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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Gloria Inés Sánchez Vásquez

Publicado, 11-10-2007

Tenacidad, disciplina y dedicación son características que definen a la bacterióloga Gloria Inés Sánchez Vásquez, quien hace siete años fundó el grupo de investigación Infección y Cáncer en la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia.

Gloria Inés Sánchez Vásquez
Perfile elaborado en octubre de 2006

Su vida de investigadora ha estado marcada por dos temas que la han apasionado en diferentes épocas: la malaria y el cáncer de cuello uterino.

Gloria Sánchez hizo su práctica clínica en el Hospital San Juan de Dios, en Cali, su tierra natal, cuando terminaba su pregrado en Bacteriología de la Universidad Católica de Manizales. Hacía su rotación en el servicio de erradicación de la malaria, y fue ahí donde se dio cuenta de la problemática de la malaria en el país. Esa práctica fue uno de sus primeros acercamientos con la investigación.

“En esa época trabajé durante un año en el Laboratorio de Malaria en el Departamento de Microbiología y Parasitología, donde analicé miles de mosquitos recolectados en diferentes zonas del país para detectar si estaban infectados con los parásitos de la malaria”, narra con su voz juvenil y alegre.

La doctora Sánchez afirma que uno de sus primeros pinitos en la investigación fue la tesis de pregrado que desarrolló sin un tutor específico, y a pesar de que la tesis no era una exigencia se empeñó en llevarla a cabo; gracias a su obstinación contó con el apoyo de los profesores de la Universidad del Valle. El tema de la tesis fue sobre la valoración de la sangre en jóvenes del municipio de Florida, en el Valle del Cauca, que consistió en determinar valores de hemoglobina y hematocrito.

Era tanta su dedicación que en esa época trabajaba de seis de la mañana a doce de la noche. Laboraba en el Hospital San Juan de Dios en su práctica clínica durante la mañana y al mediodía ingresaba al laboratorio y allí se quedaba hasta altas horas de la noche porque “trabajar en un laboratorio de investigación era como un sueño cumplido”, confiesa con orgullo.

“En el Grupo de Malaria de la Universidad del Valle comencé a investigar firmemente con el doctor Sócrates Herrera –director del Instituto de Inmunología”. Y en la misma institución estudió su maestría en Microbiología.

Dos días después de terminar la maestría partió a Estados Unidos porque se había ganado una beca de The International Atomic Energy Agency –IAEA– (Agencia Internacional de Energía Atómica), para realizar dos años de entrenamiento corto antes de postular a estudios de doctorado. “De esa entidad enviaban las hojas de vida de los candidatos al Consejo Nacional de Investigación de Estados Unidos y después las remitían a varios laboratorios de investigación”. En ese entonces su curriculum llegó a manos del doctor Stephen Hoffman –su primer mentor–, del Naval Research Medical Center (Centro Médico de Investigación Naval).

La beca le permitió estudiar inglés intensivamente durante dos meses y vivir con una familia norteamericana. “Esa experiencia me sirvió para pensar en inglés, lo cual fue muy efectivo para un mejor aprendizaje del idioma”.

Al cabo de seis meses de trabajo, el doctor Hoffman la apoyó para aplicar a los estudios de doctorado en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. En ese proceso tuvo el apoyo de su madre –que la acompañó mientras se preparaba–. Se entregó con todo y por eso se siente prodigiosa de haber obtenido el título de Doctorado en Microbiología Molecular e Inmunología, en Estados Unidos. “El sacrificio fue tenaz durante los cinco años que estudié”. Para hacer el doctorado también se ganó una beca de la Organización Mundial de la Salud, con la que se sostuvo durante tres años, y luego se ganó una beca en la universidad como mejor estudiante extranjera, mientras estudiaba el doctorado.

En la sustentación de la tesis del doctorado obtuvo excelentes logros científicos pues identificó dos candidatos de vacuna contra la malaria –ambos en modelos animales–, de los que se publicaron los resultados en reconocidas revistas especializadas.

