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Julio Silva Colmenares

Publicado, 06-11-2007

Cuando Julio Silva-Colmenares propuso en el año 2003 a la Universidad Autónoma de Colombia la creación del Observatorio sobre Desarrollo Humano en Colombia, planteó que su soporte básico sería la concepción integral del desarrollo humano (…) Con esa misma idea se definieron áreas de trabajo tan específicas y concretas como salud, educación y vivienda, pero también otras más genéricas y abstractas como libertad y felicidad, pero determinantes para el desarrollo humano, como lo explica en el artículo Felicidad: Categoría científica en «construcción», publicado en el Boletín No. 15 del Observatorio.

Julio Silva Colmenares
Perfil elaborado en noviembre de 2007

Este es el nuevo campo de investigación en que se mueve Silva-Colmenares, administrador de empresas, contador público, PhD en Economía (summa cum laude) de la Escuela Superior de Economía de Berlín y doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Rostock (Alemana). Puede decirse que ha estudiado de cabo a rabo los problemas teóricos y prácticos del desarrollo, en toda su extensión, tanto en el plano colombiano como internacional, incluidos aspectos empresariales y laborales. En pocas palabras, una eminencia de las ciencias económicas en nuestro país, pues es un investigador innato, nombrado profesor emérito y director del Observatorio sobre Desarrollo Humano en Colombia de la Universidad Autónoma de Colombia, fundador, miembro de número y coordinador de la Comisión sobre Problemas del Desarrollo y, en la actualidad, vicepresidente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas.

Aunque su vida de escritor público la inició con artículos sobre temas empresariales publicados en varias revistas, dada su experiencia inicial como ejecutivo en el sector privado, pronto entendió que esta vida no lo satisfacía y se dedicó de lleno a la enseñanza universitaria y la investigación socio-económica, actividad a la que ha dedicado su vida desde mediados de los años setenta del siglo pasado.

Su nombre empezó a figurar cuando en 1977 escribió el libro “Los Verdaderos Dueños del País. Oligarquía y Monopolios en Colombia”, obra que causó revuelo en la época y de gran difusión en los medios académicos. Por primera vez se realizaba en el país una investigación sistemática sobre el poder de los grandes grupos económicos y de cómo éstos utilizaban el poder del Estado para fortalecerse. “Fue un trabajo de tres años recogiendo información desde finales del siglo 19 y principios del 20, época en que empezaron los monopolios en Colombia; podría decirse que el capitalismo colombiano no tuvo un período de libre competencia, como en el modelo clásico, y los monopolios nacieron al amparo de un Estado privilegiativo”, recuerda el profesor Silva-Colmenares. Este libro se tradujo al ruso y salió a la luz en Moscú en 1981. La segunda parte de esta historia se encuentra en el libro “El Gran Capital en Colombia. Proyección al siglo XXI”, publicado en Bogotá en 2004.

Algo parecido ocurrió con otro libro, “Tras la Máscara del Subdesarrollo: Dependencia y Monopolios”, publicado en Bogotá en 1983, trabajo presentado para obtener el título de PhD en Economía en la Escuela Superior de Economía de Berlín, en ese mismo año. En este libro, continuación teórica de “Los Verdaderos Dueños…, se afianza la concepción de que en países como Colombia y otros similares, a pesar del atraso o subdesarrollo y la dependencia, podía surgir el capital monopolista y su máxima expresión, la oligarquía financiera. “En los medios académicos del todavía existente bloque socialista se pensaba que el capitalismo monopolista solo se daba en países como Estados Unidos, Alemania, Francia o Gran Bretaña –siguiendo una aplicación muy ortodoxa del pensamiento de Marx y Lenin--, con lo cual yo no estaba de acuerdo por conocer bien el desarrollo colombiano y de otros países similares; el propósito del libro era demostrar ese error, sobre todo de los soviéticos”, explica. Ha publicado siete libros más, 14 folletos, más de 200 artículos científicos y es coautor o colaborador en 18 libros.

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Investigar sobre felicidad, un tema extraño pero apasionante

Desde los primeros años del siglo 21 el profesor Silva-Colmenares ha adicionado a su trabajo otra área de investigación: la felicidad. “Sin duda, hablar de felicidad en algunos medios académicos todavía suena extraño, pues se le considera un asunto superficial o banal”; sin embargo cuando en febrero de 2005 presentó en un encuentro internacional en La Habana una ponencia sobre la “Utopía posible” de ese nuevo modo de desarrollo humano, recibió con gran agrado un comentario del escritor cubano Eduardo Montes de Oca, quien publicó un artículo titulado “Utopía no es una mala palabra”, para reconocer que la humanidad todavía vive de sueños como ése. Eso lo hizo muy feliz.

Como es natural, y por lo complejo que resulta trabajar sobre un tema tan subjetivo e íntimo como la felicidad, y que sólo desde hace poco es objeto de investigación científica sistemática, el profesor Silva-Colmenares insiste en que todavía existe mucha discusión al respecto y, sobre todo, resultados paradójicos. “Podríamos hablar por ejemplo de la relación entre ingresos personales y felicidad. Una encuesta realizada en 2004 en Estados Unidos reveló que el 43% de las personas con ingresos familiares de 90 mil dólares al año o más declararon ser “muy felices”, frente a 22% de aquellas con ingresos por debajo de 20 mil dólares anuales. Esta percepción global es comprensible en un país que tiene uno de los más altos y sofisticados niveles de consumo. Pero en un país pobre, como Colombia, las respuestas de las personas pobres pueden ser muy diferentes; en una encuesta realizada por la Universidad Autónoma de Colombia en algunos hogares de estrato 1 y 2 de Bogotá, donde el 90% ganaba menos del salario mínimo legal, más del 50% de las personas respondió que se encontraba “muy satisfecho” con su vida y casi el 35% respondió que “relativamente satisfecho”. Estas respuestas paradojales deben estudiarse más”, explica.

