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Científicos colombianos en el área de Matemáticas y Ciencias Naturales

Jorge Orejuela

Publicado, 12-12-2008

En diciembre de 2007, el científico jefe del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, y director del Jardín Botánico de Cali, Jorge Orejuela recibió el Premio de la National Geographic Soviety / Buffet de Liderazgo en Conservación, reconocimiento que él mismo atribuye a toda una vida de trabajo en el tema de conservación de la biodiversidad.

Jorge Orejuela
Perfil elaborado en noviembre de 2008

Jorge Orejuela se define más que como un biólogo, como un administrador del medio ambiente y un amante innato de la conservación y la biodiversidad. Este hombre manizaleño que podría pasar por extranjero debido a su barba blanca, esa que hace recordar a Papa Noel, sus casi 1metro con 85 centímetros de altura y esa sonrisa que demuestra la felicidad que le produce vivir rodeado de tanta naturaleza con olor a orquídea. “Me siento feliz con mi vida, de hecho pagaría por hacer lo que hago”, dice feliz el profesor Orejuela, desde una oficina ubicada en frente del río Cali y rodeada de un color verde atrayente.

Cuando Jorge Orejuela comienza a hablar lo hace de una forma encantadora. Recuerda una a una sus experiencias y empieza por la infancia. Dice haber sido un niño pleno, creció en un barrio de su natal Manizales llamado Campohermoso, en donde estudió su bachillerato y se destacó como un ‘buen estudiante’. Cuenta que viene de una familia citadina, clase media, de padres educadores a quienes les dijo que quería ser químico y científico.

Aprendió inglés en el Colombo Americano y así obtuvo una beca del Laspau (Latin American Scholarship Program of American Universities, por sus siglas en inglés), un programa de becas de las universidades americanas para latinoamericanos. Llegó a California, Los Ángeles, e ingresó al Occidental Collage, “una Universidad que me impresionó por tener alrededor de 1.600 estudiantes y un grupo de 700 profesores”, recuerda. En ese ambiente de una universidad muy acogedora y pequeña estudió Biología, después de iniciar con Química.

Se enamoró de su Biología del alma, gracias a un profesor llamado Martín Morton, quien estudiaba la fisiología ambiental y tenía un curso en las altas montañas de la Sierra Nevada de California. “Él me invitó a que fuera parte de su equipo investigador. Eso implicaba irme cuatro meses a vivir en una carpa y a trabajar en su proyecto de investigación. Fui y estudiamos aves migratorias. Estuve el primer año fascinado con ese sistema y sobre todo enamorado con el ejemplo que él nos daba, pues se fue con su familia - esposa y cuatro hijos-. Era increíble como un científico podía ser padre de familia y trabajar animando a un grupo de investigadores. Me parecía una persona extraordinaria, todo un ejemplo a seguir”, explica el profesor Orejuela, quien se encontraba en ese momento tratando de definir su orientación profesional.

Sus primeros trabajos los hizo al lado de Martín Morton, en lo que para Orejuela es uno de los sitios más bellos del planeta. Era el Parque Yosemite de California, el más antiguo de los EE.UU. y el cual cubre un área de 3.081 km² y se extiende a través de las laderas orientales de la cadena montañosa de Sierra Nevada (Estados Unidos). Un parque visitado por más de 3 millones de personas cada año, denominado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1984 y reconocido internacionalmente por sus acantilados de granito, saltos de agua, ríos cristalinos, bosques de sequoias gigantes y la gran diversidad biológica (cerca del 95% del área del parque está denominada zona salvaje).

“Yosemite es uno de los hábitat más grandes y menos fragmentado en esta Sierra Nevada. Posee una gran diversidad de plantas y animales. El parque tiene en promedio una elevación de 600 a 4000 metros y contiene cinco zonas principales de vegetación: área boscosa de robles, vegetación de baja y alta montaña, vegetación subalpina y alpina. De las 7.000 especies de plantas de California, cerca del 50% se encuentran en Sierra Nevada, y más del 20% dentro del Parque Yosemite”, expone Jorge Orejuela, resumiendo su experiencia en uno de sus lugares favoritos.

Le produjeron tanto encanto las aves, que decidió realizar una Maestría en la misma Universidad. Su tutor nuevamente fue el doctor Morton y su proyecto de grado se basó en una investigación, que como él dice no es nada práctica para la vida, pero que distingue los dialectos en las vocalizaciones de unas aves, con la idea de ir más allá de sus propias voces.

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Su próximo destino…
Viajó a México a estudiar su doctorado en Biología, en la Universidad Estatal de Nuevo México, en donde un colega del Occidental Collage lo recomendó. Su especialidad en esta etapa siguieron siendo las aves, pero esta vez las tropicales como los barranqueros, que se encuentran en la península de Yucatán, lugar de su investigación. Se fue con la que era su esposa en ese momento y su pequeña hija. “Me ofrecieron un contrato de trabajo como asistente de investigación y de docencia. Tenía dinero para mis estudios y mis obligaciones”, relata. De eso ya han pasado más de 30 años, pues su primera hija tiene 34 años, es antropóloga y educadora y adelanta un doctorado en diseño paisajístico.

