Publicado, 01-12-2005
Coleccionista de libros sobre Albert Einstein y amante de las grandes escuelas filosóficas, el biólogo marino Francisco de Paula Gutiérrez Bonilla es un investigador independiente que promete, ante todo, hacer sentar cabeza sobre el manejo de los recursos hidrobiológicos del país. Por sus aportes, recibió el Premio Alejandro Ángel Escobar en la categoría Medio Ambiente y Desarrollo en el 2005.
Perfil elaborado en octubre de 2005
A
pesar de haber sobrevivido a dos naufragios en el caribe colombiano,
Francisco de Paula Gutiérrez Bonilla sigue pensando que el mejor lugar
para ir de vacaciones es el mar. "Los dos naufragios tuvieron lugar en
noviembre de 1981 en el Golfo de Urabá, mientras efectuaba faenas
pesqueras con artes experimentales para ensayarlas y luego enseñarlas a
las comunidades del lugar. El primero fue el sexto día de navegación,
duró quince horas, entre las 6 p.m. y las 10 a.m. del siguiente día. El
segundo sucedió durante la decimoquinta jornada, entre las 2 y las 7
p.m.", dice Francisco, quien agrega que le gustaría vivir en una isla
para poder ir a pie de la casa al trabajo, lo que demuestra la pasión
de este biólogo marino, experto en biología y química y doctor en
ciencias biológicas.
Su madre dice que lo que más le
molestaba a Francisco cuando pequeño era que le quitaran su mesita de
estudio, lo que explica su temprano amor por la lectura y la escritura,
dos actividades que es capaz de hacer durante mucho tiempo sin
aburrirse. Además, él reconoce que desde su infancia su principal
preocupación ha sido entender el universo y poder acceder al
conocimiento y a las enseñanzas de las diferentes escuelas filosóficas.
"Yo considero que si mentalmente uno no se sale de la
comprensión y de las explicaciones eminentemente terrestres, sería muy
difícil concebir nuevas ideas, hipótesis de trabajo y nuevas teorías.
Por ello pienso que la física, la astrofísica y la astronomía son tan
enriquecedoras desde cualquier óptica científica", dice Francisco, y
complementa: "Creo que la vida en la tierra es solamente una
circunstancia de las muchas que pueden ocurrir en el universo, por lo
que no comparto los conceptos antropocentristas que han gobernado el
pensamiento humano".
En Francisco puede verse la
humildad y la constancia como características principales que le
ayudaron a consolidar la investigación por la cual mereció en 2005 el
Premio Alejandro Escobar en la categoría Medio Ambiente y Desarrollo
Sostenible, luego de concentrarse en comprender los ecosistemas de los
ríos colombianos. Esta es una conducta puramente científica, la del
hombre que se sabe tan pequeño en el mundo y que hace algo por remediar
su ignorancia, pues no duda en afirmar que no se cree inteligente sino
"simplemente inquieto", al punto de haberse graduado como biólogo
marino de la Universidad Jorge Tadeo Lozano en 1978 y en el mismo año
titularse como experto en biología y química de la misma universidad.
Tres años después se especializó en manejo de recursos pesqueros en
Kanagawa International Fisheries, Japón. Cinco años después, se graduó
en manejo de recursos pesqueros en el Instituto Tecnológico Pesquero de
Callao, Perú. En el 2003 recibió el Primer Premio Nacional de Ecología
"Simón Rodríguez" y en el 2005 obtuvo su nuevo título: doctor en
ciencias biológicas de la Universitat de Barcelona, España.
{* title=Independencia y compromiso}
Independencia y compromiso
Desde
que presentó su tesis de pregrado se ocupó de temas relevantes para el
medio ambiente. Gracias a múltiples trabajos que se habían desarrollado
en la Universidad Jorge Tadeo Lozano sobre la bahía de Cartagena,
afianzó su conocimiento acerca del grado de afectación biológica del
"corralito de piedra". Textos como los de Germán Camacho de 1976 sobre
la acumulación de contaminantes en la cadena trófica y de Fonseca y
Arango de 1977 que se ocupaban de los efectos de la contaminación
térmica sobre el manglar, su fauna y la disminución de la biomasa
bentónica (organismos que viven en los sedimentos o rocas costeras), lo
guiaron en lo que serían sus propias investigaciones.
A
pesar de los textos mencionados, nada se implementó para evitar el
desastre ecológico que se incubaba en el mayor centro vacacional de
Colombia. "Las instancias gubernamentales, teniendo todas las pruebas,
no fueron capaces de poner en marcha la solución, ya que creyeron que
bastaba con prohibir el acceso a los recursos naturales renovables. Los
muestreos de mercurio en sangre y cabello de poblaciones humanas
afectadas por la contaminación y realizadas por agencias del Estado,
fueron tácita y literalmente desconocidos para evitar posibles
demandas", dice Francisco.
Desde entonces, puede
rastrearse la reticencia que tiene Francisco hacia lo político y lo
gubernamental: "El mejor libro para quedarse dormido puede ser
cualquiera que haya escrito un político sin formación y que haya
ascendido como producto de las ‘palancas', las intrigas y lo que parece
ser una ‘nueva ciencia': la sociogenética, que puede definirse como el
poder derivado de los apellidos y los falsos linajes".
