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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Clara Eugenia Arteaga

Publicado, 30-03-2006

Clara Eugenia Arteaga ha indagado por más de 20 años las causas de las malformaciones congénitas que afectan a los niños colombianos. En el Hospital Materno Infantil de Bogotá  brinda orientación genética a las familias, para que tomen la decisión más acertada sobre su futuro reproductivo.

Clara Eugenia Arteaga
Artículo elaborado en febrero de 2006

A pesar de sentirse profundamente orgullosa de los resultados que ha obtenido hasta la fecha en materia de investigación, Clara Eugenia Arteaga a diario se ve enfrentada a emociones que la cuestionan sobre su quehacer médico. No es nada fácil explicarle a los padres de algunos de los niños que nacen en el Hospital Materno Infantil por qué razón sus bebés nacieron con el síndrome de Apert (una alteración en la formación del cráneo y las manos), por qué poseen genitales de hombre cuando su sexo real es femenino, o por qué tienen el labio paladar hendido.

Las complejas alteraciones en el genoma humano o los misterios de la fecundación del óvulo son temas que se escapan al entendimiento de un padre angustiado por la salud de su hijo. Por ello, esta médica genetista de la Universidad Nacional aterriza el saber científico y le apuesta a la fe. "Cuando hablo con los padres siempre alimento la esperanza de que los niños podrán recuperarse algún día", señala. Lamentablemente, en ocasiones la cura se escapa de sus manos, pues enfrenta problemas graves, con soluciones sofisticadas y de un costo que los padres no pueden asumir.

A finales del año 2005, la profesora Arteaga y un equipo de investigadores del Hospital Materno Infantil, de la Universidad Nacional  y del Instituto Nacional de Salud obtuvieron el Premio Nacional de Medicina en el área clínica, por un estudio que vienen realizando desde hace cinco años, en el que abordaban la anomalía gestacional conocida como Mola.

Esta última alteración es ocasionada por problemas en el organismo femenino, que conducen a que los óvulos se dejen fecundar de más de un espermatozoide, dando lugar a embriones triploides (con un complemento femenino y dos masculinos). Dicha situación también se presenta cuando el único espermatozoide que ha penetrado el óvulo se duplica.

Un porcentaje de código masculino superior al femenino ocasiona que las células de la placenta crezcan desmesuradamente, inhibiendo el tamaño del embrión. Así las cosas, lo que en un comienzo parecía ser un bebé, se convierte en una masa similar a un tumor; que es abortada espontáneamente por el cuerpo de la mujer, o debe ser extraída mediante legrado.

Años atrás, la Mola pasaba por un embarazo normal hasta la semana 15 ó 16, pero hoy es detectada tempranamente a través de la ecografía. Los análisis realizados por el grupo de científicos arrojan una incidencia comparativamente alta de la enfermedad en Colombia, pues uno de cada 300 embarazos puede llegar a degenerar en ella, mientras que en otros lugares de América esta cifra es de uno contra mil.

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Cuestionamientos éticos

Clara Eugenia Arteaga quiso ser médica desde niña, y su interés se reafirmó unos meses antes de graduarse de bachiller, pues la experiencia de una de sus hermanas, que estudiaba en la Universidad Nacional, la apasionó por completo.

Su formación transcurrió durante la primera mitad de la década del 70, así que vivió de cerca los movimientos estudiantes. En su Facultad éstos se tradujeron en un rechazo total de la influencia médica norteamericana. "La consigna era ¡Fuera los profesores de Touleine!, de donde provenían los maestros que traían tendencias distintas a las francesas".

A pesar de las críticas que se le hicieron en su momento al largo ciclo básico de la Facultad de Medicina (tres años de duración), la estudiante se enfocó desde un comienzo por la anatomía, la fisiología y la bioquímica, entre otras materias, pues consideraba que sólo ellas le darían las bases para diagnosticar y tratar a sus pacientes.

Cuatro años después de terminar el pregrado, la Universidad Nacional inauguró la Maestría en Genética, a la que se incorporó de inmediato. Desde entonces se ha ocupado de estudiar a profundidad las alteraciones de los cromosomas y del genoma, para ponerlas a dialogar con factores ambientales e historias clínicas que den una pista para la prevención de múltiples malformaciones congénitas.

Uno de los temas que más dificultades le ha representado es la ambigüedad genital o seudohermafroditismo. Se trata de una alteración de origen genético, en virtud de la cual una niña puede nacer con órganos sexuales externos parecidos a los masculinos y un niño puede venir al mundo poco virilizado e incluso con una apariencia genital femenina.

