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Científicos en el área de Ciencias de la Salud

Rodolfo Llinás Riascos

Publicado, 01-11-2005

Considerado como uno de los padres de las neurociencias modernas, el colombiano Rodolfo Llinás Riascos se ubica en la cima de la investigación científica en el mundo. Cuarenta años estudiando el cerebro humano y el funcionamiento de las neuronas le han valido cinco doctorados Honoris Causa, así como un sinnúmero de premios y reconocimientos.

Rodolfo Llinás Riascos
Perfil elaborado en noviembre de 2005

El cerebro es el órgano vital más importante que tenemos los seres vivos, ya que registra toda la existencia. Retiene, recuerda y asocia, nos dice qué hacer y cómo, nos da la capacidad de soñar, es nuestra conciencia, determina quiénes somos y en qué nos convertiremos, nos guía si estamos en peligro o cuando experimentamos alguna sensación agradable, reconocemos el mundo exterior a través suyo y efectuamos todas nuestras acciones de acuerdo con sus órdenes.

“La comunicación neuronal es la encargada de construir nuestra vida, lo que es demostrable hoy en día por medio de aparatos con altísimos niveles tecnológicos como el electroencefalógrafo, el cual es capaz de medir y registrar la actividad y funciones del cerebro”, explica el científico colombiano Rodolfo Llinás.

De niño, creció en un ambiente que le permitió desarrollar la creatividad, el pensamiento lógico y el razonamiento por inducción y deducción, postulados que hoy defiende como único camino para alcanzar una buena educación en las escuelas y colegios y para que los jóvenes desarrollen niveles de comprensión lógica para desenvolverse mejor en el mundo.

Desarmaba todo cuanto podía para saber cómo funcionaban los objetos, siempre motivado por su curiosidad insaciable y la complicidad de su padre y de su abuelo, quienes le abrieron las puertas del universo científico al llevar a la cotidianidad del hogar los temas de la medicina y de la psiquiatría, que eran sus respectivas profesiones. Ambos se encargaron de darle los espacios para desarrollar su inquietud personal sobre el funcionamiento del cuerpo, de la mente humana y de las causas y efectos de los fenómenos naturales.

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Trayecto sabio

Su vocación científica lo llevó a estudiar medicina en la Universidad Javeriana de Bogotá y al terminar sus estudios en 1959 comenzó una fructífera etapa de viajes por Estados Unidos y Europa, pasando por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, el laboratorio de Bernhard Hess en Zurich y la Universidad de Minessota, hasta que en 1963 viajó a Australia para hacer su doctorado en neurofisiología en la Australian National University de Canberra, donde se graduó en 1965.

En los años que siguieron, empezó a publicar artículos sobre el funcionamiento de las neuronas y regresó a las aulas, ya no como alumno sino como profesor. Desarrolló nuevas investigaciones en institutos científicos de Detroit, Iowa y Chicago, hasta que en la década del 70, luego de una vertiginosa carrera hacia la cima de la investigación mundial, llegó al Departamento de Fisiología y Neurociencia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York, el cual es uno de los lugares donde se adelantan importantes estudios sobre el funcionamiento de nuestro órgano rector; desde 1976 es el director de dicho centro.

Sus aportes, plasmados en más de 500 trabajos científicos y catorce libros, lo han hecho merecedor de premios y distinciones, entre los cuales se destacan el John C. Krantz Award de la Universidad de Maryland, la medalla Albert Einstein de la UNESCO, la Orden de Boyacá de la Presidencia de la República de Colombia, el premio Robert S. Dow en Neurociencias de la Universidad de Oregon y el Premio Signoret en Cognición de la Fondation Ipsen La Salpâtrière de París. Es miembro de un sinnúmero de academias y asociaciones científicas, tales como la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, la Academia Francesa de la Ciencia, la Academia Nacional de Medicina de Colombia y la Real Academia de Medicina de España.

Además, ha sido distinguido como Doctor Honoris Causa en la Universidad de Salamanca, la Universidad de Barcelona, la Complutense de Madrid, la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad de Los Andes en Bogotá. En 1994 hizo parte de la Misión de Sabios, convocada por el Estado colombiano con el fin de proponer las bases para una transformación educativa, tecnológica y científica del país.

