Publicado, 01-04-2006
Jhon Carlos Castaño está convencido de que "en este país de futbolistas
y reinas algún día la formación de doctores dejará huella". Por esa
razón le apuesta a la ciencia de buena calidad, a través de un grupo de
investigación de la Universidad del Quindío que genera recursos
intelectuales y económicos sin esperar la escasa financiación estatal.
Perfil elaborado en febrero de 2006
El presente profesional de Jhon Carlos Castaño estuvo marcado desde su
infancia por íconos de la ciencia e influencias familiares. Como muchos
de sus contemporáneos, deliraba frente al televisor al ver la serie
Cosmos, de Carl Sagan, y suspiraba al leer la historia de Albert
Einstein. Se imaginaba a sí mismo como astrónomo o físico puro, sin
embargo, las travesuras y pasatiempos de su hermano mayor, "quien
disecaba todo lo que se le pasaba por en frente", lo condujeron directo
a la medicina.
Siempre quiso hacer investigación, y aquel deseo fue estimulado en gran
medida desde el colegio INEM José Celestino Mutis, de Armenia. Sus
profesores Alcione de Jesús López y Germán Martínez, de física y
geociencias, lo introdujeron en el método investigativo, y el segundo
"tuvo la osadía de crear un grupo de discusión científica en una ciudad
de provincia", recuerda.
Las enseñanzas de sus maestros de bachillerato serían llevadas a la
práctica con prontitud, pues a los escasos dos años de estudios en la
Universidad del Quindío, ya hacía parte de la Sociedad Estudiantil de
Investigación. Esta era una especie de cofradía dedicada a abrirle
camino a los estudios básicos en la Facultad de Medicina. "Con el
tiempo se convirtió en una de las organizaciones estudiantiles más
robustas que hayan existido en la Universidad".
Desde entonces, Jhon Carlos Castaño ha desempeñado su rol médico y
posteriormente docente, con un amor infinito por la ciencia. Ese
sentimiento lo condujo a crear el Grupo de Inmunología Molecular de la
Universidad del Quindío, en el que lidera estudios sobre las relaciones
hospedero-agente infeccioso, desde el punto de vista inmune; desarrolla
pruebas diagnósticas; y produce anticuerpos monoclonales, entre otras
actividades.
{* title=Ciencia social}
Ciencia social
Tiene 37 años y 13 de ellos los ha dedicado a la docencia. Sus
especialidades son la microbiología y la parasitología, enfocadas a los
estudiantes de medicina de pregrado y postgrado. La cátedra que Jhon
Carlos Castaño comparte desde 1993 con Martha Lucía Gallego, quien
fuera su profesora, ha impulsado a más de un pupilo por el camino de la
investigación básica.
En el salón de clase, los dos académicos le dan las bases a los médicos
en formación para que hagan exploraciones en el campo y en el
laboratorio. De allí se han derivado importantes estudios sobre
parasitismo en niños y entre habitantes de sitios de reclusión,
análisis de las fuentes de agua, determinación de la actividad
antimicrobiana de algunos arbustos, y pruebas sobre la calidad de la
leche y la carne en Armenia.
Estos temas obedecen en parte al interés del docente por enseñarle a
sus estudiantes no sólo a investigar, sino también a ver la utilidad
del conocimiento para la comunidad. Por ejemplo, las pesquisas del
grupo sobre la presencia de poliovirus en las aguas residuales de
Armenia han despertado la alerta sobre la necesidad de hacer una
vigilancia ambiental más rigurosa, para evitar la contaminación de
personas o la recuperación de la virulencia en cepas atenuadas que ya
han sido usadas en las campañas de vacunación.
"Al polio lo combaten con una vacuna fabricada a partir de una mezcla
de tres virus atenuados, que se administra por vía oral, lo que implica
que el virus quede dentro del organismo humano para despertar defensas.
Pero el poliovirus tiene la capacidad de replicarse, y al ser eliminado
por la materia fecal puede llegar a saturar el ambiente a través de las
aguas negras", explica.
El análisis del agua de 18 quebradas de Armenia, con un especialista de
La Habana (Cuba), dio como resultado la presencia del virus en cinco de
seis muestras procesadas. "Este es el primer reporte de ese tipo de
hallazgos que se hace en el país y en Suramérica", sostiene.
