Publicado, 01-02-2007
Desde hace 25 años el doctor Sócrates Herrera, docente de la
Universidad del Valle, emprendió una difícil carrera en busca de una
vacuna contra la malaria. Hoy es uno de los inmunólogos más reconocidos
del continente y su consorcio científico, que agrupa tres
instituciones, fue designado por la Organización Mundial de la Salud
como centro de referencia en Latinoamérica para estudiar esa enfermedad.
Perfil elaborado en septiembre de 2004
La malaria es un
problema de salud pública muy extendido en toda la región tropical del
planeta. En Colombia 85% del territorio está ubicado a menos de 1.600
metros sobre el nivel del mar, donde viven de 18 a 24 millones de
personas expuestas al riesgo de contraerla o morir a causa de ella.
Según la Organización Panamericana de la Salud, en el último decenio se
diagnosticó en el país un promedio de 160 mil casos por año, que está
ascendiendo vertiginosamente por fenómenos como la guerra y el
desplazamiento forzado.
El doctor Sócrates Herrera se vio
enfrentado muy joven al impacto social de esa enfermedad -que causa
anualmente millones de muertes en el mundo, principalmente en África,
los países del este asiático y Suramérica- pues en 1979, durante su año
de internado en Villavicencio, tuvo que presenciar con impotencia la
muerte de varios campesinos que se hallaban en la fase terminal de la
infección, luego de haber sido picados por el mosquito Anofeles.
Desde
entonces, decidió emprender una lucha frontal contra la malaria, que lo
llevó a trabajar inicialmente en el Hospital San Juan de Dios con
científicos nacionales como Manuel Elkin Patarroyo y luego, durante su
formación postdoctoral, de la mano de reconocidos especialistas
internacionales como los profesores Paul H. Lambert y Giampetro
Corradin, en el Centro de Entrenamiento e Investigación en Inmunología
de las universidades de Ginebra y Lausana en Suiza.
Su objetivo
ha sido entender la respuesta inmunológica de los humanos contra la
enfermedad para desarrollar una vacuna. Tarea titánica si se tiene en
cuenta que combatir al Plasmodium vivax -el parásito que con
más frecuencia produce la malaria en América- es prácticamente
imposible desde el laboratorio, pues no se puede cultivar y se requiere
tener animales de experimentación y pacientes para determinar sus
características. "Sin embargo, la cercanía de Cali al Litoral Pacífico,
zona en la que hay muchas comunidades expuestas a la enfermedad, es una
ventaja comparativa con otros países", aclara el académico.
Al
cabo de 25 años de estudios y con la certeza de que el país no puede
avanzar en la solución de este tipo de patologías si no se da a la
tarea de formar investigadores con un alto nivel científico, Sócrates
Herrera ha logrado consolidar en la capital del Valle del Cauca tres
centros de investigación de reconocimiento mundial: la Fundación Centro
Internacional de Vacunas, la Fundación Centro de Primates y el
laboratorio Asoclinic, todos vinculados al estudio de la malaria y
otras enfermedades infecciosas. Al trabajo desarrollado en estos
colectivos se suma la dirección del Instituto de Inmunología de la
Universidad del Valle, hoy catalogado como centro de excelencia por
Colciencias.
La Cámara de Comercio de Cali, el Colegio Médico
del Valle y la Cámara Junior, la Gobernación del Valle y la Alcaldía de
Cali, le han hecho diversos reconocimientos al docente "por ser un
líder de la investigación científica en Colombia". Así mismo, recibió
la medalla Alfonso Laverón a la mejor investigación presentada durante
el Congreso Mundial de Malaria de 1992.
{* title=Aportes en pareja}
Aportes en pareja
Si
se hiciera una retrospectiva de Sócrates Herrera, seguramente por
analogía vendría a la mente la imagen de Pierre Curie, pues cuesta
trabajo hablar de sus investigaciones sin tener en cuenta el aporte que
a ellas ha hecho Myriam Arévalo, su esposa.
Hace 22 años,
luego de conocerla en la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca, donde ella
terminaba el pregrado en microbiología y él era profesor, le pidió que
fuera su compañera de vida. Pero también de aventuras científicas, pues
a su lado adelantó el postdoctorado en inmunología en Suiza, se vinculó
en 1984 como maestro de la Facultad de Medicina de la Universidad del
Valle y trabajó para brindarle a los profesionales de la salud de Cali
un espacio propicio para desarrollar investigaciones biomédicas de
punta que aportaran al conocimiento de las enfermedades tropicales.
Quizás
ella sea la más indicada para dar una opinión integral sobre el
inmunólogo, a quien define como un maestro en toda la extensión de la
palabra. "Es un científico que enseña realmente, que acompaña y deja
huella en sus pupilos, no se trata del profesor que simplemente dicta
una clase y no le importa si el estudiante aprende o no, Sócrates se
preocupa por crear".
