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Científicos en el área de Ingeniería, Arquitectura, Urbanismo y afines

Científico colombiano - Carlos Moreno

Publicado, 19-02-2008

Si hay alguien que tiene el secreto de cómo hacer exitoso ese vínculo entre academia y empresa, ese es Carlos Moreno, un colombiano que reside hace más de 30 años en Francia. Vinculado a la Université d’Evry Val d’Essone, este académico e innovador dirige hoy una empresa, Sinovia, que ofrece soluciones tecnológicas en el campo de la inteligencia artificial distribuida.

Científico colombiano - Carlos Moreno
Perfil elaborado en enero de 2008

En el portafolio del colombiano y a la vez francés Carlos Moreno, se destacan varias innovaciones con patentes. Por ejemplo, las centrales nucleares francesas cuentan con un mecanismo de inteligencia artificial, un robot araña, que tiene como objetivo vigilar el circuito de funcionamiento del agua en el reactor nuclear, para que la temperatura sea siempre la adecuada, una operación compleja si se tiene en cuenta que se trabaja en un sector irradiado. Fue un trabajo de equipo que duró más de cinco años y hoy está comercializado. Es una aplicación bastante compleja, automatizada, que está siendo usada no solamente en Francia sino también en el mundo en toda central de tecnología francesa.

Otro ejemplo, la ‘ciudad numérica’. Este es otro de sus proyectos ambiciosos, ahora convertido en producto, que han adquirido alcaldes y empresas en algunas ciudades también de Francia, como por ejemplo en la zona del Havre, al norte, en la desembocadura del Sena. Esta ciudad clasificada ‘Seveso’ por los grandes riesgos existentes, se ha dotado de un sistema completo imaginado por él para prevenir todo tipo de alertas y manejar las situaciones de crisis.

Este dispositivo ha sido completado hasta poder alertar en cada casa una situación de peligro. Se llama el Alertbox® y también lo han adquirido alcaldes de ciudades y operadores de seguridad. Es un equipo electrónico que, conectado a redes alámbricas o inalámbricas o a la frecuencia modulada, permite alertar sobre posibles peligros que se presenten en cualquier parte. Puede advertir sobre riesgos naturales como una tempestad, un temblor, o una fuga de gases, pero también situaciones de peligro generadas por el ser humano al detectar gritos o disparos, por ejemplo. “Uno lo puede conectar en su casa. Es un equipo electrónico que está diseñado para que de una manera autónoma interprete las señales del ambiente y le avise a los dueños de su casa que hay riesgos o situaciones de crisis naturales, tecnológicas o industriales”, explica Moreno.

Mas allá, la “ciudad numérica” conlleva una serie de innovaciones recientes que Moreno ha concebido (Plug & Power Smart® por ejemplo) para manejar informaciones y controlar dispositivos urbanos múltiples utilizando redes de diferente tipo y dentro de ellas la red eléctrica como red de comunicación, por donde se envía información y se puede manejar el entorno, como las cámaras de video, u otros dispositivos de vigilancia o uso corriente. Esto da lugar no solamente a un alumbrado inteligente permitiendo practicar economías de energía, evitar desperdicios y hacer ecodesarrollo en la ciudad, sino que además permite darle seguridad a las ciudades con potenciales peligros, mejorar igualmente los servicios urbanos e inventar nuevas utilizaciones en este entorno. Estos dispositivos comienzan a ser utilizados en diferentes ciudades de Francia.

Él, Carlos Moreno, es el artífice de éstas y de otras numerosas innovaciones tecnológicas en el campo de la inteligencia artificial y de la robótica. Es director general de Sinovia, una empresa que logró crear gracias a la Ley Allegre, de Francia, (1998) por medio de la cual se promueve la creación de empresa por parte de los académicos. Allí trabaja con un grupo de alto nivel en la industrialización de tecnologías y de productos para la supervisión y el control inteligente de numerosas y diversas infraestructuras tanto en el campo civil como en el nuclear y el militar.