Y no es que a Julio Silva-Colmenares se le haya ocurrido de la noche a la mañana investigar sobre la felicidad. Varios premios Nóbel, de diferentes ciencias y profesores de reconocidas universidades estadounidenses y de Gran Bretaña, para mencionar dos países, han trabajado sobre la materia. “Ingresos adicionales producen felicidad adicional significativa si uno es pobre, pero generan muy poca felicidad adicional a medida que se va subiendo en el nivel de ingresos”, dice Richard Layard, de The London School of Economics. Han sido tan raros y contradictorios los resultados que ha encontrado en el transcurso de su trabajo, que uno en particular le causó gran curiosidad. “Está más o menos comprobado que la felicidad con respecto a la edad de uno tiene una curva en forma de U alargada. Cuando comienzas la vida eres feliz y a medida que avanzas vienen las complicaciones de la adolescencia, el trabajo, las deudas, las responsabilidades, el matrimonio; pero en la adultez y la vejez vuelve a existir la tranquilidad de haber pasado por la vida como se quiso ser”, y sonríe porque a sus 69 años (nació en Cúcuta en 1938), dice con desparpajo que es una persona muy feliz.

Gracias a esta ‘maravillosa palabra’, como él la llama, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) se interesó en trabajar el tema, junto con el Observatorio sobre Desarrollo Humano en Colombia. La idea es realizar una revisión exploratoria respecto a la concepción que distintas ciencias y corrientes del pensamiento tienen sobre la felicidad y la posibilidad que se le considere como una categoría científica en «construcción», así como sobre los factores sociales e individuales que la explican y los efectos sobre la vida de las personas y el desarrollo de las sociedades. Este convenio lo tiene emocionado, porque es la oportunidad para analizar a la felicidad como unos de los fundamentos de un nuevo paradigma del desarrollo.

Pero no solo la felicidad es el tema que lo trasnocha. Por iniciativa suya se acaba de crear el Observatorio Colombiano Sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, un proyecto de las universidades Piloto, La Salle, Los Libertadores y Autónoma de Colombia, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que tiene como objetivo realizar una observación científica permanente sobre el cumplimiento de las metas y estrategias relacionadas con los Objetivos de Desarrollo del Milenio fijadas por las Naciones Unidas, y que en el caso colombiano fueron aprobadas por el documento Conpes 091 de marzo de 2005. Según el profesor Silva-Colmenares, “con este Observatorio se busca estimular la discusión científica sobre los aspectos teóricos y prácticos involucrados con la definición, medición y evaluación de las metas y estrategias del milenio, así como divulgar los resultados del seguimiento puntual de éstas”.

{* title=De la literatura a las Ciencias Económicas}
De la literatura a las Ciencias Económicas
Las aspiraciones de Silva-Colmenares eran muy distintas cuando tenía menos de 20 años. En su mente no estaba estudiar ciencias económicas y, al contrario, él mismo se definía en la década de los cincuenta como literato, poeta, cuentista y teatrero. Pero atrás quedaron esos anhelos y decidió viajar a Bogotá para estudiar algo que permitiese mejorar la difícil situación económica de su familia. “No había mucho de donde escoger”, recuerda el investigador, así que decidió estudiar una carrera que no le saliera muy costosa. Luego ingresó a un grupo empresarial familiar grande, como asistente del Gerente Regional en Bogotá. Fue tan destacado su trabajo, que dos años después lo nombraron como Gerente Administrativo y Financiero en una de las empresas de la Costa Atlántica. Viajó allí con su recién conformada familia y su primera hija, pero no aguantó sino dos años. Era una época en donde empezaba a estudiar a Marx, Engels y otros teóricos del socialismo y la dialéctica materialista, lo que entraba en contradicción con su trabajo. Decidió renunciar y volver a Bogotá para adentrarse en las aulas universitarias y de paso seguir con sus lecturas literarias y sociales, cada vez más interesantes para él.

Bogotá, si bien no es su ciudad natal, siempre lo ha acogido y allí vio crecer a sus tres hijos. Nivia Beatriz, médica que vive en Dubai, Emiratos Árabes, con su esposo, un médico de Sri Lanka, y dos hijos; Julio Miguel, economista, experto y analista en los temas de desarrollo urbano y medio ambiente, y Juan Sebastián, en la actualidad estudiante de ingeniería electrónica. Sus dos hijos hombres, quizá por aquello de la herencia paterna literaria, se preocupan bastante por redactar bien al escribir, lo que cada vez es menos frecuente en estudiantes y profesionales universitarios. Incluso el primero ganó un premio latinoamericano de ensayo económico. Ellos son su vida y el resultado de dos matrimonios, los dos primeros con Nivia Salamanca, abogada vallecaucana, dedicada a sus negocios particulares, y el tercero con Lilia Stella Quintero, economista, magíster en Filosofía y profesora universitaria.

No es un hombre de muchas aficiones; la única que quiso reconocer es su gusto por el baile. Dice que no lo hace con frecuencia, pero que cuando puede, por nada del mundo se queda quieto, pues le gustan todos los ritmos. No es persona de muchos amigos y se distrae más bien en compañía de su familia, al son de una música bien variada, un buen trago y una charla sin trascendencia, porque cuando decide salir de las aulas y su oficina del Observatorio para descansar, prefiere los temas triviales o de la vida cotidiana.

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