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Científicos colombianos en el área de Ciencias Sociales y Humanas

José Juan Amar Amar

Publicado, 15-08-2006

José Juan Amar Amar es un soñador que actúa. Su objetivo, el bienestar físico, psicológico y social de los niños en condiciones adversas entre cero y siete años. Chileno de nacimiento y caribeño por convicción, no duda en tomar una chalupa por ríos y ciénagas de la Costa Caribe para llegar hasta los niños y trabajar con ellos y sus familias.

José Juan Amar Amar
Perfil elaborado en julio de 2006

Los niños y las niñas de cero a siete años han sido el objeto de estudio por más de treinta años del psicólogo e investigador chileno, radicado en Colombia desde hace más de 30 años, José Juan Amar Amar. “Es en los primeros cuatro años de vida de una persona cuando diseña su personalidad y por esa razón nunca serán suficientes los esfuerzos y el dinero que se invierta en el bienestar y en el desarrollo de esos infantes”. Entre los seres humanos, Amar considera que los bebés y los niños deben ser la prioridad.

Hay estudios que demuestran que el dólar que se deja de invertir en un niño en la infancia después le cuesta al Estado 300 dólares en cárceles, hospitales, o centros de rehabilitación, explica. Parte de la solución sería tener una mirada a largo plazo, que generalmente no suele acompañar a nuestros gobiernos. “Los resultados se ven cuando la persona tiene 18 o 19 años. Ahí es cuando se ve lo bueno o lo malo que hicimos con ella en sus primeros años de vida”.

Amar tiene la mirada del investigador, del psicólogo, del padre de familia, pero también del político. Quizá otra hubiese sido su historia de no haber tenido que salir exiliado de su país, hacia 1974, cuando no solamente estaba vinculado a la Universidad Católica de Chile, sede La Frontera, sino ejercía como congresista elegido popularmente.

Alcanzó a presentar dos proyectos, uno de los cuales obligaba a los bancos estatales a prestar dinero a quien escribiera un libro, sin intereses a largo plazo. Le habría convenido, además, pues hoy en día es autor o coautor de alrededor de 30, sin contar todos los artículos publicados en revistas de su especialidad.

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Barranquilla lo acoge


Amar llega a Colombia con dos pregrados: profesor de Educación Primaria, con especialidad en Historia, y Psicología. Aplica a dos vacantes, una en Cali y otra en Barranquilla. La Universidad del Norte fue la primera que lo aceptó y viajó inmediatamente. No se arrepiente. “Barranquilla es una ciudad con fuerte migración internacional, es como la puerta de oro del país. Pero además caí en muy buen lugar, pues ésta es una universidad que siempre se ha caracterizado por buscar la excelencia”.

Su primera propuesta fue crear un programa de Educación Preescolar en la División de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad y casi desde entonces organiza su grupo de investigación para adelantar estudios que beneficien a la población Preescolar.

Amar cree en la investigación científica acompañada de intervención en las comunidades estudiadas, razón por la cual desde que inició el programa lo vinculó a proyectos sociales, y qué mejor aliado en ese momento que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, el cual se beneficiaría de la Ley que desde entonces obliga a las empresas a contribuir con un porcentaje de su nómina.

Por esa época el programa contacta a la Fundación Bernard van Leer, de Holanda la cual también aprueba un proyecto para atender a la infancia de tal manera que no solamente satisfaga las necesidades básicas de los niños, sino que promueva un impacto en su desarrollo.

Inspirado en dos experiencias autogestionarias de Buenaventura y Cartagena, que consistían en organizar escuelitas populares en los barrios más humildes donde los padres de familia le pagaban individualmente a una persona para que enseñara a sus hijos a leer y a escribir, propuso fundar los Hogares Comunales del Niño, que se convertirían en una modalidad de atención a la infancia, la familia y la comunidad.

Una madre y 20 niños conformaron cada uno de estos hogares, que más que un lugar físico, se convirtió en un proceso social que promovía la participación de la comunidad sobre la base del bienestar de sus niños. Con el acompañamiento de la universidad, se les proveía atención educativa, nutricional, sicológica y en salud, considerados como los elementos más básicos que un niño necesita para su desarrollo. “Nosotros no nos limitábamos a atender al niño sino todo el entorno; promovíamos grandes movimientos comunitarios alrededor del niño”, cuenta Amar.

Los resultados no se hicieron esperar: “Cinco años después, Colombia recibió el reconocimiento de ser el país que más había disminuido la mortalidad en menores de cinco años. Por supuesto que estoy hablando de sobrevivencia, no de desarrollo, pero de todas maneras fue un elemento importante, y todavía es el programa social más exitoso que tiene el país. A uno le alegra saber que el trabajo que se hizo sirvió para muchas personas”.

