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Científicos en el área de Ingeniería, Arquitectura, Urbanismo y afines

Horacio Torres

Publicado, 10-10-2007

La Universidad Nacional de Colombia cuenta con uno de los especialistas en rayos más importantes de Latinoamerica: Horacio Torres, vicerrector de Investigaciones de esta institución y cerebro de las normas técnicas de protección contra rayos en el país.

Horacio Torres
Perfil elaborado en octubre de 2006

Aunque en el imaginario de muchos ser ingeniero implique darle primacía a la tecnología sobre las personas, este académico es esencialmente humano, cálido y comprometido con la formación ética y moral de sus estudiantes.

Cuando en 1970 sus padres le recomendaron estudiar Ingeniería Eléctrica, al ver que lograba reparar una plancha que había estado fuera de servicio por semanas en su casa, quizás no imaginaron que Horacio Torres terminaría siendo un científico con renombre mundial, miembro y responsable del Working Group C4.04.4B “Lightning in Tropical Regions” del Study Committee C4 CIGRE (International Council on Large Electric Systems), con sede en París, Francia.

Su formación comenzó de una manera tímida, “la carrera era una profundización del bachillerato, así que no sabía claramente cuál sería mi especialidad”, sin embargo, en el último semestre, las cátedras de Diseño de Transformadores y Alta Tensión impartidas por Horst Maudanz, entonces Gerente de la Empresa Siemens y Omar Trujillo, Subgerente, le abrió el camino hacia los transformadores y el fascinante mundo de la transmisión eléctrica.

Desde entonces, ha pasado de los antiguos y modernos mitos de la electricidad a las descargas eléctricas atmosféricas y de allí a los generadores de energía, el mapeo de las zonas geográficas del país con más actividad de rayos y, finalmente, a la protección requerida para evitar pérdidas humanas y económicas por efectos de este fenómeno natural.

No obstante, señala, “todos estos temas no son más que excusas para formar seres humanos”, pues al tiempo que difunde entre sus estudiantes conocimientos técnicos, les enseña a trabajar en equipo, a ser solidarios, éticos en su relación con los otros y, sobre todo, a responder satisfactoriamente ante el privilegio de hacer parte de un reducido porcentaje de individuos que logran acceder a la educación superior en un país en guerra.

“Hemos buscado la combinación de bienes tangibles e intangibles, como la armonía, la cooperación, el manejo de conflictos y la convivencia. Estos bienes inmateriales pertenecen al capital de nuestro grupo, lo que Adela Cortina llama el Capital Simpatía, que ayuda a generar, sin duda, utilidades para la misma universidad”, señaló en agosto de 2007 durante la graduación de la primera cohorte del Doctorado en Ingeniería Eléctrica de la Universidad Nacional, proyecto en el que tuvo una participación decidida.

Con un colectivo de 20 ingenieros, entre docentes, estudiantes de pregrado, maestría y doctorado, ha producido más de 90 publicaciones nacionales e internacionales y siete libros e impresos derivados de investigaciones académicas. Gracias a ese trabajo el grupo Programa de Investigación sobre Adquisición y Análisis de Señales-PAAS obtuvo en dos ocasiones (1989, 1990) el Premio Nacional de Ingeniería ICEL y el académico, entre otros galardones, la calidad de profesor emérito de la Universidad Nacional en 2002 y de Senior Member IEEE, dentro de la Internacional Electrical and Electronic Engineering, en mayo de 2006, “distinción concedida a menos del 10% de sus miembros en reconocimiento a la reputación profesional”.

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¡Cuidado!, alta tensión

Horacio Torres actualmente es una autoridad académica en el tema de rayos, sin embargo, su desempeño laboral no siempre estuvo ligado a la teoría. En realidad comenzó como Jefe de los Campos de Prueba y Control de Calidad de la fábrica de transformadores de la Siemens en Bogotá y posteriormente pasó a ocupar el cargo de Jefe de Diseño de Transformadores de Distribución y Potencia.

De cierta forma podría decirse que es un cerebro fugado de la industria por cuenta de la academia, pues a pocos meses de graduarse de la Universidad Nacional ya hacía parte de la Siemens, empresa en la que participó en el desarrollo de una nueva gama de transformadores con diseño y la fabricación colombianos. Uno de los prototipos empleados durante ese proceso de innovación tecnológica fue donado por el ingeniero a su Alma máter, que después del acto protocolario lo reclamó como docente.

