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Científicos colombianos en el área de Ciencias de la Educación

Aníbal Mendoza

Publicado, 28-06-2006

Se inscribió en la universidad por pura casualidad, matando el tiempo mientras esperaba que lo recibieran en una oficina cercana. Cuando llegó a la ventanilla, una moneda decidió por él estudiar la Licenciatura en Matemáticas y Física. Hoy en día Aníbal Mendoza coordina el Grupo Eureka en la Universidad del Norte, buscando metodologías novedosas para enseñar la ciencia de manera creativa.

Aníbal Mendoza
Perfil elaborado en junio de 2006

Sin habérselo propuesto, Aníbal José Mendoza Pérez cambió el comercio entre ciudades de la región caribe colombiana por la academia. Es el mejor ejemplo de ‘las casualidades de la vida’: resulta que en sus ires y venires, llegó a Barranquilla a cobrar una plata, y al no encontrar a su deudor pensó cómo matar el tiempo mientras regresaba. Había una fila en esa misma cuadra y por curiosidad preguntó para qué era. "Es para inscribirse en la universidad" le contestaron. "Cómo va a ser", pensó, mientras se ubicaba al final.

Mendoza se había graduado en la Escuela Normal de Corozal, en Sucre. Cuando llegó a la ventanilla aún no había decidido qué estudiar, así que no tuvo más remedio que sacar una moneda. Cara significaba la licenciatura en matemáticas y física. Sello, sería biología. “Salió cara”, recuerda con picardía. “Será entonces matemáticas y física” y se inscribió.

Así se inició en una carrera universitaria que lo llevaría luego a realizar una Maestría en Educación que la Universidad del Norte ofrecía en convenio con la Universidad Javeriana, y luego el Doctorado en Educación, Currículo y Enseñanza en la Universidad de Puerto Rico, en San Juan.

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La "pregunta guía"

El profesor Mendoza coordina hoy en día el énfasis de Ciencias Naturales de la Maestría en Educación en la Universidad del Norte, en Barranquilla. Con los integrantes de su grupo de investigación, Eureka, clasificado por Colciencias en la categoría A, trabaja un nuevo método pedagógico que se basa en una pregunta guía, que también denomina "la pregunta orientadora".

Se trata de saber cómo el niño, a través de una pregunta guía, comienza a indagar, a recopilar datos e información, a analizarlos y llega a conclusiones”, explica. “Aprender de memoria no es aprender; eso es recibir información que se olvida después de un tiempo. Pero si el niño vive la experiencia, con la explicación y la orientación del docente, le quedará como un aprendizaje eficiente. Esto es lo que busca este método”.

Es una manera de utilizar las metodologías propias de la investigación científica para comprender los conceptos de la vida cotidiana. Aprender si realmente el sol sale por el oriente todas las mañanas, si tiene sentido físico pensar que los árboles se mueven cuando se ven desde un automóvil en movimiento, o esa expresión de la gente cuando dice ‘hace calor, luego va a llover’... ¿Qué contestaría? Pues a Mendoza le divierte preguntarlo, y se le ha convertido en su línea de investigación. Claro que más le interesan las respuestas que obtiene.

A raíz de un fenómeno cotidiano, uno formula preguntas a los estudiantes. Por lo general dan unas explicaciones que están muy alejadas de la explicación científica. Yo busco que el estudiante analice sus respuestas a la luz de los conceptos, de las leyes, de los principios, y puedan así explicar los fenómenos naturales que viven a diario”.

Este ‘juego’ de preguntar se le ha convertido en una propuesta pedagógica que, con un enfoque didáctico, le permite al estudiante desarrollar competencias investigativas. “En nuestra región tenemos el problema que el maestro no tiene esas competencias. Entonces cómo puede ayudar a desarrollar en el alumno competencias investigativas si él no las tiene. La propuesta va encaminada a trabajar conjuntamente con el estudiante y el docente”.

Mendoza asocia la labor investigativa a la enseñanza, principalmente en las disciplinas de matemáticas y física. “La clave de este método didáctico, es motivar al estudiante a través de preguntas y que él ahora tenga la oportunidad de preguntar. Cuando lo hacen es que están metidos en el cuento. Está buscando una explicación que no encaja con lo que están viendo como resultados en el laboratorio. Esa es la clave”.

Con su acento costeño marcado, a Mendoza no le preocupa tomarse la palabra para explicar en qué consisten sus estudios, cómo ha llegado a conclusiones que no habían sido registradas por la literatura científica. Pero su conversación es entretenida y está salpicada con preguntas frecuentes y a veces sorpresivas, que le hace a su interlocutor. Una vez formuladas, espera expectante las respuestas y las ‘codifica’ en su cerebro. Eso forma parte de sus investigaciones. A través de las preguntas “identifica las preconcepciones que tiene el estudiante con relación a los fenómenos físicos, sus teorías previas, sus concepciones alternativas. Es un enfoque poderosísimo. Cuando yo identifico y percibo las formas de pensar de la gente, puedo decirle dónde está mal, y entonces puedo orientarlo”.

