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Galería de Investigadores - Matemáticas y afines

Luis Alberto Acosta Moreno

Publicado, 23-06-2012

En la mente de Alberto Acosta el mejor sitio para pasar vacaciones no es el mar. No obstante, es el lugar perfecto de trabajo e investigación.

Luis Alberto Acosta Moreno

Autor: Camilo Calderón Acero - Especial para Universia Colombia

Esto lo descubrió siendo aún estudiante de Biología en la Universidad Nacional, al asistir a una sustentación de un candidato a maestría que habló sobre las esponjas marinas.

“Me pareció muy interesante lo que él hacia, las fotos de buceo que mostraba y todos los sitios que había recorrido en el Caribe para concretar su investigación. Desde allí me propuse seguir su ejemplo de vida y hacer esto”, aseguró.

No por nada lleva vinculado 12 años a la Pontificia Universidad Javeriana como docente investigador del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias. Además de contar con una Maestría en Biología marina de la Universidad Nacional y un Doctorado en Ecología de Universidad Estatal de Campinas en Brasil.

Su mayor interés es entender la estructura y dinámica de los arrecifes de coral y las consecuencias que han sufrido las poblaciones y comunidades por la contaminación de grandes ríos que llegan al mar. De allí, que ella sea materia de análisis tanto en la Unidad de Ecología y Sistemática, que hace parte del “Centro de Investigación y Estudios en Biodiversidad y Recursos Genéticos” (CIEBREG) de la universidad, así como del semillero de investigación en “Ecología de Arrecifes de Coral”, en donde dirige de 10 a 12 estudiantes tesistas por año con igual número de temas y proyectos de investigación.

“No solo se trata de estudiar lo corales sino ver el impacto humano sobre los mismos. El daño comienza en las cuencas y su efecto se traslada a los ríos, de allí pasa la contaminación en sus diferentes formas al mar y llega hasta los corales, sistema de soporte del ecosistema arrecifal”. Según cuenta, esto afecta su supervivencia, repoblación y mantenimiento. La última investigación, mostró que existe conectividad entre los arrecifes del Caribe colombiano pese a los cientos de kilómetros de distancia que los separan. Ello con el ánimo de estimar si las larvas y gametos de los corales podían viajar de un arrecife a otro.

Está inquietud se desprende de una investigación anterior que indagó sobre el potencial de recuperación natural de cuatro arrecifes colombianos, basado en el tipo y cantidad de juveniles (“corales bebes”), los cuales a su vez provienen de larvas y gametos después de los eventos de reproducción sexual. Se encontró que los arrecifes continentales ubicados en el Archipiélago de Islas del Rosario tienen un menor número de bebes que los arrecifes insulares de las Islas como San Andrés y Providencia. Esto a causa de los contaminantes (sedimento y nutrientes) que llegan a los primeros por los ríos Magdalena, Sinú y Atrato.

A partir de resultados de estas investigaciones, se concluyó que algunas especies de los arrecifes colombianos poseen el potencial de recuperarse naturalmente, sino están presentes los factores de disturbio, y que las larvas y gametos de arrecifes oceánicos tienen conectividad con los otros arrecifes continentales y podrían incluso ayudarlos a su recuperación. “Sin embargo, las posibilidades de salvar ciertos arrecifes y especies son bajas porque aunque la larva puede realizar el viaje es muy poco probable que sobreviva bajo las condiciones actuales de alto impacto humano”, expresó.

Este amante del aire libre, es categórico sobre el futuro de estos ecosistemas: “Algunos van a desaparecer y otro van a ser más simples, como un bosque diverso que pasa a tener solo una dos o tres especies de árboles. Además, la calidad de vida de la población isleña se afectaría negativamente no solo porque la entrada porque turismo se va a agotar sino porque tampoco va poder sacar recursos del arrecife”.

Lo anterior lo dice con total convicción ya que ha estudiado este tema a fondo. Se considera un dedicado a su trabajo, aunque para sus amigos aquello es ser “intenso”. Para él, la respuesta es sencilla, “es el compromiso y responsabilidad que uno tiene con el país, pero también es el gusto por hacerlo, es la pasión por investigar, por descubrir y por encontrar solución a los problemas que nos aquejan. Por ello, cuando tengo un objetivo me dedico totalmente hasta conseguirlo”.

Tal vez por esta razón, es que hasta hace un tiempo trabajaba también los fines de semana. Ahora prefiere alejarse en su tiempo libre de todo lo que signifique la oficina. “Practicó triatlón y he participado varios años en el campeonato nacional. Para mí la única forma de liberar el estrés del trabajo es entrenando, haciendo bicicleta o trotando”, afirmó.

No es de extrañar esta actitud pues en su labor diaria debe atender a estudiantes, dictar clase, resolver problemas administrativos y solo un pequeño porcentaje lo puede dedicar a la investigación. De forma puntual indicó que:”Seria ideal que uno tuviera un semestre o un año completo para solo escribir”.

Según su experiencia es mucho el trabajo que se queda sin publicar por falta de tiempo. Este deportista aficionado es consciente que dedicarle tiempo completo a la investigación es muy difícil en este país. “La poca investigación que se hace en Colombia es con mucho esfuerzo. Si se quiere investigar se tienen que superar muchos obstáculos, financieros, administrativos y hasta personales. El proceso de investigación requiere dedicación y tenacidad; sin embargo llega un punto en que uno no desea continuar más en contra del sistema, porque es mucho el sacrificio personal que se debe hacer por obtener ciertos resultados que muchas veces a los demás ni les importa”, señaló.

Por este motivo es que tiene muy claro que en un futuro piensa dedicarse a descansar y darle paso a las nuevas generaciones que ha formado. En la docencia lo sorprende encontrar estudiantes creativos, reflexivos y críticos. Además cree que ahora los jóvenes investigadores cuentan con mayor asesoría y facilidades tecnológicas que en su época y que por lo tanto deberían ser muy buenos científicos.

Con 44 años recién cumplidos no se sienta a esperar el día en pueda escribir todo lo que tiene pendiente. Mientras eso llega, sigue dictando clase, practicando deporte y leyendo constantemente, pero sólo sobre ciencia, como aclara. El mar sigue siendo su aliado aunque la comida marina no está dentro de sus preferidas y ya ha conocido la mayoría de playas que la gente añora visitar.

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