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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Patricia Del Portillo Obando

Publicado, 31-08-2006

La tuberculosis ha sido su objeto de estudio, casi desde el pregrado. Sin haber obtenido diplomas de postgrado, Patricia Del Portillo Obando es considerada como un ‘postdoc’ por la comunidad científica. Al mismo tiempo es el motor de CorpoGen, un centro de investigación que creó con cuatro colegas y que hoy es centro de excelencia del país.

Patricia Del Portillo Obando
Perfil elaborado en agosto de 2006

“Les voy a contar la historia de un sueño que nació hace algunos años, y fue la creación de un centro de investigación sin ánimo de lucro llamado Corporación CorpoGen”... Así empezó la microbióloga Patricia Del Portillo una de sus tantas conferencias que dicta por todo el país, llevando un mensaje: en Colombia es posible hacer ciencia.

A pesar de las angustias y de las maromas que hace para pagar la nómina, las horas extras trabajadas, la dedicación para entrenar a los jóvenes investigadores, que luego se van del Centro a continuar sus estudios de postgrado, la directora científica de CorpoGen es optimista. La Corporación que dirige ya cumplió once años haciendo investigación, ofreciendo productos y servicios a los sectores gubernamental y privado, y ganando posicionamiento nacional e internacional.

Microbióloga de la Universidad de los Andes, se ha dedicado a investigar todo lo que está por descubrir de las bacterias patógenas, aquellas que producen enfermedades, especialmente la responsable de la tuberculosis, Micobacterium tuberculosis, que se ha convertido en su prioridad de investigación. Gracias a este microorganismo ha ganado premios y es reconocida internacionalmente.

{* title=Una carrera en ascenso}
Una carrera en ascenso

No exhibe diplomas de maestría ni de doctorado, pero como si los tuviera. Aunque en realidad hizo una maestría en la Universidad de los Andes, nunca se graduó, a pesar de haber cumplido con casi todos los requisitos, menos la sustentación y la defensa de la tesis, titulada Hacia la síntesis química de una vacuna contra la tuberculosis, bajo la dirección del inmunólogo y profesor suyo, Manuel Elkin Patarroyo. “En ese momento era muy difícil identificar proteínas que fueran específicas de tuberculosis porque no existían las herramientas que tenemos hoy en día. Sin embargo a través de la inmunología logré identificar una proteína que la reconocían los pacientes tuberculosos pero ningún otro de los vacunados, la 14Kd”, explica. “Fue una tesis muy chévere, porque tenía secuencia de aminoácidos, purificación de proteínas, tenía de todo”.

Este fue uno de los trabajos que le merecieron el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar, en 1984. Hoy se arrepiente de dos cosas: no haber cumplido el último paso para conseguir su maestría y no haber publicado el trabajo. “Hoy en día sabemos que es una proteína que está implicada en una cantidad de mecanismos importantísimos en tuberculosis; y nosotros teníamos la secuencia inicial desde 1981”, dice. Pero ya no es hora de reclamar autorías. Eso le dejó una gran lección, que la repite sin cesar: lo que no se publica no existe.

Tiene 25 artículos publicados en revistas internacionales. “El problema es que tengo menos publicaciones de las que debería tener”, insiste, pues en el campo molecular de tuberculosis ha sido pionera no solamente en Colombia y es mucho lo que tiene por publicar.

{* title=La tuberculosis, su objeto de estudio}
La tuberculosis, su objeto de estudio

Del Portillo se vinculó al Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de Dios desde 1977, pocos meses después de recibir clases con el profesor Patarroyo. Allí, luego de un entrenamiento en la Universidad de Harvard, en Massachussets, montó el área de biología molecular conjuntamente con la química Lidia Sánchez.

También dirigió el proyecto para construir las primeras bibliotecas genómicas del país sobre el microorganismo causante de la tuberculosis e identificó, junto con sus compañeros de trabajo, el primer gen especie específico del bacilo de la tuberculosis humana, lo que le permitió desarrollar un diagnóstico molecular por PCR con base en ese gen, el MTP40. “Fue el primer fragmento de ADN que distinguía Micobacterium bovis de Micobacterium tuberculosis y publicamos tres artículos en revistas internacionales”, señala.

La tuberculosis es una enfermedad infecciosa y contagiosa, producida por el bacilo de Koch, que afecta al ser humano. La Organización Mundial de la Salud estima que un tercio de la población mundial está infectada y que anualmente mueren alrededor de tres millones de personas. Esta enfermedad, que está considerada como un problema de salud pública, afecta entre 25 y 50 colombianos por cada cien mil habitantes.

A comienzos de los años noventa Chiron Corporation, una empresa de biotecnología de Estados Unidos, le ofreció la oportunidad de trabajar en una técnica para detectar el Micobacterium tuberculosis utilizando un novedoso sistema de amplificación química, el Branch DNA, gracias a su destacado recorrido estudiando estas micobacterias. Así que la aceptó, y viajó en calidad de postdoctorado, acompañada por su marido, filósofo y docente universitario y su pequeña hija.

La experiencia en Chiron fue muy enriquecedora, así como luego una pasantía que hizo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, CSIC, en Granada, siendo su paso por el Instituto de Inmunología, durante casi dos décadas, el que la marcó definitivamente.