En el año 2000 volvió a Colombia. “Mi regreso lo tenía definido”, manifiesta convencida. Y llegó a la Universidad de Antioquia porque allí aplicó a una vacante en la Corporación Biogénesis, fundada por el doctor Jorge Ossa. Gloria Sánchez fue de los últimos profesionales que ingresó al país mediante el Programa de Repatriación de Colciencias. “No llegué a la Universidad del Valle porque en ese momento estaba cerrada”, dice. Al llegar a la Universidad de Antiquia presentó su hoja de vida y propuso dos temas de investigación: malaria y virus del papiloma humano (VHP), con énfasis en cáncer de cuello uterino. Como el doctor Ossa era virólogo, la encaminó por el VPH.

{* title=El VPH, una nueva línea de investigación}
El VPH, una nueva línea de investigación
Antes de comenzar el siglo XXI Gloria Sánchez cambió su tema de investigación. “Esa fue una decisión muy estudiada porque trabajé en el tema de malaria durante 15 años, y luego de analizar perspectivas para un tema de investigación, encontré que en Colombia no había mucha gente que trabajara el tema del cáncer, especialmente el de cuello uterino”, expresa.

Según Gloria, el cambio de tema fue una razón de carácter social, además quería hacer estudios poblacionales grandes, “no solo desde el tubo de ensayo o estudiar con ratones. ¡Yo quería trabajar con humanos!”. Ella sabía que para recolectar muestras grandes y trabajar en malaria era complicado debido a la situación de orden público del país, entonces antes de llegar a Colombia se entrenó previamente con sus profesores de Estados Unidos, algunos pioneros en el tema–.

Realizó una búsqueda exhaustiva y encontró varias razones para trabajar en el cáncer de cuello uterino: es el cáncer que afecta con mayor frecuencia a las mujeres colombianas. Otra razón de peso es que había antecedentes de trabajos hechos en Colombia por la científica Nubia Muñoz Calero –otra caleña que también estudio en la Universidad Johns Hopkins– muy reconocida por sus avances en el tema. Sus trabajos demostraron que el Virus del Papiloma Humano era el causante del cáncer de cuello uterino.

{* title=Comenzar desde cero}
Comenzar desde cero
Al llegar a la Universidad de Antioquia, Gloria Inés fue emprendedora y arrancó de cero. Fundó el Grupo de Infección y Cáncer, clasificado en la Categoría A de Colciencias, el cual coordina en la actualidad desde hace siete años. “Arrancar con un grupo de investigación es muy duro y sostenerlo es todavía más difícil”, asegura esta mujer que siempre ha estado en contacto con la academia y preparándose cada día, ejemplo de ello son los estudios de posdoctorado que realizó en la Unidad de Epidemiología y prevención del Cáncer, en el Instituto Catalán de Oncología, en Barcelona, España.

El Grupo de Infección y Cáncer maneja un presupuesto anual de mil millones de pesos y ha desarrollado proyectos de investigación de envergadura nacional e internacional. Además, en colaboración con agencias nacionales e internacionales, desarrolla investigaciones interdisciplinarias en las áreas de epidemiología, biología molecular, inmunología, genética, salud pública y en el desarrollo y evaluación de productos tales como vacunas o compuestos naturales contra el cáncer.

Actualmente, su grupo, compuesto por más de 25 profesionales, trabaja en el montaje de un modelo in Vitro del Virus del Papiloma Humano para matar el virus y el cáncer. “Hoy día no existe una droga para tratar el virus pero existe una vacuna profiláctica para prevenirlo en las mujeres que no están infectadas. Esta vacuna es ideal aplicarla en la edad temprana, antes de tener relaciones sexuales. La vacuna es conocida como VPH y tiene un 50 por ciento de efectividad contra el cáncer de cérvix –en la prevención del virus en mujeres que no han tenido exposición pasada–; pero cuesta un millón de pesos, y su valor constituye un problema de acceso económico para las mujeres de escasos recursos. De ahí que se trabaja con otras instituciones del extranjero para abaratar los costos de la vacuna, pues lo ideal es que tenga un costo de 15 dólares para que sea accesible”, explica Gloria Inés.

 El grupo recién publicó un artículo acerca del desconocimiento que tienen las mujeres de Medellín (Colombia) acerca del virus y con base en esta información diseñará campañas de educación sobre el tema. También realizan un estudio para detectar el material genético del virus y mejorar así el diagnóstico del cáncer e intentan introducir el tema del cáncer de cuello uterino en los programas nacionales de prevención de enfermedades.

