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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Fernando Vásquez

Publicado, 02-08-2006

El médico Fernando Vásquez se ha dedicado a temas que aún no se hablan con naturalidad. Como andrólogo, su vida gira en torno a espermatozoides, infertilidad masculina, problemas de la sexualidad del varón adolescente. En una sociedad que aún tiene rasgos de machista, Vásquez hace camino al andar.

Fernando Vásquez
Perfil elaborado en Julio de 2006.

“Cuando uno elige una carrera, elige un estilo de vida”, dice el médico Fernando Vásquez, Doctorado en Medicina Reproductiva y Especialista en Andrología, la ciencia que estudia la sexualidad y la reproducción del varón. A medida que ha avanzado en sus investigaciones, primero haciendo su maestría en la Universidad de Chile, y luego el doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona, ha ido especializando más su línea de investigación.

De entender toda la actividad de los espermatozoides y trabajar con la infertilidad masculina, hoy en día centra sus estudios en las causas de infertilidad del hombre y en la población de adolescentes de Barranquilla, con quienes trabaja de manera comprometida no solamente desde la orilla de la salud sexual y reproductiva, sino para reducir en lo posible el embarazo no deseado en adolescentes.

Es un tema complejo, que aún tiene cierto tinte de tabú. “La diferencia con la ginecología”, afirma, es que “cuando la mujer se embaraza, abraza y besa a su médico, y de boca en boca va diciendo que el doctor tal la ayudó a tener hijos. En el caso del varón es todo lo contrario, es un mutismo total”.

Tiene algo que ver con la cultura. Por lo general el varón piensa que tiene espermatozoides, y que funcionan debidamente. No siempre sucede. El doctor Vásquez, que es un hombre curioso y no deja pregunta sin respuesta, desde joven se preguntó si podría tener hijos. “Eso, transportado al área de la investigación, significa que me interesó siempre saber si yo tenía espermatozoides, mirarlos, tenerlos” remata.

Ha tenido que empezar casi de cero y aún son muy pocos los andrólogos que tiene el país. “Puedes contarlos con los dedos de la mano”, dice, aunque también explica que otros especialistas, como los urólogos y los psiquiatras, se aproximan a la andrología a través de sus tratamientos.

Poco a poco ha logrado que los varones entiendan “que la reproducción no es un acto que le corresponda a uno por ley”. A veces la ley no se cumple. “Ha sido difícil porque estamos en una sociedad machista; no es fácil trabajar el tema y lograr que el hombre asista al consultorio y acepte sus limitaciones”.

{* title=El toro por los cachos}
El toro por los cachos

“Nuestro estudio es pionero a nivel latinoamericano”, dice. Se realizó en jóvenes barranquilleros y demostró que el proceso que convierte a un niño en un adulto comienza a una edad muy temprana. “Desde los diez años pueden tener eyaculaciones, meses más tarde ya tienen espermatozoides y antes del año ya pueden tener hijos”.

La edad promedio de desarrollo de los niños barranquilleros está entre los 12 y los 13 años. A esa edad empiezan a sentirse diferentes, tienen las emociones propias de la sexualidad, pero poca conciencia de que existe el riesgo de la reproducción. A simple vista son aún niños, pero “cuando uno los examina ya tienen un estado avanzado de desarrollo interno, tienen un pene grande, unos testículos que producen espermatozoides y si se les hace un espermograma, se demuestra que ya es un hombre”. No sucede lo mismo en la mujer, cuyo proceso de desarrollo es detectable a simple vista.

El espermograma es un examen para analizar cualitativa y cuantitativamente el esperma o semen del varón. “Hemos observado que cuando les mostramos sus espermatozoides desde edades tempranas, se emocionan porque les demuestra que ‘son capaces’”. Ellos mismos pueden verlos, calcular cuántos millones producen, si se mueven o si nacen muertos.

El proyecto se centra entonces en “darle a los jóvenes elementos para que construyan un proyecto de vida, para que cuando llegue el momento de tomar una decisión, tengan la conciencia para saber que tienen la capacidad de tener un hijo”.

La investigación también contempló conversar con los mismos muchachos años más tarde, y conocer algo del impacto. “La mayoría nos ha dicho que ha sido un elemento protector para tomar decisiones acertadas, o sea sienten la necesidad de protegerse ante una relación sexual”. Representa una manera de ofrecerle a los adolescentes la posibilidad de vivir una sexualidad responsable desde su inicio.