Pregrado, Maestría y Doctorado los realizó becado, y solo volvió a su Colombia querida hasta ser un gran investigador y queriendo convertirse en docente universitario. Llegó a Cali con una esposa y una hija norteamericanas. Comenzaba la década de los años 70 y fue invitado por la Universidad del Valle para trabajar como docente, en donde dice fue muy feliz. “Con mis estudiantes adelantamos muchas investigaciones y nos convencimos todos de que la investigación había que arrancarla cuando uno quisiera, que no era algo que se hace cuando se es viejo. Duró cuatro años en su entrañable Cali y retornó a los Estados Unidos, pero entendió que la dicha del estudiante que había tenido en ese país, ya no era la dicha del hombre que quería ser el resto de su vida. Sus intereses se quedaron en el trópico y volvió solo a Colombia, pues también su esposa sintió el llamado de su país. Divorciado y con muchos planes emprendió nuevos retos profesionales de la mano del Fondo Mundial para la Naturaleza, con quienes se dedicó a identificar áreas para la conservación en Colombia.

Aquí es donde empieza su camino en el área de la conservación, pues se fue a trabajar al departamento de Nariño, en un área llamada La Planada. Financiado por el World Wildlife Fund (WWF-US), se dedicó a identificar áreas para la conservación. Se puso en contacto con la Fundación para la Educación Superior, FES, que promovía áreas de salud, educación, y desarrollo comunitario y medio ambiente y nació un proyecto de conservación que se extendió por 10 años, en donde trabajó más como ambientalista con visión integral. Su empeño tuvo frutos, pues unir estos esfuerzos le dieron la posibilidad de crear la primera reserva natural privada de Colombia: La Planada. En esos años de arduo trabajo se volvió a enamorar, de quien habría sido una de sus alumnas más aplicadas en la Universidad del Valle. Ana María es su actual compañera y madre de tres hijos, con quienes disfrutó las bellas zonas verdes de Nariño occidental.

En este gran trabajo entendió que no solo se trata de conservar extensas zonas de gran biodiversidad, sino que debía valorar a las comunidades que habitan allí, que por la mano del hombre pueden estar en peligro.

Con ganas de cambiar de ambiente y ejecutar nuevos proyectos regresó a Cali para ser el primer director del área de medio ambiente de la FES, obviamente sin descuidar su primer y gran proyecto en Colombia como lo era La Planada y por supuesto otros más que estaban en camino como establecer parques nacionales naturales en la Isla Gorgona y en la Ensenada de Utría, en el Chocó.

Se vinculó a la Universidad Tecnológica de Pereira, UTP, como docente y luego en la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, en donde desde hace 11 años es el Jefe del Departamento de Ciencias Ambientales. Desde esta institución ha prohijado su más anhelado sueño, la creación de un Jardín Botánico para Cali, una zona colombiana tan rica en biodiversidad y naturaleza. abrAabrA El Jardín Botánico de Cali

El sueño de crear el Jardín Botánico de Cali se cumplió para Jorge Orejuela en el año 2001. Creó la Fundación Jardín Botánico de Cali, organización privada, sin ánimo de lucro, dedicada a la conservación de la biodiversidad con énfasis en la flora y fauna de Cali y del Valle del Cauca mediante actividades de investigación, educación ambiental, horticultura y uso sostenible de los recursos naturales. El investigador Orejuela necesitaba un sitio para verlo lleno de estudiantes, de gente que llegara a conocer y a aprender de la naturaleza y después de tanta búsqueda lo encontró. En diciembre de 2002, la Empresa de Energía del Pacífico (Epsa) le entregó, en calidad de comodato, un predio en plena Comuna Uno de Cali, de 12 hectáreas de bosque seco tropical en la cuenca del río Cali, con la intención de crear allí un sitio de conservación ambiental con metas educativas. El propósito fundamental del Jardín es contribuir al desarrollo regional y nacional a través de la labor investigativa, educativa y de conservación de la naturaleza y promover el uso sostenible de las especies de la flora y de los ecosistemas naturales de tal manera que permita el disfrute de los habitantes del territorio colombiano, dentro del concepto del desarrollo sostenible”, comenta Jorge Orejuela. Entre los años 2003 y 2005, el Jardín Botánico de Cali adecuó su infraestructura básica educativa y de atención a los visitantes. “En el Jardín tenemos proyectos de investigación en orquídeas, de educación ambiental para instituciones, colegios y escuelas y sobre todo tenemos una dinámica interesante que implica desarrollo e infraestructura educativa, estaciones, senderos y materiales”, explica el profesor Orejuela y añade: “Tenemos proyectos de conservación porque nos interesa mucho todo el trabajo en la cuenca hidrográfica: Parque Nacional; área de interés para conservación de aves, Reserva Forestal Municipal, Ecoparque, Parque Lineal; que cubre a un corredor de conservación que une a Cali con los Farallones de Cali”.