Esa pequeña semblanza se ajusta al rol
que él considera está cumpliendo en este momento. "Cada vez puedo
trabajar menos con estudiantes de pregrado por las actividades
administrativas y científicas. Mi labor ahora es más de maestro que de
profesor, es menos de cátedra y más de transmitir mis experiencias en
el Programa de Formación de Estudiantes de Maestría y Doctorado en
Ciencias Biomédicas de la Universidad del Valle".
{* title=Camino a la cura}
Camino a la cura
El
profesor Sócrates Herrera y los cerca de 100 científicos vinculados a
su consorcio comenzaron a trabajar por la vacuna contra la malaria en
los años 80. Su punto de partida fue el estudio químico y biológico del
parásito Plasmodium vivax, tanto fuera como dentro del mosquito que lo
transmite, para determinar la fase propicia de desarrollo en la cual
debían atacarlo.
Seguros de que el momento adecuado para
combatir el parásito era el comienzo del ciclo, inmediatamente después
que el Anofeles lo inyecta al humano, los investigadores procedieron a
desarrollar una vacuna sintética que actuara contra los compuestos
químicos que el Plasmodium posee en esa etapa.
La seguridad y
la inmunogenicidad (capacidad de estimular una respuesta inmunitaria)
de la vacuna se probaron en primates del género Aotus en el 2000,
debido a que ellos replican la enfermedad de forma muy parecida al
hombre, y en humanos en el 2003, bajo la supervisión de la Organización
Mundial de la Salud, con pacientes de la Fundación Clínica Valle del
Lili, de Cali y la estrecha colaboración del científico Giampetro
Corradin de la Universidad de Lausana en Suiza.
"El resultado de
la experimentación fue favorable en la medida que la vacuna es muy bien
tolerada e induce alta respuesta inmune. En el campo de las vacunas
contra el P.vivax esta representa una de las dos opciones que
actualmente se prueban exitosamente en humanos y corresponde a una
molécula homologa a la que recientemente fue probada en África contra
P. falciparum -otro de los parásitos que producen la malaria- por el
grupo del profesor Pedro Alonso de la Universidad de Barcelona", señala
Herrera.
Esta iniciativa, sumada al establecimiento en plena
Costa Pacífica de una estación de campo para el trabajo con las
comunidades endémicas, un centro de primates en Cali con cerca de 500
Aotus y Saimiri que sirven para la experimentación, la crianza de
colonias del mosquito Anofeles para mantener el ciclo de vida del
parásito y poder estudiarlo a profundidad, y un programa de
telemedicina patrocinado por la Comisión Europea, que permite apoyar a
comunidades lejanas de Latinoamérica con diagnóstico y educación sobre
la malaria, hacen de Sócrates Herrera y su consorcio "un modelo de cómo
hacer ciencia de impacto global desde un país en desarrollo", según la
revista TDR-News, publicación médica de reconocimiento internacional.
{* title=Formación creciente}
Formación creciente
Pero
la malaria no es el único mal que trasnocha a Herrera y a sus colegas.
En el ámbito científico también son famosos sus aportes al conocimiento
de marcadores genéticos que podrían servir para iniciar el tratamiento
de complejas leucemias que atacan a los niños en sus primeros años de
vida. De igual forma, estandarizan pruebas para el diagnóstico clínico
de enfermedades de difícil identificación, e indagan acerca de la
respuesta inmune de niños de diferente condición social ante alergias
como la rinitis y el asma.
No obstante, en la actualidad el
grupo consolida una línea de investigación cuyo impacto podría ser casi
tan grande como el de los estudios alrededor del Plasmodium, se trata de la vigilancia epidemiológica del virus del VIH en Latinoamérica a través de métodos de tipificación genética.
La
Armada de los Estados Unidos, que cuenta con una sede de investigación
sobre este tema en el Perú, contactó a los científicos para que les
ayudara a identificar las distintas cepas del virus presentes en esta
parte del continente. Ello se debe a que Asoclinic, una de las tres
instituciones que hacen parte del consorcio creado por el inmunólogo y
su esposa, es una de las pioneras en estudios sobre el VIH en Colombia.
"Gracias a esa trayectoria, nos convertiríamos en centro de referencia
en Latinoamérica para la genotipificación de este tipo de aislados",
señala Myriam Arévalo.
El proyecto más reciente que ha
emprendido Sócrates Herrera es el entrenamiento y formación en
investigación biomédica de un grupo de profesionales de América Latina,
con la financiación del Centro Internacional John E. Fogarty.
Su
esperanza es que con este tipo de aportes académicos se pueda reducir
la brecha científica que existe entre países desarrollados como los de
Norteamérica y Europa y los del Tercer Mundo como el nuestro, pues en
su opinión el problema de América Latina en general y de Colombia en
particular no es solamente la poca financiación, sino la distribución
inequitativa de la misma y fundamentalmente, el poco recurso humano
calificado.