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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Luis María Borrero

Publicado, 01-09-2004

El médico y científico colombiano Luis María Borrero, docente de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle, es reconocido por la comunidad científica como uno de los padres de la fisiología en Colombia. Desde el aula y el laboratorio ha hecho una escuela que traspasa fronteras y que se caracteriza por la universalidad de sus planteamientos y el rigor de su método.

Luis María Borrero
Perfil elaborado en septiembre de 2004

Tiene 82 años de edad, 52 de maestro en la Facultad de Salud de la Universidad del Valle y toda una vida dedicada a la ciencia, desde que su madre lo introdujera en el mundo de la experimentación con las fascinantes historias sobre las clases de física que había cursado en sus épocas estudiantiles.

Los pasos cortos pero apresurados del profesor Luis María Borrero, cuando asciende uno a uno los escalones del edificio que lleva su nombre en la sede San Fernando de Cali, hablan de la intensidad con la que ha realizado sus proyectos académicos y de la fuerza que le ha heredado a las generaciones de fisiólogos nacionales que se han formado bajo su égida.

A pesar de que su cuerpo se reciente de cuando en cuando, toma un respiro, mira hacia arriba con las energías renovadas y continúa, siempre en pos de una meta: llegar al laboratorio para seguir realizando hallazgos que den nuevas respuestas a fenómenos como la fatiga muscular.

Esa perseverancia sin duda obedece a la disciplina que lo ha caracterizado desde que siendo un colegial descubrió que la interpretación física de los fenómenos biológicos era un campo grandioso en el que debía profundizar. "El aspecto fisicoquímico, que sólo conocí hasta que llegué a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en 1941, agrandó aquella inquietud, de manera que para mí el campo de la fisiología se volvió un objetivo", recuerda. 

El profesor Luis María es una verdadera institución en la Universidad del Valle. Como pocos, en los años 40 tuvo la oportunidad de hacer una pasantía postdoctoral en la Universidad de Harvard, luego de cursar un postgrado en la Nacional de Bogotá. Desde entonces, instituciones como la Universidad de Rochester de Nueva York, la de Houston Texas, la de Tennessee y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) lo han visto saciar una sed de conocimientos que luego se ha volcado en valiosas enseñanzas para sus estudiantes, a quienes ha marcado para bien, en opinión de la profesora Blanca Salazar, una de sus pupilas.

Por sus cualidades intelectuales, humanas, docentes y científicas ha recibido desde 1943 un sinnúmero de galardones, que van desde la tesis laureada para obtener el grado de doctor en medicina y cirugía en la Universidad Nacional, la medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional y la Gran Cruz de la Universidad del Valle, hasta el Premio al Mérito Científico de la Asociación Colombiana de Ciencias Biológicas y una mención de honor en la categoría Vida y Obra de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia ACAC.

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Fraternidad anfibia

La historia de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle está indudablemente ligada a la figura de Luis María Borrero. En sus relatos retrospectivos comenta que ésta nació como fruto de las recomendaciones de una misión de las Naciones Unidas que visitaba Colombia en los años 40 para estudiar el estado de la educación médica en el país. "Lo encontró muy pobre y como solución efectiva sugirió crear una escuela nueva que no tuviera ataduras ni compromisos y que pusiera en marcha ideas modernas de enseñanza médica, lo que implicaba un fuerte fundamento científico".

Para aquella fecha (1950) los docentes Gabriel Velásquez y Santiago Rengifo, administrador y organizador académico de la Facultad, tenían muy claro que para darle rienda suelta al proyecto de crear una escuela de punta debían vincular a ella a investigadores con un perfil internacional y formación integral. Luis María Borrero era uno de los mejores en su campo y aunque la Fundación Kellow había financiado su postdoctorado para que sirviera a la Universidad Nacional, consiguieron que hiciera parte de una empresa científica que hoy más que nunca tiene mucho que mostrar.

"Iniciamos una Facultad con ayudas internacionales pero con alas de cucaracha, pues los medios eran escasos. Trabajamos en sapos todo lo que podíamos, porque abundaban aquí y eran baratos. Todo estudiante que pasara por fisiología había espachurrado unos cuantos. Entonces parecía lógico que la distinción al mejor estudiante fuera la orden del sapo, por eso les entregábamos a los alumnos figuras de estos animales elaboradas en alambre cuando eran acreedores a reconocimiento", comenta con una sonrisa dibujada en su rostro.