{* title=De Colombia a Paris}
De Colombia a Paris
Nació en Tunja, vivió en Ibagué y sobre todo en Cali, ciudad a la que llegó cuando tenía ocho años, razón por la cual se considera caleño. Se graduó de bachiller en el Instituto Politécnico Municipal, aunque por su personalidad inquieta y un tanto revolucionaria, por el año 1975, cuando cursaba último grado de secundaria, lo expulsaron a sólo tres meses de recibir su diploma. Fue uno de los pocos que logró ingresar de nuevo, con la promesa de dedicarse al estudio y no al debate, a la discusión, a la revuelta y a las manifestaciones. Lo recibieron porque, a pesar de su actitud contestataria, era un magnífico estudiante.

Le interesaba la sociedad, los movimientos estudiantiles, el ser humano pensante, crítico y activo, pero al mismo tiempo era un apasionado por las ciencias básicas. Por eso se presentó a la Universidad del Valle a estudiar ingeniería química, pero hubiera podido estudiar matemática pura o física.

La búsqueda de un espacio de vida diferente lo llevó a Francia. Llegó a Paris en 1979. Nacía por ese entonces una disciplina llamada robótica. “En ese momento descubro que aquella gente que trabajaba las matemáticas, la electrónica, la mecánica, la física, incursionaba en una disciplina completamente emergente, la robótica, cuyo objetivo inicialmente era reunir conocimientos interdisciplinarios, con gente de áreas distintas, y construir artefactos con cierta inteligencia propia para realizar tareas de distinto tipo”, dice. La robótica es una convergencia de conocimientos pluridisciplinarios.

Tuvo la suerte de integrarse al grupo que comenzó a desarrollar esa disciplina en Paris, en el que participaban académicos de diferentes universidades justamente por ser una disciplina nueva, que exigía destrezas y conocimiento de diferentes campos del conocimiento.

Con la robótica y la inteligencia artificial llegó al máximo nivel de diplomas que ofrece Francia, el doctorado de Estado, y desde hace 15 años está vinculado a la Université d’Evry Val d’Essone, universidad que ayudó a crear, y donde hoy es docente, investigador, dirige equipos de investigación, siempre interdisciplinarios, en los que participan el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, CNRS, así como otras universidades.

{* title=Academia y empresa en una misma oficina}
Academia y empresa en una misma oficina
Su vida profesional ha estado marcada por la enseñanza, la investigación, la innovación tecnológica y la práctica industrial. De hecho conoce al detalle el sector de la innovación tecnológica en Francia, sus protagonistas institucionales, industriales y científicos, y pertenece a comisiones y grupos de trabajo de nivel ministerial por su valiosa experiencia en el tema de la transferencia de tecnología y la creación de valor industrial.

Se refiere a la pluridisciplinariedad, como la clave y el secreto para lograr convertir a un investigador en un exitoso empresario, sin dejar nunca el espíritu científico. Ese innovador, a su juicio, debe tener un alto grado de bases científicas, capacidad de innovación, de traducir un avance científico en una innovación tecnológica útil para la sociedad, y entender la importancia de las leyes del mercado, el aspecto gerencial y empresarial de las innovaciones insertas en diferentes sociedades. “Muchas veces las empresas científicas sufren porque quienes las dirigen no tienen esa mentalidad”, dice. “La pluridisciplinariedad no es que una persona sepa de todo, sino que tenga un espíritu suficientemente amplio para federar, rodearse de aquellos que son los mejores, y así lograr que un avance científico se convierta en una realidad económica”, remata Moreno.

Acepta que ha tenido suerte al vivir en el sitio y el momento adecuados para conseguir sus logros, no solamente porque ha sido parte del grupo que desarrolla en Francia la inteligencia artificial y la robótica, sino porque desde el punto de vista ideológico, la evolución de la política científica en Europa y la legislación francesa le han permitido concretar sus conocimientos en patentes, inventos y en la creación de empresas.

