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Científicos colombianos en el área de Ciencias de la Educación

Luis Enrique Orozco Silva

Publicado, 18-10-2006

Ha evolucionado de la filosofía pura a la epistemología y de ésta a la filosofía política, pasando por la sociología. Se dedica actualmente a investigar la educación superior, especialmente al análisis de las políticas públicas, contribuyendo a las políticas educativas, ideó la reforma del Decreto 80 de 1980 y formuló estudios técnicos para la Ley 30 de 1992.

Luis Enrique Orozco Silva
 Perfil elaborado en Septiembre de 2006

Creo que aquí la revolución en materia educativa y en el campo de la Educación Superior no puede ser solamente de cobertura. Sucede que lo que está en crisis en materia de universidades es el mismo modelo en que se inspiran. Estas instituciones están sufriendo un vértigo de adaptación a las urgencias que les plantea la sociedad actual. El país necesita otro tipo de universidad...”, afirma y lo reafirma, absolutamente convencido; y lo hace ante auditorios universitarios, ante generadores de política, en la misma universidad donde trabaja, aunque también sabe que no se ha encontrado el perfil de la universidad deseable: más pertinente, de mejor calidad y mejor equipada para atender los diversos mercados existentes. Tanto le preocupa este tema que no cesa de organizar foros nacionales e internacionales, con los mejores especialistas del ramo donde se discuten las posibles políticas de Estado en materia de educación universitaria, tanto pública como privada.

Su reto actual es seguir trabajando en investigación y análisis de las dinámicas de transformación de la educación superior, para que tales políticas sean razonadas e inspiradas en las exigencias del interés general, convencido de que el bien público que estas instituciones producen no puede ser administrado con racionalidad privada; así las organizaciones que presten el servicio público de la educación tengan un origen privado. Debemos ir -agrega- hacia la reinvención de la Universidad, el formato clásico de la investigación de investigación, ya no opera. Debemos redefinir las viejas funciones sustantivas de la universidad clásica: investigación, docencia y proyección social.

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Inquieto desde siempre

El profesor Orozco no habla por hablar. Se ha preparado durante toda su vida para opinar, para generar ideas, para discutirlas, para proponer cambios, para hacerlos realidad. Y quien primero identificó esas habilidades para hablar, pensar, escribir y para analizar fue su madre, doña Mercedes Silva Echeverri, también manizalita, Ella se convirtió, desde muy temprano, en su “manager ” canalizando las inquietudes de su hijo hacia la ciencia y la filosofía; nos dice el profesor Orozco, recordándola con un gran cariño. “Allí, con ella, en el hogar tuve los primeros talleres de escritura, lectura, y para adquirir la confianza en mi mismo para hablar en público”.

Pero lo que más recuerda de ella es su insistencia en la necesidad de que cada uno de sus hijos encontrara lo que ella llamaba “un fuego interior propio que lo guiara con seguridad y talante”. “Hará unos 15 años entendí que ese fuego interior era, en mi caso, una capacidad de vivir de manera autónoma y de cultivarme a través de los estudios. “Yo creo que la vocación primera por la vida intelectual se la debo a ella en ese sentido”.



Orozco estudió filosofía en la Facultad de Filosofía del colegio Máximo de la compañía de Jesús, en Bogotá, Casa de formación de los Jesuitas y en donde lo recibieron a pesar de no ser de la Orden, pero con la preparación requerida en griego y latín para adelantar los estudios allí acostumbrados.

Participó en los movimientos juveniles estudiantiles organizados por los jesuitas que buscaban abrir los ojos de sus integrantes a temas de liderazgo político y ético, principalmente. “Ahí descubrí la dimensión política de la vida, y entonces pensé que también debía estudiar sociología”.

Posteriormente, continúo sus estudios en Sociología y Doctorado en Filosofía en la Universidad de Lovaina. Bélgica, gracias a una beca de la OCDE que logró ya en suelo europeo. En Colombia, habiéndola ganado no se la otorgaron, según el Director del Icetex de la época, porque según él,”el país no necesitaba filósofos ni pensadores”. En Europa duró casi siete años.

{* title= La universidad, su casa}
La universidad, su casa

Desde que regresó al país se vinculó al ámbito universitario y de allí no ha salido. Incluso cuando trabajó en el Ministerio de Educación Nacional, siendo Ministro Rodrigo Escobar Navia y luego, Doris Eder de Zambrano, su tarea estuvo enfocada principalmente hacia la Educación Superior. Experiencia que le sirvió para crear en compañía de otros colegas, el Magíster en dirección Universitaria de la Universidad de los Andes, del cual ha sido su primer Director. En este Centro se han formado más 450 directivos de las universidades colombiana.