“Gabriel Sánchez, el directo del departamento de Ingeniería Eléctrica, me propuso que me vinculara a la universidad, pero yo no quería ser profesor, así que decliné la propuesta. Sin embargo, él supo cómo convencerme al ponerme sobre la mesa el reto de pasar el examen de selección para saber si todavía manejaba la teoría, yo acepté para medirme y recibí uno de los ocho cupos de una convocatoria masiva adelantada en 1978”.

Pero aún después de haber pasado el reto, Horacio Torres se seguía negando a aceptar su verdadera vocación, y no lo habría hecho de no ser por la posibilidad de cumplir, a través de la academia, el sueño universitario de doctorarse en Alemania. “Gabriel no se podía comprometer a ayudarme con una beca para irme a Europa, pues eso no dependía de él, sin embargo lo hizo y logró que yo dejara Siemens y me viniera por la mitad del sueldo”.

Gracias a esa decisión, Torres ganó un espacio para ahondar en los misterios de la energía eléctrica, al tiempo que lo hacía en la mente y el corazón de sus estudiantes, lo que lo llevó a entender que “la docencia no es simplemente cuestión de títulos, resultados y premios, sino de una respuesta ética adecuada. Es un problema de conocimiento basado en principios y a la universidad le falta mucho de eso”.

{* title="Llevamos 35 años de novios"}
“Llevamos 35 años de novios”

A finales de la década del 70 y comienzos del 80, más de 700 profesores de la Universidad Nacional de Colombia iniciaron un proceso de formación de postgrado (maestría o doctorado) dentro y fuera del país, como parte de una política que redundaría años después en la conformación de los primeros grupos de investigación de la institución, la mayor parte de los cuales en la actualidad tienen el máximo grado de reconocimiento de Colciencias, la entidad que promueve la ciencia y la tecnología en el país.

Horacio Torres fue uno de los beneficiados de esa iniciativa y optó por viajar a Alemania a cursar estudios doctorales en la Universidad de Darmstadt, bajo la tutoría del Profesor Dieter Koenig y con una beca otorgada por el Deutsche Academia Austauschdients (DAAD). Y aunque la decisión pareciera fácil, pues el académico tenía claro desde el pregrado que quería conocer Europa, implicaba empujar a su recién conformada familia (esposa y pequeña hija) a una aventura que postergaba los sueños de su compañera de batallas.

Bertha Eugenia Luna hoy en día es una exitosa psicóloga que trabajó con la Administración Distrital de Bogotá, pero entonces debió abandonar su pregrado en Colombia, que aún no culminaba, y empezar prácticamente de cero en Alemania, pues no contaba con un título académico que le permitiera doctorarse como su esposo. “No era una decisión fácil porque ella llevaba la desventaja. Mientras yo estudiaba ella cuidaba a nuestra hija y realizaba cursos que aunque no se relacionaban directamente con su carrera sí le sirvieron para la vida”.

Según Horacio Torres, esa fue una época muy dura, pero también de un enamoramiento profundo, que sigue hoy más fuerte que nunca y que lo formó para hacer una mirada de equilibrio de género. Por eso, a su regreso a Colombia él dedicó gran parte de su tiempo a ver por el hogar mientras su mujer terminaba la carrera. De cierta forma un dramático evento en la universidad ayudó a que tuviera el tiempo necesario para hacerlo.

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El 16 de mayo de 1984

Ese día, durante una protesta estudiantil en la Universidad Nacional, la Policía ingresó al claustro y asesinó a un número indeterminado de estudiantes y detuvo a otros. Después de los confusos hechos, la Rectoría decretó el cierre de la institución educativa y luego de continuos enfrentamientos de los jóvenes con la Fuerza Pública, las residencias estudiantiles y la universidad fueron cerradas indefinidamente. Al hecho le siguieron protestas, paros cívicos y movimientos de presión, que conducirían a su reapertura a media marcha en 1985.

Justo en ese periodo Horacio Torres y familia regresaron a Colombia y al reintegrarse a la academia, el ingeniero, descubrió que no tenía mayor cosa que hacer, pues no había estudiantes con quienes trabajar. Paradójicamente el difícil momento por el que pasaba la Nacional contribuyó a la conformación de su grupo de investigación, Programa de Adquisición y Análisis de Señales-PAAS, pues con otros docentes que también acababan de volver y varios estudiantes que se acercaban a ellos preocupados por su futuro académico se metieron de lleno en el cuento de los rayos y lograron que el conocimiento triunfara sobre la adversidad.

