Publicado, 01-11-2004
Cerca de 40 años dedicados al estudio de la realidad colombiana hacen
de Francisco Leal Buitrago, uno de los analistas de más reconocimiento
en el país. Sus aportes son fundamentales para entender la
convulsionada historia política de Colombia. Ha dejado plasmada su
trayectoria investigativa en más de 50 publicaciones, entre artículos y
libros, varios de ellos premiados.
Perfil elaborado en agosto de 2004
Francisco
Leal Buitrago es un hombre que no le teme a mirar con lupa la realidad
social y política de Colombia. Cree con firmeza en el análisis crítico
y riguroso para sugerir soluciones a la compleja historia de sangre del
país, pese a que cada vez su visión del futuro y de la actualidad es
menos optimista. Sus lúcidos aportes son el fruto de una mirada
construida desde la experiencia.
En 1955 ingresó a
prestar su servicio militar en el batallón "Miguel Antonio Caro",
creado por el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. Al cabo del
primer mes, los interesados en seguir la carrera castrense tuvieron la
oportunidad de pasar a la Escuela de Cadetes. Entre ellos estaba Leal,
que quiso ensayar si lo suyo era la milicia. Como oficial se
especializó en ingeniería, gracias a lo cual trabajó en proyectos
técnicos en varias zonas del país. Durante sus innumerables recorridos
no sólo se concentró en cumplir con sus deberes, sino que presenció las
consecuencias del periodo conocido en la historia colombiana como "La
Violencia".
En vísperas de ascender al grado de capitán, decidió retirarse y entrar a estudiar en la Universidad
Nacional de Colombia. La Facultad de Sociología había sido creada poco
tiempo antes por Camilo Torres Restrepo, Eduardo Umaña Luna y Orlando
Fals Borda, quienes imprimieron un novedoso y trascendental giro a los
estudios sociales en el país. Ingresó a este espacio de debate para
forjar sus reflexiones e ideas a partir de sus vivencias, lo que lo
llevó a hacer de los militares uno de los primeros objetos de estudio.
En
1967 recibió el grado como licenciado en sociología y en 1969 el de
magister en sociología del desarrollo, también en la Universidad
Nacional, en el marco de un programa de estudios especial para
Latinoamérica, apoyado y financiado por la Fundación Ford. Después, en
1974, alcanzó su doctorado en la Universidad de Wisconsin, Estados
Unidos, motivado por los avances de las escuelas de ese país.
Desde
entonces sus libros y artículos se convirtieron en material de consulta
de gran amplitud para comprender temas como las dinámicas de la
política colombiana, la evolución del Estado y sus instituciones a lo
largo de la historia republicana, el subdesarrollo, la seguridad
nacional y la democracia.
Entre las obras de Francisco Leal Buitrago se destacan: Clientelismo: el sistema político y su expresión regional (en coautoría con Andrés Dávila Ladrón de Guevara y premiado por Colcultura en 1992);
Estado y política en Colombia; El oficio de la guerra; y La seguridad
nacional a la deriva. Del Frente Nacional a la Posguerra Fría. Por
este último título recibió el Premio Ciencias y Solidaridad de la
Fundación "Alejandro Ángel Escobar" en la categoría Ciencias Sociales y
Humanas en el año 2002.
{* title=Crítico en esencia}
Crítico en esencia
Para
este docente es fundamental el análisis de la academia, siempre y
cuando sea constructivo. "Generalmente quienes tienen el poder
económico, político o de la información, por mencionar algunos,
confunden o malinterpretan las posiciones críticas, los diagnósticos y
las recomendaciones que se hacen cuando éstas pueden ayudar a cambiar
las cosas e incidir en la toma de mejores decisiones. Si el poder es
arrogante es impermeable a la crítica". De ahí que lamente
profundamente que en el país no sea posible ejercer con libertad esa
función esencial de la academia debido a la violencia que también ha
afectado a varios colegas y amigos suyos asesinados, exiliados,
amenazados o condenados al silencio.
Desde su punto de
vista, la suplantación teórica y práctica del Estado por parte de
poderes e intereses privados -en el caso de las guerrillas y del
paramilitarismo- podrá superarse únicamente cuando aquél monopolice la
fuerza y la justicia, respaldando su acción con políticas sociales
permanentes. "Se confunde fortaleza del Estado con que éste tenga un
ejército fuerte, cuando su verdadera fuerza radica en su manejo
político. La legitimidad no se basa en encuestas de opinión sino en la
confianza que tiene la ciudadanía y que se refleja en que todo el mundo
acata las normas y reglas".
Poco alentadora también es su
mirada a la situación entre países desarrollados y subdesarrollados,
más aún en el contexto de la globalización en el cual los Estados no
son autónomos y sus políticas están sujetas entre sí o dependen de los
dictámenes de las grandes potencias:
"Después de la
Segunda Guerra Mundial se buscaba que los países del Tercer Mundo
siguieran el camino de los industrializados, sin tener en cuenta que
los subdesarrollados lo son a costa de los desarrollados. Lo que se ha
demostrado es que los llamados eufemísticamente ‘países en vías de
desarrollo' (como Colombia), se han alejado cada vez más del paradigma
de desarrollo y en el futuro no podrán tener el modelo de democracia
participativa de naciones industrializadas sino que inventarán uno
nuevo".
{* title=Generación sin ideales}
Generación sin ideales
Sus
estudios sobre las coyunturas políticas nacionales le han hecho merecer
un sobresaliente lugar entre los analistas políticos e investigadores
sociales del país. Leal fue distinguido en 1997 como profesor honorario
de la Universidad Nacional de Colombia, en la cual fundó el Instituto
de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) en 1986. En
la actualidad es profesor titular del Departamento de Ciencia Política
de la Universidad de los Andes, donde creó en 1975 el primer postgrado
en Ciencia Política que existió en América Latina. También ha sido
profesor e investigador de las universidades Princeton, Columbia,
Central de Venezuela y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (Flacso) en Ecuador.
Aunque no ha dedicado todo
su tiempo a la enseñanza para darle más espacio a sus investigaciones,
considera que su actividad docente ha sido satisfactoria; una
oportunidad para compartir sus ideas y un reto para explorar nuevas
preguntas. Sin embargo, resalta la importancia vital que tiene la
investigación para él. "Qué bueno poder combinar ambas cosas, pero el
que se dedique sólo a la docencia y no a la investigación se anquilosa
y yo creo que la mayoría de los profesores universitarios en Colombia
están anquilosados. Es cierto que se hace investigación pero no se
publica o es una minoría la gente que lo hace".
Otra de
sus preocupaciones es que las nuevas generaciones no se interesen ni
por el pasado ni por el futuro, que vivan sin perspectivas y
esencialmente en el presente. "Nosotros veíamos en América Latina el
continente del futuro, hoy en día la juventud no tiene ideales.
Pensábamos que la Revolución Cubana sería el modelo a seguir, se veía
un ideal posible a mediano plazo, pero todo eso se derrumbó por falta
de recursos y por el advenimiento de las dictaduras apoyadas por
Estados Unidos. Después de la Guerra Fría, América Latina se volvió un
continente de tercera categoría".
A pesar de que el
panorama puede ser desalentador, considera que el conocimiento y examen
crítico de la historia podrán ayudar a los jóvenes a comprender mejor
los conflictos actuales. Esta será una de las herramientas más útiles
para proyectar hacia el futuro nuestra sociedad, acordar nuestro rumbo
como nación y, de una vez por todas, armar la paz para desarmar la
guerra.