{* title=Cigarras que suenan al unísono}
Cigarras que suenan al unísono

“Somos nuestro cerebro. Todo lo que hacemos viene de él: pensamientos, sueños, recuerdos y la percepción que cada uno tiene de la realidad. Es un sistema vivo de estructuras complejas capaces de autocorregirse molecularmente por medio de una integración permanente, desde lo micro hasta lo macroscópico”, señala Llinás.

En 2003 apareció la versión en español de su libro I of the Vortex. From Neurons to Self, traducido como El cerebro y el mito del yo, en el cual explica para el público general su teoría acerca del papel de las neuronas para el pensamiento y el comportamiento humano. De manera sencilla y amena, demuestra que no hay creación humana que se parezca al cerebro, calificado por él como el resultado máximo de la evolución. “Un avance tecnológico similar debería ser del tamaño de la Tierra para alcanzar su grado de inteligencia y su operador tendría que ser tan grande como el sol… es como preguntar cuántos pájaros se necesitarían para viajar a la luna”, afirma Llinás.

Como anota en su libro, las neuronas emergieron con el fin de facilitar y organizar la complejidad creciente de las transformaciones sensomotoras del mundo exterior que percibimos. El núcleo de su teoría es el concepto de oscilación, ya que en las neuronas se presentan variaciones de voltaje, las cuales al alcanzar ciertos picos hacen posible la sinapsis o transmisión de impulsos entre neuronas y por tanto sientan la base de la neurocognición.

Para ilustrarlo señala que las neuronas “son como cigarras que suenan al unísono y crean una resonancia”. Este principio de comunicación neuronal hace posible que nuestro cerebro se apropie de lo externo generando a la vez un estado interno de funcionamiento permanente. De alguna manera, y en esto radica el aporte de Llinás, la realidad no está “afuera” sino que vivimos a partir de una realidad creada por los impulsos neuronales. En otras palabras, según la teoría de Llinás, vivimos gracias a lo que sería una “realidad virtual interior”.

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Intercambio neuronal

Para conocer más sobre el manejo de cada función orgánica del cerebro fueron necesarios muchos años de trabajos e investigación, pero los adelantos no parecen tener punto final. Actualmente Llinás y su equipo trabajan en un sistema de comunicación cerebral entre dos personas, con las características de lo que comúnmente llamamos telepatía. Lo que fue por mucho tiempo un asunto de las seudociencias, hoy es una realidad posible desde la ciencia moderna.

Este trabajo tiene como objeto lograr que una persona vea y sienta lo que otra está percibiendo durante el desarrollo del experimento. Así, ambos individuos estarían intercambiando sensaciones y emociones en tiempo y forma real. Este sistema está basado en algo llamado neuronas en espejo. “Cuando alguien llora, nos pueden dar ganas de llorar a nosotros, lo mismo ocurre cuando vemos a otras personas comer, ya que nos genera esa sensación de hacer lo mismo. De llegar a registrar un gran número de células, se podría identificar un alto grado de conectividad por medio de la instalación de electrodos suficientes en diferentes áreas y se podría hacer una correlación entre la actividad eléctrica y lo que está ocurriendo. Al situar esta actividad en el contexto de otro cerebro se tendría un hiperespejo”, explica el científico.



Experimentos visionarios como estos seguirán manteniendo a Rodolfo Llinás a la vanguardia de la investigación y como un ejemplo para las futuras generaciones de científicos, a las cuales siempre tiene en mente. En efecto, para él siempre ha sido indispensable que se inculque en los jóvenes el amor por la ciencia y por explorar por su cuenta el sentido de las cosas.

Es por eso que, cuando viene a Colombia y dicta conferencias a los estudiantes de todos los niveles, se muestra apasionado al hablar sobre su actividad científica y abierto a divulgar sus hallazgos, sin que suenen como algo oscuro o inalcanzable, sino como algo cotidiano y sencillo. De ahí que concluya que “la ausencia de divulgación del saber es un error porque se le quita a los individuos la capacidad de ser felices porque el conocimiento produce una sensación de bienestar que se logra gracias a la curiosidad intrínseca del hombre y le permite acceder al mundo que lo rodea para comprenderlo y construirlo de forma permanente”.


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