Su primera producción intelectual en Colombia fueron dos libros sobre filosofía para estudiantes de los dos últimos años de secundaria, porque, a su juicio, el problema de la enseñanza de la filosofía en el bachillerato, no era la disciplina sino la manera como se enseñaba y la carencia de textos adecuados. La finalidad de esta obra fue “enseñar a pensar” y no a repetir textos de filósofos antiguos o modernos. “Los profesores de filosofía que solamente se dedican a repetir lo que dijeron Platón, Kant o Hegel, castran la imaginación de los muchachos”. La filosofía debe permitir adquirir la competencia de hacer uso público de la razón a quien la estudia. Y tal uso se ejerce sobre la experiencia humana en general y la propia en particular. “El país necesita pensadores y no repetidores de pensamientos aprendidos. Poco hemos avanzado en esta dirección”. Desde entonces son muchas sus publicaciones en los campos de la filosofía de la ciencia, en la ética y la Educación.



Su casa de siempre ha sido la Universidad de Los Andes, a la que ha estado vinculado desde 1975. Desde allí, una vez regresó de Europa y después de su paso por el Ministerio se dedicó a estudiar la educación a fondo y con prioridad en la problemática de la educación superior del país. En esta línea fue llamado por la UNESCO para formar parte de su comité Académico del CRESALC/Caracas, y desde colaborar en la preparación de América Latina para la Reunión Mundial de la Educación, reunida en Parías en 1998. Desde entonces, la influencia de su trabajo se ha extendido hacia América Latina, recorriendo los países de la Región y defendiendo en todas partes sus concepciones acerca de la universidad deseable. También creo en Colombia la Sociedad Filosofía y de Epistemología y pertenece a la sociedad Latinoamericana de Historia de la Ciencia.

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La universidad que Colombia necesita

No se cansa de repetir que Colombia necesita un nuevo modelo de universidad. En parte el obstáculo se encuentra en la misma comunidad académica, educada en el esquema clásico. La revolución mental deberá comenzar en la tribu académica. La sociedad global debe desestimular la modalidad universitaria como ideal de formación de una persona. La oferta educativa sigue siendo prioritariamente universitaria; “quien no haya pasado por la universidad no es doctor, y en consecuencia no es nadie”. El país necesita recuperar la educación técnica y tecnológica, esta es una tarea que se ha venido postergando por los últimos gobiernos.

Los estudios indican que en los próximos cinco años las demandas que van a tener las universidades serán de los estratos dos y tres; ni la universidad pública ni la privada está formada para enseñar a los pobres y quizá no está interesada en estarlo”.



Esto es una muestra más de que con frecuencia y algunos tópicos, la universidad está aislada de la realidad del país. “Nuestras pedagogías no consultan las demandas laborales. Si se hiciera un análisis de oferta y demanda la respuesta sería que no coincide la oferta con la demanda.. Necesitamos diversificar la oferta educativa, multiplicar las profesiones, abrir nuevas carreras, internacionalizarnos, vincularnos con el sector productivo, unirnos con los pobres, crear programas de tipo social”.

Dice además que ni a la clase política ni a la sociedad civil le importa la problemática universitaria. “No veo ninguna huelga de ollas porque la Universidad Nacional de Colombia permanezca cerrada un semestre. “mientras a la sociedad civil no le interese la educación, esta no tendrá ningún poder político para negociar políticas que contribuyan a la consolidación de la Universidad en conformidad con sus intereses. “La universidad es asunto público” y esto es algo más que gubernamental.” A la clase política tampoco le interesa. El Ministerio de Educación es el último que se negocia. Si nos preguntamos: cuánto dura un Ministro de Educación, la respuesta sería la siguiente: dura un promedio ocho meses, lo que ni siquiera le alcanza para conocer el quinto piso del edificio del Ministerio”.

Insiste también en la idea de organizar las carreras profesionales no por disciplinas sino por problemas. Se graduarían muchachos expertos en agua, en pobreza, en justicia, en energía, en lugar de físicos, químicos o biólogos, con herramientas de varias disciplinas que les permitieran ver el problema de manera integral.” La Universidad que necesitamos ha de ser abierta a las innovaciones en tres campos precisos: nuevas formas de producción del conocimiento, nuevas y diversas demandas sociales y graves exigencias éticas por resolver. No podemos seguir teniendo universidades exitosas en sociedades fracasadas. Por lo tanto, es necesario que la Universidad Colombiana se reinterprete a la luz de tres compromisos renovados con el conocimiento, con la sociedad y con un proyecto ético político, que permita que nuestros estudiantes puedan ser personas activas en la construcción de una sociedad más abierta, crítica y flexible".


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