A medida que se fue avanzando en la implementación del programa se adicionaron aspectos que fortalecían aún más la calidad de vida. “Como psicólogo uno no puede dejar de tener su interés particular y el mío ha sido durante 30 años el estudio de la mente infantil, sobre todo en contextos adversos” dice Amar.

El pensamiento del niño dos maestrías y dos doctorados, en Colombia y en Estados Unidos, complementan su formación hoy en día, cada vez centrando más su campo de investigación en niños en desventaja económica. De hecho su tesis de grado del doctorado de Newport University, versó sobre la “Elaboración del sentido de realidad en niños de 4 a 7 años en desventaja socioeconómica de la Costa Atlántica”, por el cual obtuvo su grado en 2001.

“Hacer puro aporte a la sociedad no es ciencia; es intervención", explica y continúa: “Pero hacer puro conocimiento en nuestros países me parece un poco elitista cuando uno ve un entorno tan desfavorecedor. Desde el punto de vista teórico mi trabajo ha sido el estudio de la mente infantil en situaciones adversas, y sobretodo el impacto de los contextos sociales en la construcción mental. Ese ha sido el gran tema y lo hemos ido abarcando a través de más de cien proyectos en los 30 años”.

El trabajo que ha liderado y que hoy dirige en el Centro de Investigaciones en Desarrollo Humano, CIDHUM, ha sido merecedor de premios nacionales e internacionales pero más que esos reconocimientos lo que lo gratifica es “saber que uno con su trabajo aportó algo para cambiar condiciones de vida adversa de mucha gente”.

Una de sus investigaciones fue la construcción del pensamiento de los niños que viven en contexto de pobreza. Se identificaron trece conceptos básicos de la vida de un niño que vive en esas condiciones y se estudió su significado, encontrando que por ejemplo para ellos, mientras más gordito sea un niño, es más bonito. “Las carencias humanas cambian todo”, dice Amar. “Lo que uno cree que los niños piensan no es realmente lo que piensan”.

La metodología fue novedosa en el sentido de comprender al niño desde la perspectiva del niño mismo y no desde la del adulto, explica el investigador. Se aplicó a 1400 niños que vivían en situaciones adversas para comprender el sentido de la realidad en el mundo que los rodea. “Ya hay estudios suficientes que muestran que si tu comprendes bien cómo funciona la economía y la política tienes más posibilidades de transformación, de cambio, de mejoramiento”, remata. Son más de diez años buscando conocer más sobre la comprensión del mundo económico de los niños.

Amar es también el decano de la División de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad del Norte de Barranquilla, pero confiesa que alrededor del 70 por ciento de su tiempo se lo dedica a la investigación. Actualmente lidera un proyecto con el PNUD para erradicar el trabajo infantil en las minas, y otro con el ICBF sobre la explotación sexual infantil en zonas de turismo de Santa Marta. Además sigue trabajando en la parte teórica de su investigación sobre el desarrollo mental en el niño.

“Uno quisiera en el fondo que lo que ha hecho sirva para generar políticas públicas y si tu me dijeras cómo me definiría te diría que como un ‘poeta de utilidad pública’. Más que un premio Nóbel, lo que quisiera es ser recordado como un investigador de utilidad pública”.

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Relación madre - hijo


El otro 30 por ciento de su tiempo lo dedica a las otras responsabilidades que asumió en la Universidad, a representar a su país, Chile, como cónsul honorario para Atlántico, Magdalena y Guajira, y a su familia.

Padre de tres hijos, casado con educadora infantil, su familia lo ha acompañado en sus investigaciones y hasta pone en práctica los resultados a los que ha llegado. Amar cuenta que su segunda hija, quien acaba de ser madre, le dijo que luego de haber leído uno de sus libros resolvió quedarse en la casa para estar con su bebé tiempo completo.

“Si yo fuera Ministro de Educación quintuplicaría los esfuerzos en programas para los primeros años de vida”, insiste. El entorno social, la relación madre – hijo, el bienestar del bebé son claves en el desarrollo de los niños. “Si se piensa en la rentabilidad social, puede ser muy capitalista la mirada, pero por ejemplo, un niño cuya madre en el embarazo tuvo un déficit de hierro en su nutrición, tendrá dificultades en matemáticas toda la vida, fracasará en el colegio y no habrá método pedagógico que cambie eso, ni madre que se lo arregle. Eso quedó así”.

No solamente la parte nutricional tiene impacto en el presente y en el futuro de la persona, continúa Amar. También está el tema de las oportunidades y la manera como una madre puede estimular habilidades en el niño antes de los siete años, o el tema de la identidad sexual, que se define en los dos primeros años de vida. “Yo diría que todos los humanos somos importantes, pero nadie más importante que el niño, a quien hay que darle la mejor atención posible. Allí está todo. Y yo creo que la mejor atención posible se la puede dar fundamentalmente una madre o un padre bien entrenados. Si eso fuera así, probablemente otra sociedad tendríamos”.


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