“Se trata de construir artefactos inteligentes para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos”, continúa. Y allí, en Sinovia, una empresa tecnológica vinculada a la universidad, es donde desde 1998 se dedica a pensar y generar productos. “Mi área de trabajo son los artefactos inteligentes autónomos, la inteligencia artificial distribuida, cómo hacer que un artefacto se vuelva inteligente, se adapte al entorno y así pueda cumplir con el papel para el cual ha sido ideado”.

{* title=El conocimiento, pilar fundamental}
El conocimiento, pilar fundamental
Para Moreno, la base de cualquier idea o innovación es el conocimiento. Y para generar conocimiento es necesario implementar políticas científicas de largo plazo, que incidan en la mentalidad de los ciudadanos. “El conocimiento no se genera con políticas de corto plazo, con políticas oportunistas o de buena voluntad”, dice, recordando el número de veces que ha escuchado en dirigentes colombianos la ya trillada frase y promesa de invertir el uno por ciento del PIB en ciencia y tecnología. Es urgente un cambio en la estrategia.

Su experiencia de más de 25 años como investigador y diez como innovador tecnológico le da licencia para hoy en día participar activamente en el proceso de la innovación en Francia, en la reflexión sobre la política científica del país y de su impacto en los “Think Tank”, en la reflexión sobre la investigación científica y su relación con la empresa privada, en generar procesos para la transferencia de tecnología. “Me siento muy contento de tener una vida profesional intensa, pluridisciplinaria y transversal, y de jugar un papel clave en Francia en la promoción no solo de la investigación y de la ciencia, sino también de la innovación y la alta tecnologia con sus aplicaciones concretas”. Hoy en día es vicepresidente de un Think Tank, el Comité Richelieu.

Como el adagio que reza “nadie es profeta en su tierra”, Moreno tiene un gran reconocimiento en Francia, y aunque también es reconocido por sus colegas en Colombia, su experiencia para generar lazos y apoyar la ciencia colombiana “ha sido un poco frustrante”, porque los esfuerzos y las grandes ilusiones y promesas se han quedado truncadas por el camino. Al respecto tiene varias experiencias, como la idea de nombrar cónsules científicos en los diferentes países, que actuaran como enlaces para generar convenios y posibilidades de trabajo científico entre grupos de investigación colombianos y sus homólogos en países europeos, idea que nunca se concretó. O el funcionamiento de la Red Caldas, a la cual también le dedicó tiempo y esfuerzo, llegando a ser el de Francia, dirigido por él, uno de los nodos más activos, idea que también murió. Incluso el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia lo nombró como su representante para hacer convenios con universidades colombianas, pero poco resultó. “Nunca he logrado encontrar una continuidad positiva en los diferentes esfuerzos”, dice. Sin embargo tiene pupilos en diferentes universidades colombianas, que al menos hacen que no pierda la esperanza.

Moreno está casado por segunda vez y hace parte de su vida pasar las vacaciones en familia en lugares perdidos de este “vasto mundo”, como son el círculo polar ártico, el Tibet, el Himalaya, los desiertos, la sabana africana, donde tienen la oportunidad de conocer otras condiciones y maneras de vivir, y entender y mostrarle ahora a su hijo menor, de 10 años Mattei, que “somos seres humanos efímeros en un mundo efímero”...

Nada de lo hablado tiene sentido, dice Moreno, si no se tiene al mismo tiempo un visión filosófica de la vida, si no consideramos que por ejemplo una visión de futuro tiene mucho que ver con el ecodesarrollo y la importancia de tomar conciencia desde ya para ofrecer un mundo sostenible a las futuras generaciones.

“El mundo sin teatro, sin música, sin espiritualidad, sin filosofía, es un mundo pobre, por más tecnología que haya”, dice Moreno, y vuelve sobre la generación del conocimiento como parte integral de la vida del ser humano: la importancia del avance científico para comprender el mundo.

Lo que más lo satisface es tener una idea, sentar sus bases en el conocimiento científico y la investigación, y traducirla luego a una realidad concreta que funcione y preste a la sociedad el servicio para el cual fue diseñada. Pero ante todo, insiste hay que desarrollar la curiosidad, porque “es la fuente de la vida más importante para progresar”.

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