Según el académico, a la Facultad de Salud de la Universidad del Valle le llegó suficiente influencia humana como para convencerse de que con un buen fundamento científico podía hacer una tarea de primera clase. Y sin duda Borrero es el reflejo de ello. "Su erudición es tan amplia que usted le pregunta de cualquier de tema y lo lleva a las ecuaciones, a las gráficas, a las deducciones matemáticas, a las formas químicas y desde todo ese mundo lo saca a la aplicación de eso en la vida, va hasta la geografía, la historia y vuelve al laboratorio otra vez", explica la profesora Blanca Salazar. 

No se trata de un científico común, pues en sus jornadas suele conjugar la experimentación con la lectura de novelas históricas, el dibujo y la pintura al óleo. Además, afirma no ser un buen hogareño, ya que tiene una inmensa biblioteca en su casa y, en vez de descansar, se la pasa la mayor parte del tiempo embebido en ella.

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Método de vida

"Me gusta jugar con las cosas con base en ideas y predicciones de este tipo: si el efecto que estoy viendo se debe al factor A, cuando yo aumente la magnitud  de ese factor el efecto debe crecer, si la disminuyo debe bajar o desaparecer. Si encuentro que sí ocurre lo que predije estoy en lo cierto, si no, tengo que ensayar otra idea. Eso es hacer investigación".

Con esa máxima en mente, el profesor Luis María Borrero se ha centrado en la fatiga muscular para trabajarla con el modelo explicativo del calcio, pues ha encontrado que la caída de los niveles de ese compuesto en el organismo, sin que haya reposición, genera serias alteraciones. Su preocupación es mirar todos los factores a nivel molecular que de diferente manera influyen en la patología, como la temperatura, las proteínas secuestradoras de calcio y el cambio de la concentración de esa sustancia en el músculo.

El fisiólogo es tan reconocido en ese tema que desde 1969 ha dirigido una cantidad considerable de tesis para magíster en subtemas como el comportamiento de la estructura contráctil aislada del músculo sartorio del sapo, los efectos de la estimulación periódica prolongada sobre la fuerza generada en el músculo esquelético, o la relación entre concentración de parvoalbúmina (proteína secuestradora de calcio) y fatigabilidad del músculo esquelético del ratón.

Tal vez el aspecto que lo defina por excelencia sea la duda, como buen científico. "Cuando uno llega a tener una respuesta de algo y cree que ya ha logrado el objetivo, el profesor Luis María vuelve y lo pone en tierra, lo contextualiza y así uno sabe hasta donde ese hallazgo es significativo y qué tanto aporta. Es un personaje con una sabiduría de alto nivel, pero con mucha humildad y una mezcla de afecto, ternura y paciencia, sin dejar de lado el rigor", agrega la profesora Salazar. 

La Facultad de Salud desde sus orígenes ha perseguido la excelencia y en su opinión no lo ha hecho por darse lujos, sino porque cree que las tareas universitaria y médica lo piden, "de lo contrario ninguna de las dos es aceptable". En ese pensamiento se enmarcó durante muchos años su papel como presidente del Comité de Currículum de la Universidad del Valle, decano de la Facultad de Salud, presidente del Comité de Biblioteca Médica del alma máter y asesor de fisiología de la Organización Panamericana de la Salud.

Su máxima preocupación es que los esfuerzos emprendidos hace 52 años se vean obstaculizados por la falta de presupuesto estatal para la educación pública que lideran instituciones como la Universidad del Valle. Por esa razón, consciente de que esa variable se sale de sus manos, hace todo lo que su salud -que en los últimos años se ha visto un poco afectada- le permite para continuar su escuela, ahora en calidad de profesor emérito con grupos de investigación de la Facultad de Odontología y estudiantes de la Maestría en Fisiología.

Llega la tarde, como de costumbre se le ha pasado el tiempo entre muestras microscópicas de tejidos musculares, experimentos con anfibios, certezas y dudas reflexionadas una y otra vez. Respira profundo, toma fuerzas e inicia su camino rumbo a casa, de nuevo con pasos cortos pero veloces. Mañana será otro día y seguramente habrá otra teoría que probar.


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