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Científicos colombianos en el área de Ciencias de la Educación

Carlo Federici Casa

Publicado, 16-12-2004

Con 98 años de edad, Carlo Federici Casa continúa activo en su vocación de maestro de ciudadanos tolerantes, honestos y respetuosos. La mayor lección de este estudioso de la ciencias básicas y naturales, quien revolucionó la pedagogía nacional en la década de los ochenta, es el amor y la pasión por el conocimiento y la enseñanza. (Q.e.p.d. 2005)

Carlo Federici Casa
Perfil elaborado en noviembre de 2004

Carlo Federici Casa cree con convicción en valores como el amor, el respeto y la honestidad. Su larga vida ha estado dedicada de lleno a compartir desinteresadamente sus conocimientos y las constantes interrogaciones sobre la lógica de las matemáticas, los fundamentos de la pedagogía, la ética y la racionalidad del ser humano. Muchos han sido sus discípulos, desde que en 1932 decidió entregarse por completo a la docencia en su natal Italia.

Decir que su vocación sigue intacta no es exagerado. Aún recibe con entusiasmo a los estudiantes que lo consultan y que atiende en su hogar, o en sus visitas a algunos planteles educativos de la ciudad donde conversa y aconseja a maestros y jóvenes. Al hablar con él, es posible sentir que su pasión por los números y por las ciencias trasciende a todos los campos del saber y se amplía hacia la comprensión, el cariño y la fe en las personas.

El Maestro Federici es un interlocutor siempre atento, abierto y comprometido con la palabra del otro. Con 98 años de edad, plenamente lúcido y lleno de vida, mantiene su actividad intelectual escribiendo textos especializados y reflexiones sobre el tema que más le apasiona: la lógica de las matemáticas.
Su obra es fiel a la idea de que "no somos máquinas, somos razón; por eso a los niños hay que mostrarles de dónde salen los conceptos matemáticos y permitirles vivir sus orígenes. Eso es mejor que violentarlos con abstracciones o memorizaciones que atropellan su manera natural de pensar, no hay que hacerlos repetir como si fueran micos para que luego el profesor los raje".

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Nuevos horizontes

Llegó a Colombia el 8 de abril de 1948 y sintió, como un presagio favorable, que se convertiría en su hogar. "Llevo 56 años gozando y sufriendo con los colombianos", declara. Pese a la impresión que le generó el "Bogotazo", no dudó en quedarse porque ya estaba comprometido con la Universidad Nacional de Colombia, institución que lo contactó a través de Gustavo Uribe, cónsul colombiano en Génova en ese entonces, para abonar los terrenos de la lógica y de la matemática en el país. La oferta despertó para él y su familia nuevos horizontes.

No era para menos, pues los avatares de las dos guerras mundiales siempre los habían afectado. En 1931, luego de contraer matrimonio e iniciar su carrera como docente, ésta fue interrumpida por el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1940. "La guerra es una porquería", dice mientras recuerda nítidamente el tiempo durante el cual participó en la confrontación, a pesar de que no era obligatorio para profesores. Rápidamente pidió su retiro de las filas asentadas en los Alpes porque se declaró en contra del Fascismo y de la obstinación ciega de los mandos por enviar al frente de batalla a su división, equipada desigual y precariamente con cañones antiaéreos y con soldados armados apenas con bayonetas.

El ámbito castrense ya lo había defraudado cuando, recién graduado en 1927 de la Real Universidad de Génova-Sestri, tuvo que prestar durante un año el servicio militar en una división de la artillería de montaña. Pocas fueron las experiencias agradables y solamente le dejó algunas enseñanzas técnicas útiles.
Además, siempre estuvo en desacuerdo con las arbitrariedades e irrespetos de algunos superiores o compañeros, lo que reafirmaba sus idea de que no tienen sentido las agresiones entre los seres humanos. Pero, en medio de todo, ese mismo año conoció a Iole Celle Krems, su futura esposa y gran amor de su vida, ante las olas de un mar agitado por las tormentas.

Para 1942 ya se dedicaba a la cátedra universitaria. Luego la abandonó para dictar lógica en el Liceo de Educación Media "Cristophoro Colombo" donde trabajó durante seis años. En medio de la Guerra, se incorporó a un grupo de profesores antifascistas, lo que provocó su arresto en las propias instalaciones del centro educativo por fuerzas italo-alemanas. Estuvo retenido por tres meses en una residencia estudiantil adecuada como prisión y fue torturado para declarar en contra de conocidos suyos. Tras el desembarco de las tropas norteamericanas en Liguria, recobró la libertad.

