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Científicos colombianos en el área de Ciencias de la Educación

Científico colombiano - Jesús Alberto Echeverri Sánchez

Publicado, 07-05-2008

Jesús Alberto Echeverri Sánchez es un docente-investigador que se ha dedicado a formar maestros de escuela y bachillerato. Uno de sus grandes proyectos fue la recuperación de las escuelas normales.

Científico colombiano - Jesús Alberto Echeverri Sánchez
Perfil elaborado en abril de 2008

Sentado en una silla en la sala de su apartamento, el licenciado en filosofía e historia Jesús Alberto Echeverri Sánchez medita una a una las respuestas de los interrogantes sobre su recorrido investigativo y docente en pedagogía y educación. Antes de contestar analiza bien las preguntas, se lleva la mano al mentón y da respuestas con datos y nombres precisos.

Comienza por aclarar términos muy propios de su área de trabajo como la educación, a la que define como una forma de transmisión social del saber, o sea, el magisterio. La educación está ligada al problema de la formación, y tiene que ver con la formación de maestros, especialmente de maestros investigadores, tarea a la que me he dedicado durante mis 33 años de vida universitaria”.

Las temáticas de investigación del profesor Alberto Echeverri son la formación de maestros, la pedagogía, la educación y su historia, así como la historia de conceptos. “He dedicado casi 10 años de mi vida a la reforma de las escuelas normales en el departamento de Antioquia y en otras regiones de Colombia, y al contacto permanente con ellas. No he trabajado intensamente la formación de maestros universitarios sino de los maestros de escuela y bachillerato”, aclara.

Al diferenciar las clases de maestros o docentes explica que el oficio del maestro de escuela y de bachillerato está mediado por el método de enseñanza y la estrategia de aprendizaje; mientras que el oficio y la transmisión del conocimiento del profesor universitario están mediados por la comunidad académica a la que pertenece y por el saber de la ciencia en que oficia directamente.

Cuando reseña su trabajo con los maestros recuerda que en los años 70 hubo un estatuto que permitió la profesionalización del maestro, es decir, una profesión como la del médico o la del ingeniero. “¡Ese fue un paso muy importante! El maestro se dotó de unas condiciones económicas, sociales y culturales que le permitieron el ejercicio de la profesión y esto dio como resultado que el maestro expresara su deseo de saber y se mostrara en el campo de la investigación. Ya en los 80 el maestro empieza a pelear por un estatuto de investigador. Es así como algunos maestros empiezan a escribir sus cartillas, otros sus biografías y memorias de la escuela, y otros más se convierten en investigadores reales”.

Este investigador de la Universidad de Antioquia también es uno de los fundadores del grupo de investigación Historia de las prácticas pedagógicas en Colombia –clasificado en la Categoría A de Colciencias– de la Facultad de Educación. Además hace 17 años, después de muchos intentos de crear publicaciones fundó en la misma Facultad la Revista Educación y Pedagogía, que lleva casi 50 ediciones. Para fundar la publicación tuvo que convencer a los profesores de la necesidad de una escritura de tipo académico que fuera evaluada por pares nacionales e internacionales, “o sea promover esa cultura de la evaluación de los artículos”, comenta y se coge su cabello que termina en una cola de caballo.

Regularmente la revista saca tres ediciones anuales y es una publicación exclusiva de artículos de pedagogía y educación (de cualquier disciplina). “Se necesitaba una revista que recogiera la producción investigativa y ensayística del profesorado nacional e internacional de las facultades de educación y de las escuelas normales”, argumenta el profesor.

Alberto Echeverri es un docente-investigador, pero reconoce que en algunas épocas ha sido netamente investigador como cuando hizo su primer libro: Santander y la instrucción pública en el siglo XIX, al que dedico tres años y medio. Dice que la mayoría de sus 33 años en la U. de A ha combinado la docencia en pregrado y posgrado la investigación, y el trabajo de campo con maestros de las escuelas normales, es decir, “otros ámbitos fuera de la universidad donde tuve nuevas experiencias”.