En 1995 resuelve asociarse con cuatro de sus colegas del Instituto y crear la Corporación CorpoGen, con la idea de dedicarse a la biología molecular. Hablan con Patarroyo, les da vía libre, les deja llevarse un proyecto que ellos dirigían, el del Fusarium oxisporum, y se vinculan a la Incubadora de Empresas de Base Tecnológica, Innovar, como apoyo para cimentar la empresa.

“Hacer empresa de biotecnología en el país es muy difícil, pero no imposible”, dice, aclarando que CorpoGen aunque no es una empresa, sino un centro de investigación, trabaja en cuatro líneas de investigación, salud animal, vegetal, humana y medioambiental, y genera productos que comercializan, y que son su fuente de sostenibilidad económica.

“Somos conscientes que tenemos que dar un salto en cuanto a productos y la idea es desarrollar diagnósticos para el sector humano”, para lo cual está trabajando con la Red Latinoamericana y del Caribe de Tuberculosis, con la Unión Europea y con el Consorcio Colombiano de Investigación en Tuberculosis.

Trabajan en el proyecto del ‘oligocolor’, que busca desarrollar una plataforma molecular para la detección simultánea de la resistencia del Micobacterium tuberculosis a los medicamentos rifampicina y fluoroquinolonas. “Es el proyecto grande que tenemos con la Comunidad Económica Europea, en el cual participan científicos de Bélgica Suecia, Holanda y Argentina. La idea salió de nosotros en Colombia, y fue uno de los proyectos mejor calificados. Tenemos un ranking altísimo, porque es una idea muy novedosa, es liderado por un país que no tiene todas las facilidades y nosotros desarrollamos la tecnología”.

Lo que sucede, explica Del Portillo, es que en tuberculosis, la multiresistencia a drogas es uno de los problemas más serios que enfrentan las autoridades encargadas de la salud pública de los países afectados. El microorganismo cada vez desarrolla mecanismos más sofisticados para combatir los medicamentos, y lo peor es que se trata de un tratamiento extenuante, que exige al paciente tomar seis pastillas diarias durante seis meses. “Si aparte de eso te empiezan a dar el tratamiento y eres resistente, sigues diseminando el microorganismo y te conviertes en un foco crítico”.

El proyecto busca lograr que mediante una prueba molecular, realizada en placa, se puedan conocer las habilidades de las diferentes cepas del microorganismo estudiado, por ejemplo si es resistente a fluoroquinolonas y a rifampicina simultáneamente, o si es sensible a fluoroquinolonas y resistente a rifampicina al mismo tiempo, y cuáles pueden ser las razones de esas características.

“Es un proyecto de alto riesgo porque es muy innovador”, explica la científica. “Hasta ahora hemos hecho la primera evaluación, y aunque no resultó como nosotros queríamos, por lo menos la gente de Europa que lo hizo demostró que la tecnología es factible. En este momento empezamos la segunda evaluación, un ensayo clínico con los grupos de investigación de Argentina, que tienen las muestras de pacientes”. Si los resultados indican que el método es promisorio, la misma Comunidad Europea podría continuar financiando el proyecto e iniciaría los primeros contactos para aliar alguna compañía que pueda encargarse de producirlo.

Simultáneamente trabaja en dos proyectos más con los europeos: uno tiene el objetivo de mejorar el diagnóstico, detectar la resistencia a drogas tempranamente y controlar la tuberculosis en América Latina, y el otro busca entender el estado latente del microorganismo y su ciclo celular. Su grupo de investigación está realizando genómica comparativa en cepas de Micobacterium tuberculosis que circulan en el país. Este proyecto hace parte del Consorcio Colombiano de Investigación en Tuberculosis, uno de los centros de excelencia financiados por Colciencias y del cual hacen parte científicos de seis grupos reconocidos del país. Dentro de este mismo Consorcio, dirige el grupo de investigación que trabaja para desarrollar el formato PCR-ELISA para la detección de M. tuberculosis en muestras clínicas.


{* title=Ciencia para la sociedad}
Ciencia para la sociedad

Patricia quiso ser médico como su padre, un cardiólogo que hizo los primeros ensayos de hemodinamia en el país. Cuenta que como tenía que dictar charlas con frecuencia, las ensayaba frente a su esposa y a sus hijos, para que opinaran y le dieran ideas. Si bien el mayor número de observaciones las recibía de su esposa, y poca era la participación de los hijos, algo les debió quedar, pues los tres son investigadores: una en educación y dos en ciencias biológicas.

Quizá si hubiera sido médico no habría sido una investigadora, reflexiona. Pero aún tiene algunas metas por cumplir, como por ejemplo que CorpoGen sea sostenible en el tiempo “y que yo pueda estar tranquila de que no va a desaparecer.” En ese momento se dedicará a investigar solamente, porque le encanta.

Valora aún más el placer que le produce la generación de conocimiento, la investigación, la actividad científica, cuando ve que, primero, publica para diferentes públicos, desde los pares científicos, hasta la ciudadanía en general, y segundo, cuando evidencia que éste tiene algún tipo de aplicación.

Incentiva en sus colaboradores la persistencia y la disciplina de escribir artículos para las revistas internacionales, y les enseña además que es necesario llegar a más audiencias, para que los colombianos que no son investigadores sepan de los logros y de los procesos de la comunidad científica nacional.

Por eso atiende a los periodistas, no le teme a las cámaras, ni a los grandes auditorios, y goza con las conversaciones que sostiene con los visitantes de Maloka, dentro del programa ‘Charlas con científicos’. Se multiplica y no deja de botar corriente para lograr que la ciencia sea parte de la cultura nacional.


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