Publicado, 29-04-2005
Las investigaciones en celdas solares de Gerardo Gordillo, profesor de la Universidad Nacional de Colombia, le brindan al país innovadoras alternativas energéticas que aportan una solución a la contaminación ambiental causada por el uso de hidrocarburos. Su grupo
de investigación es uno de los pioneros en el estudio de estas tecnologías en América Latina.
Perfil elaborado en marzo de 2005
La
necesidad de electricidad en alejadas zonas rurales del país, donde la
presencia estatal es débil y la única opción para iluminar las
viviendas son las plantas de combustibles como el diesel, podría ser
solucionada a través del novedoso proyecto liderado por el profesor
Gerardo Gordillo y su Grupo de Materiales Semiconductores y Energía
Solar de la Universidad Nacional.
Este académico
se dedica desde hace 20 años a la fabricación y caracterización de
celdas solares, que hoy en día constituyen una de las alternativas de
energía más empleadas en países desarrollados como Japón, Alemania,
España, Inglaterra y Estados Unidos. Su anhelo es situar a Colombia
cerca de los pioneros mundiales en esta tecnología de punta.
Las
investigaciones hechas por el docente, sus colegas y estudiantes, le
han significado a su equipo de trabajo hacer parte de los grupos de
excelencia de Colciencias desde 1998. Entre tanto, Gordillo ha obtenido
distinciones como la de ser miembro de la Academia Nacional de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales de Colombia y de la Academia de Ciencias
de Nueva York en Estados Unidos; haber recibido la Medalla al Mérito
por parte de la Universidad Nacional de Colombia, además de la
condición de docente excepcional y de profesor emérito en 1996 y en el
año 2000.
{* title=Radiación benéfica}
Radiación benéfica
Aunque
en su adolescencia no se visualizaba como un experto en el
aprovechamiento de los rayos del astro rey para el beneficio humano,
Gerardo Gordillo sí tenía muy claro que lo suyo era la física. Las
clases en el colegio La Salle de Florencia, Caquetá, así se lo hacían
sentir y al poco tiempo ingresó a la Universidad Nacional, sede Bogotá,
para adelantar una compleja carrera que lo conduciría a inquietudes
cuyas respuestas hoy son de gran valor para el país.
Actualmente
su computador, los de sus estudiantes y muchos de los artefactos de los
tres laboratorios que coordina en la universidad, funcionan con la
energía que capturan las celdas solares instaladas en el techo del
Departamento de Física, producto de años de experimentación.
Su
idea es que en un tiempo no muy lejano algunos hospitales y escuelas
del campo puedan gozar de los beneficios de sistemas fotovoltaícos como
ese y de un trabajo que también abarca la producción de materiales
semiconductores y el análisis de las celdas para vigilar su calidad.
Detrás
de dichos aportes está una investigación básica de 27 años de
caracterización y síntesis con materiales como silicio, cadmio, cobre,
selenio e indio, que por sus propiedades ópticas, estructurales y
eléctricas han demostrado ser aptos para la fabricación de celdas
solares de capa delgada.
Su inclinación por dicho campo
se remite, según recuerda, al trabajo con una comisión alemana que
llegó a la Universidad Nacional en los años 70 para compartir sus
conocimientos con docentes y estudiantes. "Los países desarrollados
estaban muy avanzados en el tema, pues acababan de pasar por la primera
crisis del suministro de combustibles que desencadenó la creación de la
OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y debían buscar
alternativas de energía".
Luego de
concluir sus estudios de maestría en la Universidad Nacional y de
graduarse con un proyecto sobre el campo eléctrico atmosférico, el
profesor Geharth Fritsh, jefe de esa misión, lo contactó con el
Instituto de Física Electrónica de la Universidad de Stuttgart en
Alemania, en el que desarrolló su doctorado y primer postdoctorado.
A
esa experiencia en Europa le siguió un periplo por la Universidad de
Campinas en Brasil para compartir su saber con el grupo de celdas
solares de esa institución y, posteriormente, por la Universidad del
Sur de la Florida en Estados Unidos en la que adelantó un segundo
postdoctorado entre el año 1999 y el 2000.
Gracias a esa
trayectoria, discípulos suyos como Andrés Julián Aristizábal, uno de
sus estudiantes de doctorado, afirma con admiración que Gerardo
Gordillo es "un científico eminente en todo el sentido de la palabra
porque con su trabajo tecnológico le ha dado realce a la Universidad y
al país".
A ello debe agregarse la condición de padre del
Grupo de Materiales Semiconductores y Energía Solar, que no solamente
está dada por su exigencia académica sino por la calidez que incluso lo
ha llevado a destinar parte de su sueldo para financiar becas cada
semestre a dos de sus pupilos.
{* title=Esperanza ambiental}
Esperanza ambiental
En
opinión del profesor Gordillo, las celdas solares tienen
características que las hacen únicas como alternativa energética:
"funcionan con una fuente inagotable que es el sol, la energía que las
sustenta es clasificada como renovable, lo que la diferencia de la
generada con hidrocarburos (gas, petróleo, diesel, carbón), y no son
contaminantes". Aspectos claves sin lugar a dudas cuando de conservar
el medio ambiente se trata.
Sin embargo, quienes se
dedican a este tipo de investigación y los que desean implementar sus
resultados, se ven enfrentados a un inconveniente de grandes
dimensiones: los costos. "La fabricación de los módulos de celdas
implica una tecnología muy avanzada que requiere hacer inversiones
grandes en infraestructura y la demanda de este tipo de desarrollos aún
no es lo suficientemente fuerte como para abaratar los costos".
A
ello hay que añadir, señala el académico, que "en el país no hay una
inversión estatal razonable que permita hacer ciencia de alto nivel, lo
que produce una dispersión enorme, es decir, que demasiada gente esté
investigando en algunas cositas con recursos insignificantes, en lugar
de destinar una suma importante para proyectos de mayores dimensiones a
mediano y largo plazo".
Su interés por avanzar en
el conocimiento de la energía solar hace que le dedique todo el tiempo
posible, no sólo en sus clases y en el laboratorio, sino desde la
dirección de tesis de pregrado, maestría y doctorado, la planeación de
la participación en congresos nacionales e internacionales, la
publicación de resultados en revistas indexadas y, sobre todo, en la
búsqueda de financiación con organismos internacionales. Gracias a ese
trabajo su grupo está posicionado como uno de los mejores en su área en
Colombia y en América Latina.
El resto del tiempo es
para la bicicleta, que lo acompaña a donde quiera que va y lo llena de
vigor. Por lo visto los rayos del sol no sólo los utiliza para
brindarle alternativas de energía al Departamento de Física y a los
computadores de sus estudiantes; también le sirven para recargarse
mientras monta su caballito de acero hacia un trayecto más iluminado
para su país.