Jorge Orejuela es el creador, director y promotor del Jardín Botánico de Cali. Trabaja de la mano de su esposa Ana María Echeverri y de Miguel Santiago Tascón, encargados de mostrar a los visitantes dos senderos, cada uno con nueve estaciones, en los que les enseñan la diversidad y bondades de la flora y fauna del lugar.

De su vida personal no habla mucho. “No soy un trabajador adicto como todos piensan”, comenta sonriente y al contrario se siente un hombre normal, monotemático, tranquilo y con tiempo suficiente para estar en casa y en familia. Sus gustos están entre el cine, la televisión, reunirse con sus más cercanos amigos para preparar comida y charlar un rato. Ama viajar por encima de todas las cosas y eso sí, como se lo decía su gran amigo el doctor Martín Morton: “hay que escoger los sitios de viaje que a uno más le gustan y le atraen, el quehacer allí va de la mano”, dice Jorge Orejuela, con esa sonrisa y jovialidad que lo caracterizan.

Sus preocupaciones radican en que los proyectos que trabaje puedan tener continuidad y eso sí ha sido una frustración en Colombia, porque a veces las dificultades de orden público en el país no le han favorecido.

Dentro de sus planes está el fortalecimiento del Jardín Botánico de Cali, para seguir trabajando en programas de conservación. En la universidad le interesa seguir vinculado con el propósito de educar para la conservación, trabajo que también realizó en el Zoológico de San Diego, California, “creo que en este campo hay un futuro muy promisorio”, aclara.

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El premio que lo hace orgulloso
Jorge Orejuela cuenta con euforia como su gran amigo, compañero en la Universidad Estatal de Nuevo México -donde realizó su doctorado en Biología- y reconocido ecologista de la conservación Stuart L. Pimm, lo postuló al Premio National Geographic Society apoyado por recursos de la Fundación Buffet: un reconocimiento otorgado a un latinoamericano por su liderazgo en conservación en América Latina. “Solo tres latinos hemos sido merecedores al premio desde su creación: el primero fue un guatemalteco, el segundo un nicaraguense y en el 2007 fui yo”, dice con orgullo. Cuando le entregaron el diploma, la junta directiva del premio reseñaba tres aspectos por los que destacaron al investigador Jorge Orejuela. El primero y más importante fue por promover la conservación de la biodiversidad en áreas de especial interés en Colombia. “Se centraron en trabajos que realicé a través de la investigación sobre recursos biológicos y culturales y señalaban algunas áreas que ameritaban ser conservadas a perpetuidad y promovidas como proyectos de conservación y desarrollo, entre ellas destacaron el proyecto de la reserva natural La Planada, en Nariño, Otro es la Ensenada de Utría en el Chocó, un sitio recomendado para conservación y que eventualmente se convirtió en Parque Nacional, manejado por el Ministerio del Medio Ambiente. La Isla de Gorgona, valorada por sus recursos de biodiversidad como un área protegida oficialmente. Bahía Málaga, un lugar en donde viven personas afrodescendientes y donde está el refugio de vida silvestre para conservación de ballenas jorobadas”, explica Jorge Orejuela.

El segundo aspecto que tuvieron en cuenta fue su trabajo en promoción y aspectos de educación para la conservación. Una buena parte de su vida, el profesor Orejuela ha estado vinculado al sector universitario, primero como profesor visitante en la Occidental College (Los Ángeles, USA), en la Universidad del Valle, en donde según su esposa Ana María, "fue el primer profesor que nos hizo creer en lo que hacíamos, y sobre todo nos entusiasmó a tal punto que en pocos meses estábamos todos mirando nidos y siguiendo pájaros por toda la ciudad”. Luego se vinculó a la Universidad Tecnológica de Pereira, UTP, y posteriormente y desde hace 11 años trabaja como jefe del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO.

Como tercer y último punto, el investigador Orejuela fue destacado por su trabajo en lo que tiene que ver con sus planes futuros, sus proyectos y su visión de la conservación de zonas de interés nacional. “El premio destacaba no solo el trabajo hecho en el pasado, sino era un estimulo para el trabajo en el futuro. Es como una forma de generar un prestigio que antes no existía de la designación”, asevera.

Como ganador recibió un premio de 25.000 dólares en una ceremonia en la National Geographic Society en Washington y obviamente el reconocimiento a su aporte en la promoción y práctica de la conservación en su país. En palabras del presidente de la Conservation Trust, Thomas Lovejoy, "los ganadores son una fuente de inspiración, defensores de la conservación, que sirven como modelos y mentores en sus comunidades".

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