el cromo y la Klebsiella pneumoniae. Los grupos actúan como semilleros para formar investigadores, muchos de ellos son estudiantes de pregrado y postgrado a quienes dirige sus tesis. Complementa su trabajo de investigación con las clases que dicta en la Universidad de los Andes.

“El proyecto que más me emociona en este momento es el de diversidad microbiana, la exploración de nuevos ambientes, porque de eso no se sabe nada. Los otros proyectos son más satisfactorios en el sentido de que se obtiene más información en menos tiempo, digamos con tuberculosis trabajamos con grupos superinteresantes en Europa y la cantidad de información y de técnicas que estamos aprendiendo son muy buenas, pero a mi me parece más chévere el otro porque nadie lo ha hecho en Colombia. Cualquier ambiente que uno escoja es novedoso”, remata.

Lo novedoso de este proyecto es la utilización de técnicas de biología molecular para identificar la población microbiana por medio de la extracción de su ADN. Han iniciado la investigación en diferentes puntos del río Bogotá, encontrando nueva información sobre la relación que existe entre los diferentes microorganismos que lo habitan e incluso identificando grupos bacterianos difíciles de detectar con técnicas tradicionales de cultivo.

A través de la amplificación de ciertos genes indicativos de comportamientos y propiedades de las bacterias, han concluido que algunas de esas bacterias están presentes en los sitios contaminados para ayudar a equilibrar el impacto de las sustancias contaminantes, lo que significa que podrán actuar como bacterias biorremediadoras, es decir útiles para la descontaminación.

{* title=La comunidad científica colombiana}
La comunidad científica colombiana


Mechas ya está tan adaptada a la dinámica poblacional de sus microorganismos, como a la que se vive en el seno de la comunidad científica colombiana. Sueña como investigadora con generar conocimiento nuevo, pero al mismo tiempo la trasnocha la precaria situación de la investigación en el país y busca alternativas para fomentarla.

Fortalecer el sistema de investigación, crear condiciones para que quienes hacen sus doctorados en el exterior regresen al país, mejorar los doctorados que se ofrecen a nivel nacional, son algunos de los temas que la desvelan. Ha empezado a dedicar parte de su tiempo a ‘botar corriente’ en ese sentido. “Yo creo que habría que crear un ambiente propicio entre el gobierno, la empresa privada, las instituciones, las universidades, para formar como un momentum, el momento propicio en el que el país se decida”.

Por eso no se arrepiente de haber regresado al país. Sin haber dejado de estar vinculada con la Universidad de Harvard, no duda que su lugar está aquí. “Si uno se queda allá de pronto la hoja de vida hubiera sido mucho mejor, llena de publicaciones, trabajando con las últimas tecnologías de punta, es verdad. Pero uno hubiera sido uno más de tantos miles de allá que son buenísimos, en cambio acá uno definitivamente abre camino”.




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