“Lo que buscamos es mover emociones. Sólo las emociones inducen cambios de comportamiento en salud, y funcionan aún mejor cuando van acompañadas de una adecuada información”. Hay que ver a las compañeras de los jóvenes estudiados, cuenta Vásquez, como confirmando los resultados de la investigación. “Cuando ven las muestras de sus novios con mayor razón se llenan de emociones y de acciones preventivas porque saben que no es mentira, que hay millones de espermatozoides y que con uno solo basta para quedar embarazadas, lo que reafirma su convicción de tener o no tener relaciones, o de planificar, si es que quieren tenerlas”.

La segunda etapa de la investigación se ha ampliado a 22 municipios del departamento del Atlántico. Es una alternativa eficiente y de bajo costo porque no es necesario construir infraestructura, lo defiende Vasquez. “Lo que hacemos es enseñar y promover que el joven sea el líder del proyecto de salud sexual y reproductiva en sus escuelas, y de forma paralela capacitar a los docentes para que lo permitan”, proceso que debe ser acompañado por los servicios de salud.

Los profesores requieren capacitación porque no es raro que el tema genere rechazo. “La información científica puede ser diferente a la percepción que tengan sobre la sexualidad”, explica. “Muchas veces uno se pregunta si ese profesor no solamente está transmitiendo la información sino una actitud, y por lo general son actitudes donde ya hay un juicio”.

Aunque el impacto aún no se ha medido integralmente, Vásquez no duda del efecto social positivo que tiene la investigación que lidera en los adolescentes caribeños. “Yo a veces pienso que más que publicar un paper en una revista extranjera, el impacto de mi gente es el que más vale. Ambas cosas son importantes, pero ésta es relevante”.

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Las satisfacciones

“Profe, ¿cuánto puede durar un espermatozoide vivo en la vagina?” Vásquez es profesor de la Universidad del Norte y este es el tipo de preguntas que recibe no solamente en clase, sino cuando camina por los bellos jardines del campus. No importa si está de afán o si está atendiendo a la periodista que también ya le ha quitado varias horas de su trabajo. Vásquez tiene el tiempo que sea necesario para contestarle. Así es, entregado a su docencia y promotor de la disciplina que lo satisface.

Como docente le produce un gran orgullo “ver que cada vez que uno habla de estos temas se acercan los jóvenes a preguntarle la información pero también la consejería. Está uno ‘vendiendo agua en el desierto’. Eso me satisface porque sabe uno que está en el momento adecuado para hacer que la persona cambie”.

Lidera el grupo científico de salud reproductiva y sexual de la Facultad de Medicina de la Universidad del Norte, donde sus integrantes, la mayoría mujeres, trabajan cinco líneas de investigación: inmunología, enfermedades tropicales, biología, genética y salud sexual y reproductiva. Y ahora está montando la maestría.

Como profesional y médico, aunque sea algo que quede en el silencio social, le satisface enormemente ver que hay muchos hombres que hoy tienen hijos en sus hogares gracias a su intervención profesional.

Ha sido presidente de la Sociedad Colombiana de Fertilidad y Esterilidad. Gestó y presidió el primer Congreso Iberoamericano de Andrología, en diciembre del año 2000. “Fue el primer congreso y hasta ahora el único de cinco días realizado en nuestro país, donde se habló de andrología desde la A hasta la Z”. En 2003 apoyó la realización del segundo en República Dominicana, y este año la sede será Cuba, de tal manera que también ha impulsado el intercambio de conocimiento a través de la generación de espacios para el desarrollo de la disciplina.

En el seno de su hogar, es casado con una psicóloga y tiene tres hijos varones. “Mi señora ha trabajado conmigo mucho apoyando a los pacientes con problemas de infertilidad principalmente, pero también con los adolescentes, mas que todo en trastornos de aprendizaje, en los problemas típicos de ese momento”.

Y los hijos... ¿cómo ha sido la educación sexual que les ha dado? “Uno siempre se pregunta si en casa de herrero azadón de palo”, responde dudoso. “Hasta ahora el comportamiento en tasas de embarazo no deseado es cero, lo que es un buen indicador”, continúa. Cuando se habla de la intimidad, tanto él como su esposa tratan de hacerlo de acuerdo con la personalidad de cada hijo, pero también generan espacios abiertos que les permiten tocar todos los temas. “Lo que siempre les digo es que lo más importante es tener un proyecto de vida y mucha pasión para desarrollarlo. Eso es lo que les hemos vendido en su sexualidad también, o sea que si ellos conocen su norte y aman lo que están haciendo, ese es el camino que deben seguir”.

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