Medir rayos no es una tarea fácil, pues implica un alto riesgo para los científicos por las altas tensiones que se manejan y adicionalmente requiere de mucha paciencia, ya que las descargas no aparecen en el momento y lugar que los investigadores deseen. Tradicionalmente los académicos aprovechan las ondas que viajan por el suelo cuando el rayo cae a tierra para medir la corriente, polaridad, frecuencia, densidad y velocidad a través de sofisticados aparatos, sin embargo, siete grupos en el mundo han logrado hacer una medición directa, uno de esos colectivos es el de Horacio Torres.
Uno de los primeros proyectos del grupo, con el apoyo de la empresa Interconexión Eléctrica SA (ISA) y Colciencias, fue el análisis de las condiciones en las que estaba operando el sistema eléctrico colombiano y posteriormente la zonificación de mayor actividad de descargas eléctricas atmosféricas en el país (proyecto con el HIMAT, antiguo IDEAM). Este trabajo, en el que el grupo invirtió años debido a la carencia de tecnología para realizar una sistematización rápida de la información, fue el insumo para las primeras recomendaciones de protección de la industria contra los rayos.

Un avance importante si se tiene en cuenta que éstos son los causantes de más del 60% de los apagones del sistema eléctrico colombiano. “El país pierde anualmente más de seis millones de dólares por el daño de cerca de 7.000 transformadores de distribución. Adicionalmente, los costos por baja calidad de la energía eléctrica en Colombia (armónicos, sobretensiones transitorias, bajas y subidas de tensión) representan cientos de millones de pesos en pérdidas y soluciones”, comenta Torres, quien explica que las aseguradoras colombianas pagan anualmente una cantidad descomunal de dinero por quema de equipo eléctrico y electrónico debido al impacto de los rayos. “Aunque aún no se ha hecho un estudio estadístico juicioso de muerte de personas por esa causa, las noticias de periódicos nacionales permiten estimar en muchomás de 100 las que fallecen anualmente”, agrega.

Precisamente para prevenir riesgos, en el año 2000 el grupo jalonó la creación de la Red de Localización de Rayos, financiada por la entonces Empresa de Energía de Bogotá (hoy Codensa) y por ISA. “La Red está conformada por 11 antenas dispuestas a lo largo del país, con dispositivos que miden perturbaciones por rayos a 400 kilómetros de distancia, las analiza y envía a un centro de control en ISA”.

Gracias al agregado de mediciones que se lograron desde entonces, hoy el país es capaz de predecir la caída de un rayo con media hora de anticipación y prepararse para su potente descarga. Ello ha conducido a que se diseñen líneas de transmisión más sólidas y a que las empresas aseguradoras pierdan menos dinero por los daños de las mismas.

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Se hace camino al investigar

Pero el profesor Torres y su grupo no se han quedado ahí, adicionalmente han liderado, en convocatorias del Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación, Icontec, el diseño de estándares de seguridad, estos se reflejan en tres Normas Técnicas Nacionales: NTC4552, NTC61000 y NTC5000, que velan por la protección contra rayos, la compatibilidad electromagnética y la calidad de la energía eléctrica, respectivamente.

Todos estos aportes convierten al colectivo en uno de los más importantes de América Latina y a Horacio Torres en “el señor de los rayos”, como le dicen popularmente en la Universidad Nacional. Debido a ese reconocimiento fue nombrado coordinador de investigaciones del Comité Internacional de Ingeniería Eléctrica sobre la dinámica de dicho fenómeno natural para las zonas tropicales del mundo. “Empezamos a hacer catequesis sobre rayos en los Andes y Centroamérica, y luego de meses de trabajo ya se empiezan a ver resultados en Cuba, Venezuela, Costa Rica, Perú e incluso en países de Asia”.

Por obvias razones su alma máter lo ha estimulado, pero esta vez con el cargo más alto para los científicos de la universidad: la Vicerrectoría de Investigaciones, que dejó recientemente, luego de haberla ocupado de junio de 2006 a mayo de 2007. Allí retornó a la preocupación por la formación en valores de los estudiantes y docentes y conformó una Comisión de Ética, que queda como legado de un ingeniero con mucho corazón y calidad humana.

Herencia que también “transmite” todos los miércoles a las 9:00 a.m. en la emisora de la universidad (98.5 FM), en “Radio en Acción”, programa de difusión de investigación científica que dirige desde 1991. Igualmente, en las altas esferas de la educación superior, desde su trabajo como asesor de la Comisión Nacional Intersectorial de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior, Conaces, y miembro de comisiones de ciencia y tecnología en Colciencias, para llevar su aprendizaje de décadas a una escala nacional.

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