{* title=El software AFIDA}
El software AFIDA

Mendoza ha diseñado un software que sirve a los profesores para que actúen como mediadores en el proceso de enseñanza aprendizaje de la física. Se llama Aprendizaje de la Física a partir de la Identificación del Desarrollo Actual de los estudiantes, AFIDA.

Para diseñar el programa se inspiró en Lev Vigotsky, un autor soviético que trabajó en la construcción de la enseñanza con base en la investigación. Toma un papel y un lápiz para explicar. A estas alturas de la entrevista ya lo ha hecho por lo menos tres veces. “Vigotsky establece que la Zona de Desarrollo Próximo es la distancia entre el nivel actual y el nivel potencial. Todos tenemos un conocimiento previo de cualquier aspecto que vayamos a aprender. Ese es el Nivel de Desarrollo Actual. Lo ideal es que el maestro jalone al estudiante para llevarlo a un Nivel de Desarrollo Potencial, o sea más avanzado”.

AFIDA permite identificar las preconcepciones de los estudiantes y sus conocimientos en cinemática, la parte de la física que estudia el movimiento sin tener en cuenta las fuerzas que lo producen. Lo reta a que entienda, a través de la experimentación, si es cierto que tiene sentido físico hablar del movimiento de los árboles cuando se les mira desde un automóvil en movimiento. El estudiante tiene que argumentar sus observaciones y hallazgos, y probar sus conclusiones con los datos que obtenga. “Entonces es muy válida esa premisa que dice ‘averigua lo que el niño sabe y enséñale en consecuencia”.

Uno de los proyectos que tengo para el nivel de la universidad y con proyección a toda la región Caribe es construir un programa que se va a llamar Programa Zona de Construcción”, dice Mendoza hablando de sus próximos pasos como investigador. “Es necesario desarrollar una cultura científica en el pueblo. La ciencia es para que la gente no siga en la ignorancia en pleno siglo XXI”. Se emociona, y continúa: “Lo que buscamos es que, ‘hombe’, aunque la ciencia no puede explicar todos los fenómenos, en esta sociedad en la que estamos viviendo, pues tenemos que acudir a la ciencia y no seguir en la ignorancia”.

{* title=Los conejillos de indias}
Los conejillos de indias

Sus estudiantes de maestría serán sus futuros colegas pero por ahora son también sus conejillos de indias y no se quejan. Es más, lo disfrutan. En una evaluación uno de ellos dijo: “el método desarrollado... me pareció muy bueno, provechoso e importante dado que brinda un enfoque diferente sobre la experiencia, apoyado en la teoría. Además permite desarrollar en el estudiante un pensamiento crítico, analítico, investigativo, científico e interpretativo frente a las diferentes situaciones diarias y también es un soporte y apoyo para distintas áreas del conocimiento que se imparten en la universidad”.

Sus hijos tampoco se han salvado de los experimentos de su padre. De hecho, la pregunta del movimiento de los árboles se la hizo su hijo Aníbal Eduardo cuando tenía unos 7 años, y recorrían la carrera 46 de Barranquilla en su Chevrolet 56, mejor conocido como “el tiburón”. Hubo una discusión de hermanos. A ella, Liany, un año mayor, le parecía obvio que no se movían porque no tenían llantas como los autos, ni patas como los animales. Aníbal Eduardo no estaba tan convencido de la respuesta. El profesor Mendoza, en este caso el papá, tuvo que ingeniárselas para explicar del modo más sencillo lo que era en esencia el carácter relativo del movimiento.

Hijo de campesinos cultivadores de tabaco en Los Palmitos, Sucre, el mayor de 8 hermanos, y el padre de dos hijos que hoy son casi profesionales, Mendoza empezó como comerciante y hoy en día construye la teoría que fundamentará este novedoso enfoque didáctico-investigativo.

Pienso hacer una recopilación de las tesis que he dirigido, donde se pueda mostrar todo el enfoque. Eso nos servirá como evidencia para justificar el Programa Zona de Construcción”, la continuación de todas sus investigaciones.

Es una actividad a la que se dedica de tiempo completo entre semana y los sábados, porque los domingos seguirá practicando el softball, en un equipo que ha sido campeón diez veces. “Dicen los compañeros que yo soy el utility del equipo”, explica, y luego aclara: “no es el que carga los bates, no. Es el que juega en todas las posiciones, juego de infield, de outfield, de catcher...



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