Dada su experiencia, manifiesta: “concibo la investigación como una manera de conocerme a mí mismo en la medida en que soy más objetivo en el tema que investigo, sea por medio de la escritura o mediante las experiencias y prácticas que se tienen en el proceso; la investigación no solo debe dar cuenta de un objeto externo al investigador sino también del investigador que realiza el acercamiento a ese objeto de estudio”.

El primer proyecto de investigación que realizó el profesor Jesús Alberto Echeverri Sánchez fue sobre filosofía y pedagogía, en 1975, dirigido por la profesora Olga Lucía Zuluaga Garcés. Su motivación a investigar fue porque en su campo de estudio “quería pensar al maestro desde otra perspectiva, darle otra dimensión como pensador, investigador o intelectual”.

Pero hay un proyecto de vida que enorgullece al profesor Alberto Echeverri, y es que hace unos 10 años comenzó a cosechar un grupo de 12 estudiantes desde que estaban en sexto año de la escuela normal y los acompañó en los últimos años de normalistas, luego en la licenciatura y ahora trabaja con ellos en la maestría. “Esta es una experiencia muy enriquecedora a largo plazo y espero que el camino continúe hasta el doctorado para terminar de formarlos como maestros investigadores”.

Como consecuencia de esta experiencia el profesor Echeverri refiere: “el estudiante es un ser muy desconocido y uno se pregunta quién es el que me oye y me escucha y cómo representa lo que yo digo y cómo represento lo que él dice y hace. El estudiante es una incógnita que lleva a tener un profundo conocimiento de uno mismo y del ser del estudiante –pero a partir del principio del respeto por el estudiante que implica distancia–, de un reconocimiento de que los procesos de enseñanza y aprendizaje deben ser muy individualizados (personalizados) con base en las diferencias de cada persona. Y sobre todo, tener en cuenta qué es lo que el estudiante desea: qué tipo de saber y de formas de acceder al conocimiento”.

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Legados pedagógicos e investigativos
En investigación el profesor Sánchez ha trabajado con destacados docentes del campo de la pedagogía en el contexto nacional como Olga Zuluaga, Víctor Zapata Villegas, Alberto Martínez Boom, Estella Restrepo, Humberto Quiceno, Alejandro Álvarez, Javier Sáenz y Óscar Saldarriaga; “con todos ellos le he dejado un legado a la comunidad colombiana como es el Archivo Pedagógico Nacional”.

Una herencia del profesor a la historia pedagógica del país es la formación de nuevos maestros “con deseo de saber, que respetan la infancia y con gran autovaloración”, señala. Además el profesor Echeverri ayudó a rescatar las escuelas normales del ostracismo y del olvido –proyecto que desarrolló en 1997– pues tendían a desaparecer del panorama nacional. Uno de los fines del proyecto fue conservar un acerbo pedagógico y metodológico y conservar una tradición fundamental para la sociedad. “Desde el punto de vista económico, las escuelas normales se constituyen en la única posibilidad de movilidad social de muchos sectores en las regiones rurales del país”.

En el área metropolitana del Valle de Aburrá (Medellín, Colombia) existen la Escuela Normal Superior de Medellín (o Escuela Normal de Varones) –con tradición desde el siglo XIX–; la Escuela Normal Superior Antioqueña de Señoritas, de la Curia Arquidiocesana; la Escuela Normal Superior de Envigado y la Escuela Normal María Auxiliadora, en Copacabana. “De estas instituciones salían muchos docentes, pero ahora la profesión de maestro ha perdido status en comparación con los años 60 cuando el oficio de profesor tenía una buena imagen social. De todas maneras los profesores que egresan de estas normales tienen un panorama amplio porque pueden continuar su profesión en las universidades en las licenciaturas y posteriormente en los posgrados: maestría y doctorado”, advierte el profesor Echeverri.

“Actualmente en Colombia, en el campo del magisterio, el maestro tiene un dilema entre el mercado laboral, ejercer la docencia y la vocación de maestro, y eso no requiere solo de un mejor horizonte cultural y pedagógico sino también de estímulos económicos para mantener la vocación”, analiza este magíster en psicopedagogía que pronto terminará su doctorado en Historia de la educación y de la pedagogía, en la Universidad del Valle.