 Según estudios del grupo, el 80 por ciento de las mujeres del país se hace la citología cada año, a partir de los 26 años de edad. “Por ejemplo, en Pueblorrico, Antioquia, las mujeres se la hacen dos veces al año, en promedio”, anota la bacterióloga. La Encuesta Nacional de Demografía realizada por Profamilia corrobora los datos de estas investigaciones e indica que las mujeres saben para qué sirve la citología y cómo beneficia su salud.

Hay otras personas que trabajan en el tema, “pero lo cierto es que el cáncer de cuello uterino permanece por fuera de la agenda pública, y eso es increíble pues en el país mueren nueve (9) mujeres diariamente por esta enfermedad”. Pero hay varias razones: es un tema difícil para estudiar; el impacto en la muerte de mujeres mayores de 35 años no es tan políticamente fuerte –comparado con las causas de muerte por malaria–; y el Sida se lleva mucha atención de la comunidad. Pero lo paradójico es que en Latinoamérica el cáncer de cuello uterino produce mayor número de años perdidos que el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, y a pesar de eso no se le ha dado la mayor importancia.

Entre los logros destacables de su grupo de investigación está la publicación de un artículo internacional sobre la encuesta del conocimiento que tienen las mujeres de Medellín acerca del VPH y de la citología, donde la muestra fue una población de 450 mujeres.

A partir de estas experiencias, Gloria Sánchez anota que prevenir las enfermedades de transmisión sexual es muy difícil, “porque la gente está dispuesta a correr el riesgo, a pesar de los casos de infección que se ven a diario”. Y opina que a través de los medios de comunicación se deben enviar mensajes basados en la ciencia y no en propaganda.

{* title=Otros títulos}
Otros títulos…
Gloria Sánchez es una bacterióloga que también ostenta el título de posdoctorado del Departamento de Genética Humana de la Universidad de Michigan, EE.UU. Reconoce orgullosa que la investigación es su pasión. “Me levanto y me acuesto pensando en investigación y a veces me despierto en las noches por culpa de la investigación”, confiesa con un tono alegre.

“A mis estudiantes por ejemplo les digo que debemos publicar en revistas internacionales de buena trayectoria porque hay que ser mejores, pero les inculco que sean autocríticos y que acepten las críticas de los otros. Soy conciente de que nunca se llega al punto más álgido de la perfección, pero se debe trabajar con ese propósito”.

Tan involucrada está con la parte laboral, que cuando puede comparte con su familia. Tampoco ha pensado en tener hijos porque “eso sería muy egoísta de mi parte. No sería capaz de dejarlos al cuidado de otra persona”, afirma con certeza. Y agrega que “En ese aspecto, la vida con los estudiantes me reconforta porque están creciendo y les puedo servir de ejemplo en el aspecto profesional”.

Pero todo ese empeño en los proyectos de investigación que formula no le impide ir al cine cotidianamente y disfrutar buenas películas. Además le encanta escuchar jazz y música clásica, y asistir al teatro. “Y como buena caleña me encanta bailar salsa. Cada que puedo no pierdo la oportunidad”, dice con un dejo de timidez.

Frente al tema de la investigación en el área de la salud en nuestro país, la doctora Sánchez sostiene que “hace algún tiempo no había proyectos de investigación aplicada y de impacto en nuestro medio, pero ahora hay propuestas sobre el estudio de enfermedades comunes. Sin embargo la investigación en enfermedades crónicas y en el tema cardiovascular está muy descuidado. Y por si fuera poco, son mínimos los grupos que trabajan el cáncer”, concluye.

Ella piensa que los científicos colombianos tienen mucho límite en el presupuesto que tiene Colciencias para hacer investigación. “E algunos casos la gente vive más del reconocimiento que del impacto de sus investigaciones, aunque ya se ha aprendido a manejar un poco el tema de la imagen y la farándula científica”. Como dice su amiga y mentora Nubia Muñoz Calero: “Es una obligación moral llevar a la práctica los resultados de la investigación”.


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