Hoy
en día él es un investigador independiente, desertor de las filas de
los trabajadores del Estado, con las ventajas y desventajas que ello
puede tener. "Tengo derecho a pensar, pero las oportunidades escasean.
Sin embargo no renuncié. Trabajé durante diez años en el Ministerio de
Ambiente, en la Dirección de Ecosistemas. Ellos decidieron que ya no
era útil y argumentaron necesitar el cargo para ‘efectuar mejoramiento
del servicio'".
Pero precisamente su autonomía le
permitió hacer la investigación por la que obtuvo el Premio Alejandro
Ángel Escobar. "El premio llegó en un momento en el cual necesitaba
superar una situación personal de pérdida de mi trabajo, derivada de mi
oposición a tener actitudes corruptas y deshonestas que se dieron de
todas maneras por otras personas, pero a mí me pasaron la cuenta de
cobro por no tapar suciedades".
{* title=Como pez en el agua}
Como pez en el agua
La
investigación duró nueve años (1996-2005) formalmente, pero contiene
datos recolectados durante quince años de trabajo sobre recursos
hidrobiológicos y pesqueros en todo el territorio nacional. Lleva como
título Distribución de las especies hidrobiológicas continentales
introducidas y/o traslocadas en Colombia. Caso de estudio: biología y
ecología de Oreochromis niloticus en la Cuenca Hidrográfica del río
Sinú. Fue financiada con recursos propios y con ayuda de la
Empresa URRÁ, que opera el proyecto hidroeléctrico URRÁ I, de la
Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge (CVS)
y que tiene sede en Montería.
Para traducir el título del
trabajo a un lenguaje menos específico, primero se debe precisar que
una especie traslocada es aquella que, siendo nativa de un lugar, es
llevada a un ecosistema en donde no reside de manera natural, mientras
que una especie introducida es aquella que no es nativa y cuya
distribución corresponde a los ecosistemas externos donde fue conducida.
La Oreochromis niloticus
es un pez que no es nativo de Colombia, fue traído del África y de
otros países, y es comúnmente conocida como tilapia. Estudios mundiales
han demostrado que en 56 de los 92 países en donde se ha introducido
tiene probados impactos negativos sobre la diversidad de peces y sobre
los ecosistemas en general. Es además una especie con una gran
capacidad de adaptación a los ecosistemas, lo cual la dota de todas las
características esenciales para que se convierta en una invasora, más
aún, si ingresa en ecosistemas alterados que han perdido su diversidad
biológica, bien por causas naturales o por obra del hombre.
"En
Colombia esta especie se idolatra como la única solución económica,
substituto del aprovechamiento irracional de los recursos pesqueros
marinos y continentales. Es decir, se pretende solucionar un problema
con otro, lo que demuestra la falta de racionalidad y lógica para
pensar hacia el futuro. Es más, he recibido llamadas con expresiones
muy amables sobre la importancia de la investigación, pero a su vez me
manifiestan lo inconveniente que sería divulgarla porque podría frenar
el desarrollo planificado y que se tiene previsto con especies
introducidas y nativas trasplantadas".
Francisco debió
evaluar las especies introducidas, traslocadas o trasplantadas en los
32 departamentos del país, en ríos como el Aipe, Ariguaní, Atrato,
Baudó, Caquetá, Casanare, Cauca, Cesar, Chicamocha, Cocorná, Combeima,
Grande del Magdalena, Guarinó, Guavio, Guayabero, Humea, Inírida,
Jamundí, Lebrija, Metica, Mira, Munguidó, Putumayo, Quindío,
Rancherías, Risaralda, Sabandija, Saldaña, Samaná, San Jorge, San Juan,
Sogamoso, Sucio, Upía, Yaguará y los principales embalses. Todo ello se
hizo para perseguir el objetivo de registrar, determinar y evaluar la
distribución de las especies hidrobiológicas continentales introducidas
o traslocadas en las cinco grandes vertientes hidrográficas
continentales, sus más importantes subcuencas y los 32 departamentos.
Las
técnicas que usó fueron: inventarios en campo, registro de permisos,
diseño y envío de encuestas con la información sobre las especies
identificadas como introducidas o traslocadas para constatar su
validez, comprobación en campo sobre nuevos reportes de especies
introducidas o traslocadas en áreas naturales o artificiales, en áreas
pesqueras, visita a mercados regionales, a personas que poseen acuarios
y colecciones. "La mejor experiencia de toda la investigación fue ver
que al procesar y analizar la información encontramos que las hipótesis
nulas, las que nunca pensábamos, se fueron probando", dice.
Es
por ello que este premio promete darle al quehacer científico de
Francisco una gran visibilidad pública y un peso académico que harán
notar los resultados de la investigación y que sintetiza con gran
humildad: "Colombia tiene un problema que no atiende y que está
prosperando porque hace falta investigación sobre las especies nativas,
una política pública, ética y cumplimiento de la normatividad nacional
e internacional vigente respecto a la introducción y al trasplante de
especies, siendo evidente que la información y la ciencia poco valor
tienen a la hora de tomar decisiones".