Como profesional Alberto Echeverri Sánchez se define como un pedagogo. “He aprendido que en los procesos de enseñanza, formación e investigación lo principal es mi autoreforma y los efectos que se derivan de la misma: mi modo de ser, mi pensamiento; pues no solo se enseña con los conceptos y el saber sino también con la pasión por lo que se enseña y se profesa”.

En el aspecto personal el profesor Echeverri se define como un hombre profundamente místico, ligado –desde muy joven– a las prácticas orientales como el yoga, “incluso desde antes de que éste fuera una disciplina de supermercado”, comenta en tono amable y declara: “el yoga me presenta un horizonte de muchas intuiciones que tuve desde la juventud y la infancia, porque espiritualmente me puedo autorealizar sin depender de conceptos o de creencias, sino de una práctica de mi propio ser”.

{* title=Huellas indelebles de la profesión}
Huellas indelebles de la profesión
Al resumir su recorrido profesional, el profesor reseña los proyectos que lo han marcado como la investigación sobre Santander y la instrucción pública en el siglo XIX, “este proyecto me dio la posibilidad de sumergirme varios años en un paraíso como la Biblioteca Nacional, en Bogotá, y refundirme en los archivos históricos con una gran pasión, sentir y vivir lo que fue la lucha por la construcción de nuestra nacionalidad desde el punto de vista de la instrucción pública. Eso me llevo a tener una gran conciencia de lo que es este país, de lo que significa ser colombiano y una pasión por los maestros que forjaron este país desde el anonimato. Lo que pasa es que siempre me he preocupado por las cosas pequeñas y por la cotidianidad, entonces me impacta oír la palabra original del maestro desde cartas y archivos”.

Un segundo proyecto que recuerda mucho es el de Historias de vidas de maestros, “que desarrolló en mí la capacidad de escuchar –lo que llamo el oído del cura– el habla de los maestros, la paciencia para comprender y valorar sus alegrías y sufrimientos; de ahí que me dediqué muchos años a grabar las voces de los maestros anónimos. De esta experiencia salieron muchos escritos y todavía tengo pendiente un libro para publicar. Esto dio pie para que me interesara de la forma cómo hablaban de los maestros en la literatura, el cine, el teatro y en todo tipo de ámbitos extra pedagógicos”.



Por último, como exponía anteriormente, el proyecto que más lo enorgullece es el de las escuelas normales, al que se le entregó de tiempo completo durante siete años visitando las escuelas normales de Antioquia y a tener un contacto muy estrecho con los maestros. “A raíz de ese contacto entendí que en zonas muy alejadas el maestro era la persona que sostenía el tejido social; lo que me permitió valorar y amar mucho su labor, comprender sus dificultades y tener mucha prudencia al juzgar sus acciones. De ahí saqué la conclusión de que en las poblaciones el maestro tiene una imagen fuerte y es un personaje que tiene gran influencia en la creación de sociedad civil y de solidaridad, porque a veces enfrenta y frena la violencia en condiciones adversas”.

Educación en crisis
“Me metí en la educación porque tuve magníficos maestros y fueron definitivos para escoger el camino del intelecto, la lectura y la escritura, la filosofía, la teología. Esa inspiración se dio tanto en la escuela como en el bachillerato, y fue definitivo en mi vocación de ser maestro”, rememora el profesor. Pero advierte que la educación en nuestro país está permanentemente en crisis y la profesión de maestro está fracturada, amenazada por decretos y concursos en los que cualquiera puede ser maestro en primaria y secundaria “¡lo cual es muy grave!”, señala.

“El problema central desde las reformas educativas en Colombia es que se pretende tener hermosas estructuras arquitectónicas de los establecimientos educativos y equipos de última tecnología; pero en realidad las reformas deben centrarse en el maestro, construir un maestro que cargue en su cuerpo y su mente todos los conceptos de la pedagogía. ¡Si no es así, el maestro no podrá hacer transformaciones significativas para la sociedad!, y como vamos se va a demorar mucho para alcanzar ese ideal”, anota en forma reflexiva.