Desde hace 20 años la médica, junto con un equipo profesional de la Universidad Nacional y del Hospital de la Misericordia de Bogotá, han valorado en promedio cinco niños al mes con esta anomalía (dos de los cuales son nuevos pacientes), a quienes buscan darle soluciones que impliquen las miradas médica, legal, psicológica y quirúrgica.

Lo complejo de esta irregularidad es que el niño puede ser operado para cambiar la apariencia de sus genitales, pero las consecuencias de esa acción son irreversibles y podrían marcar su vida para siempre. La pregunta es: si el seudohermafroditismo se descubre en recién nacidos, ¿quién debe tomar la decisión de operarlos?

Por mucho tiempo se pensó que esa decisión era del resorte de los padres, sin embargo, con el paso del tiempo se despertó una polémica tal, que la Corte Constitucional tuvo que entrar a mediar, para darle prioridad a la autonomía de los pacientes.

Precisamente, la tesis de Maestría en Bioética de Clara Eugenia Arteaga, presentada ante la Universidad El Bosque, aborda la discusión sobre la existencia o no de la autonomía infantil. "Concluyo que excepto cuando se trata de circunstancias médicas en las que haya que tomar una decisión quirúrgica inmediata, la respuesta sobre operar o no debe dejarse para cuando el menor maduro pueda señalar si lo quiere hacer. Mientras el paciente decide, se le debe hacer un seguimiento psicológico e irlo informando gradualmente sobre su condición".

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Crítica médica

Vivir de cerca la tragedia de los padres de niños con malformaciones congénitas ha llevado a esta médica a ser una crítica del sistema de salud colombiano. En su opinión, a pesar de que la Constitución promulga la defensa de los derechos fundamentales de los recién nacidos, en el país no hay tal, pues el Plan Obligatorio de Salud, POS, excluye el tratamiento de casos como la ambigüedad genital y el síndrome de Apert.

"Si la legislación tuviera en cuenta los problemas genéticos, nuestro ejercicio profesional sería más fácil", señala. Según comenta, el gremio de genetistas de Colombia ha empezado a dar la pelea para que su profesión sea reconocida como una rama médica que el Estado debe cubrir.

El estudio del genoma humano está en pleno furor en el mundo entero y nuestro país no es la excepción, no obstante, cuando se trata de genética clínica, los médicos tienden a polarizarse: o bien se dedican al trabajo de laboratorio, o se ocupan de la consulta con los pacientes. Clara Eugenia Arteaga es el ejemplo de un punto de equilibrio. Ella señala la necesidad de formar médicos integrales en este sentido, pues son muy requeridos en hospitales materno infantiles como en el que ella trabaja.

Por esa razón dedica la otra mitad de su tiempo a cautivar estudiantes con los complejos temas de su especialidad. Se encuentra con ellos en el primer semestre de Medicina en la Universidad Nacional y luego retoma las lecciones al final de la carrera, en una de las líneas de profundización. También los orienta en la Maestría en Genética Humana, y a través de las rotaciones que hacen por ginecobstetricia y pediatría en el hospital. "Lo maravilloso es que siempre encuentro un número importante de alumnos que ven a la genética como una opción importante de la Medicina".

Se autodenomina la "profe madre", pues no está de acuerdo con el lema ¡la letra con sangre entra!, por el contrario, proyecta en sus estudiantes todo el amor y la paciencia que sus compañeros de la Unidad de Biología de la Procreación y Genética le han trasmitido desde que llegó al Hospital Materno Infantil, hace más de 20 años. "Quizás esa energía se deba a que todos trabajamos con mamás y bebés".

Actualmente prepara, con otra colega, una investigación sobre biomarcadores de exposición a tóxicos ambientales en recién nacidos con anomalías de desarrollo y retardo de crecimiento intrauterino. Es decir, se dará a la búsqueda de aquellos elementos en el genoma que hacen a algunos individuos más vulnerables a los tóxicos ambientales que a otros y determinará la relación de éstos con anomalías congénitas.

Con toda seguridad, pronto oiremos hablar de los resultados de Clara Eugenia Arteaga en este sentido. Sus aportes harán escuela, como lo hicieron en su momento los avances sobre la Mola o la ambigüedad genital. Todo en un intento por ayudar a que los colombianos tomen decisiones informadas sobre su reproducción y para que los niños puedan disfrutar de una infancia sin dificultades de salud ni exclusión.

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