{* title=Lógica del conocimiento}
Lógica del conocimiento

Bogotá fue, pues, un giro determinante para el Maestro Federici. Entre sus primeros alumnos y amigos en la Nacional estuvieron Otto de Greiff, Leopoldo Guerra Portocarrero y Gustavo Perry, personajes que como él son legendarios en la historia de la Nacional. Con ellos instauró allí formalmente los estudios de Matemáticas y se convirtió en un permanente impulsor de la renovación en la enseñanza.

En su trabajo se caracterizó por cultivar relaciones menos impersonales con sus estudiantes y por debatir esquemas tradicionales. Para él lo fundamental en la educación es conseguir que los seres humanos dictemos las normas que nos permitan convivir. Por eso recalca que una de las leyes más importantes es no odiar al otro y en cambio oírlo, respetarlo, amarlo.

Las primeras lecciones que compartió en un improvisado "itañol" se dedicaron al estudio del origen de los números naturales, la demostración matemática de por qué las escalas musicales pueden estar compuestas por 5, 7, 12, 17, 22 o 53 notas, así como al novedoso sistema que había creado para simbolizar con mayor claridad las operaciones lógicas. Temas que todavía lo obsesionan.



El último trabajo en mención fue quizá uno de sus aportes más notables. Se publicó con el título Arquitectura matemática de la lógica de las proposiciones categóricas, el cual resultó de buscar símbolos para la notación lógica que sean más próximos a la relación que representan. Este saber, entre otros, es el que sigue compartiendo con la esperanza de contribuir a la formación de futuro pedagogos.

Otros escritos se han sido compilado en libros como Estética y matemática; Escritos del profesor Carlo Federici Casa sobre ciencia, matemática y docencia; Sobre la resolución de problemas y la numerosidad; y, Aritmética de los cardinales relatores. Reestructuración de las aritméticas de la física. Próximamente aparecerá un nuevo volumen que recopila nuevos trabajos.

{* title=Una vida para educar}
Una vida para educar

Su pasión por las ciencias naturales, la matemática, la lógica, la biofísica, la neurología, su comprensión de los problemas de la educación y una sobresaliente capacidad para relacionar versátilmente diversos saberes, lo llevaron a ocupar cátedras en diferentes facultades e institutos de investigación de la Nacional, así como en otros países de Latinoamérica.

En los años 80, el Maestro Federici organizó varios seminarios en la Facultad de Ciencias Humanas de la Nacional para discutir temas relacionados con pedagogía. Estas reuniones originaron la primera generación del llamado "Grupo Federici", del cual hicieron parte reconocidos intelectuales como Antanas Mockus, Rodolfo Llinás, Jorge Charum, Berenice Guerrero, Maria Clemencia Castro, Carlos Augusto Hernández y José Granés, entre muchos otros que llevan con orgullo la huella imborrable del maestro.
"Estábamos de acuerdo en dar la vuelta a la educación", comenta, a lo cual puede añadirse que "la lógica última del saber es la superación, la trasgresión —en su sentido etimológico—, porque la dinámica del conocimiento es que todo lo establecido debe ser superado y trascendido", como afirma en uno de sus escritos.

Nunca ha tolerado la intransigencia ni el autoritarismo en las aulas. Recuerda cómo lo impresionó cuando, siendo un niño, vio que uno de sus profesores "de cerebro acelerado pero que tenía casi problemas de psiquiatría" amenazó con abofetear a una alumna. Su protesta fue singular y discreta, pero muy diciente pues destrozó el registro de la clase vertiendo tinta en sus páginas.

Aunque nunca lo amonestaron por este acto y finalmente aquél profesor fue retirado, esta vivencia fue creando en el pequeño "Nino", como cariñosamente le llamaban por ser el menor de la familia, la imagen de cómo debe y no debe comportarse un pedagogo con sus estudiantes.

Comprendió desde muy temprano que las palabras tienen un efecto inmenso y trascendental para las personas. No duda en afirmar que "cada palabra que decimos es como si metiéramos un cuchillo en el cerebro del niño y por eso lo herimos o le causamos la ‘muerte', aunque podemos también darle mucha vida. Esto ocurre igual en el momento de encuentro de una persona con otra". Estas son las profundas enseñanzas de convivencia y amor por las que ha dedicado sus días y que trascenderán toda la vida.

El maestro Carlo Federici Casa falleció el 22 de enero de 2005.


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