Por esa clase de estudios, el académico -doctorado en Ciencias
Biomédicas del Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kourí" IPK
de Cuba- recibió en el año 2002 el primer lugar del Premio de la
Asociación Colombiana de Infectología en el área de ciencias básicas y
aplicadas. Conjuntamente con los doctores Jorge Enrique Gómez y Luz
Helena Salgado logró la construcción de un candidato vacunal (es decir,
producto que está en fase de estudio y puede ser una vacuna) de ADN
desnudo contra el parasito T.gondii. A este triunfo se suma el segundo
lugar de investigación en salud que la Universidad del Área Andina le
otorgó en el 2003.
Pese a haber obtenido dichos galardones, afirma que se trata de
banalidades, "pues el mejor premio es seguir haciendo investigación y
que los estudiantes quieran cultivar la ciencia".
{* title=Conocimiento productivo}
Conocimiento productivo
"Ser investigador es un estilo de vida y hay que asumirlo así,
porque entonces uno es capaz de disfrutar su quehacer y salvar todos
los obstáculos que se le presenten". Esa manera de pensar ha llevado a
Jhon Carlos Castaño a dejar de ver la falta de recursos como una
imposibilidad para hacer ciencia en el país, y lo ha convertido en un
empresario del saber.
En su opinión, hay que trabajar duro para obtener productos de los que
se puedan derivar patentes y ofertas comerciales que se traduzcan en
recursos para financiar otros estudios. Sus ejemplos son el desarrollo
de métodos diagnósticos para detectar virus y la elaboración de
productos con capacidad terapéutica que se puedan vender.
El Grupo de Inmunología Molecular, "tras el arduo trabajo del magíster
Leonardo Padilla", obtuvo recientemente una proteína recombinante
sintética del virus del dengue, con la cual espera aportar al
diagnóstico de esta peligrosa enfermedad. A partir de un gen del virus,
que fue insertado en una bacteria para obtener la proteína NS1 (no
estructurada 1), se está elaborando una prueba de ELISA para buscar
anticuerpos tipo IGM que se relacionarán con la infección aguda. La
idea del grupo es observar la cantidad de anticuerpos que es capaz de
producir el organismo humano para defenderse. "Esto es importante para
ver si la respuesta inmune del paciente va a ser proinflamatoria o
antiinflamatoria, clave para saber si el enfermo se va a complicar o
no", explica el profesor.
Esta área abarca otro tipo de enfermedades analizadas por el grupo,
como la toxoplasmosis. Jhon Carlos Castaño y sus estudiantes han
encontrado alrededor de 20 anticuerpos monoclonales que reaccionan ante
el toxoplasma gondii y han descubierto que estos reconocen una
parte específica de una proteína presente en el parásito, lo que
serviría para identificarlo con mayor facilidad en el organismo humano
y combatirlo eventualmente.
Estos trabajos son el producto de la pasión que el científico asegura
infundir a sus muchachos. "Yo le digo a mis estudiantes que así como
Jesús le dijo a sus apóstoles ‘id a hacer discípulos', a mí me dijeron
‘id a hacer científicos'. Mi labor es hacer que la gente de cualquier
edad le pierda el miedo a crear, pues investigar es un acto responsable
de generar conocimiento".
{* title=En pos de un sueño}
En pos de un sueño
Amante de la ciencia ficción y de la literatura de Gabo, a quien
considera un tomador de pelo excelente, Jhon Carlos Castaño combina el
laboratorio con el deporte (spinning y ciclomontañismo) y la música
cubana, específicamente la nueva trova. Esta es una afición derivada en
parte de su paso por Cuba y está relacionada con la creencia de que la
música protesta es la más romántica que se ha compuesto en
Latinoamérica.
Es un jugador de fútbol empedernido y hace alarde de sus buenos
resultados en este campo, ya que el equipo de su laboratorio obtuvo en
el 2005 la copa del Campeonato de la Facultad de Ciencias de la
Salud, y él era el arquero.
Sin dejarse meter goles en el juego, ni en la investigación (por parte
de los virus y parásitos), el docente se pasa los días "formando a los
futuros héroes de la patria: los científicos". Su mayor ilusión es que
ellos logren comprender que más allá de leer libros y revistas médicas,
deben tratar de crear, "pues la función del estudiante no es sólo
aprender el pasado de la medicina, sino vivir intensamente el presente
desde la clínica y el laboratorio, lo que implica escribir el futuro de
la disciplina".