Como dijo antes, otro factor es que la educación en Colombia enfrenta el problema de la violencia, pues han sucedido muchas muertes de maestros; “de ahí que ese es un reto muy grande”, expresa. Agrega que se debe hacer un proceso de renovación muy grande en la formación de maestros porque “la complejidad social y la innovación tecnológica son de tal magnitud que en las instituciones educativas el maestro debe atender a poblaciones muy diversas a las que no estaban acostumbrados ni los maestros ni las instituciones. Hay instituciones donde hay reinsertados y desplazados, o sea unos fenómenos sociales que el maestro debe empezar a captar y le exige ser sujeto para enfrentar y salir del encasillamiento de ser solo un especialista y ‘enseñante’. ¡Debe ser capaz de trabajar todos los problemas de la sociedad!”.

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Un maestro de buenas condiciones
Al reflexionar, sentado en la misma silla, el profesor Echeverri Sánchez indica que para ser maestro “hay que tener vocación, y eso implica vivir la profesión con amor. Ese amor se transmite a los estudiantes y se convierte en la fuerza principal para abrirles la mente a cualquier tipo de conocimiento. La educación requiere una transformación tanto de los maestros licenciados como de los profesionales que se dedican al magisterio, en el sentido de que éstos tengan conocimientos y aptitudes por el oficio y por el estudiante, que le permitan volver a ocupar un lugar destacado en la sociedad”. Y concluye diciendo que “todo maestro colombiano tiene la voluntad de hacer las cosas bien, lo que pasa es que depende del campo social, cultural, pedagógico, material y hasta político en que se mueve”.

De manera serena el profesor Echeverri cuenta que sus días los dedica a leer y escribir desde las primeras horas de la mañana, habla permanentemente con los estudiantes que forma, les escribe correos y revisa proyectos de investigación. “Hago pedagogía las 24 horas del día. Todos los días le leo cuentos a mi hija Sara, de diez años de edad, antes de dormirse, y así lo hice con mi hijo que ya tiene 30 años y hoy en día es docente de la U. de A. En fin, mi vida está completamente ‘pedagogizada’”, dice con orgullo.

A pesar de que escribe mucho, hasta ahora el profesor solo ha publicado el libro referido anteriormente sobre instrucción pública y ha participado en libros temáticos “pero son publicaciones colectivas”, como por ejemplo el libro Pedagogía, discurso y poder, editado en 1990, donde escribieron los pensadores de la pedagogía más importantes de Colombia. Por ahora el profesor Jesús Alberto Echeverri Sánchez prepara un libro sobre su tesis de doctorado acerca del campo conceptual de la pedagogía en Colombia entre 1970 y el 2000. Pero cabe destacar que ha escrito capítulos para nueve libros, tiene un libro organizado y es asesor de proyectos de investigación.

En los tiempos libres el profesor se dedica a meditar y a hacer yoga. “Me gusta contemplar la naturaleza, leer libros de literatura, y descansar trasladándome a otro tiempo y a otros paisajes, sobre todo a climas cálidos secos y a paisajes de montaña donde puedo dejar mi mente en blanco y dejarme llevar por el rumor de los ríos y del ambiente. Todo eso lo considero muy romántico”, exclama.

De nuevo reflexiona y añade, como para complementar una de las respuestas que dio antes, que “entre los éxitos de mi vida uno de los más importantes es haber tenido hijos, para mí ellos son fundamentales”. Y luego encadena esta respuesta a su definición de la pedagogía que resume en un modo de habitar el mundo donde considera que “todo ser humano es educable y que la educación puede ser un elemento fundamental para la solución de los grandes problemas que vive la humanidad”.

Como mensaje final el profesor Alberto Echeverri le dice a los maestros y a sí mismo que deben “luchar por tener condiciones sociales, económicas y políticas que les permitan conocerse a sí mismos como hombres públicos, pedagogos y científicos, y fundamentalmente como hombres pasionales”.

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