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Biodiversidad, condición inherente a la vida: Edward O. Wilson

Publicado, 08-10-2007

En 1942, con escasos 13 años de edad, Edward O. Wilson vivía fascinado con las hormigas. Un gusto que con el paso del tiempo, y el desarrollo de una brillante carrera académica en la Universidad de Harvard, le permitiría consagrarse como una de las autoridades mundiales en diversos temas relacionados con la sociobiología, la evolución, la biología y la conservación del ambiente.

Biodiversidad, condición inherente a la vida: Edward O. Wilson
Wilson, como él mismo se definió, es un naturalista. A sus 78 años, la comunidad científica y académica le atribuye la paternidad del concepto de biodiversidad, término que, desde la década de los 80, define al conjunto de especies vivas del planeta, a su variabilidad genética y a sus ecosistemas.

Hoy esta biodiversidad se encuentra en peligro “consecuencia del grave daño que la actividad humana le está inflingiendo a la vida en la tierra”, señaló Wilson. Por esta razón el destacado profesor es hoy, además, un naturalista comprometido con el estudio y la defensa de la biodiversidad en el planeta, pues, según él, ésta riqueza le presta a la humanidad servicios ambientales como producción y purificación de agua, polinización y otros, que se estiman equivalentes al PIB mundial ya que permiten la productividad de la especie humana.

Algunas de las cifras que divulgó el investigador muestran el acelerado deterioro de vastos ecosistemas en la tierra con consecuencias perversas para toda la vida en general, así, se estima que la desaparición de especies se ha acelerado a un ritmo entre cien y doscientas veces superior al natural.

De igual forma, al menos el 5% de la superficie terrestre es quemada cada año, y países como las Filipinas han perdido más del 50% de sus bosques naturales en menos de un siglo, sin contar las aproximadamente 16.000 especies animales en peligro de extinción y las 60.000 especies vegetales en similar condición.

Más que obtener información y estadísticas sobre el estado de la biodiversidad, se requieren acciones que permitan salvar los ecosistemas. En este aspecto Colombia tiene un papel fundamental a futuro, pues el Chocó biogeográfico y el Amazonas, hacen parte de los 25 sitios álgidos del mundo, entre los que se encuentra Madagascar, El Congo, Nueva Zelanda, Chile Central, entre otros, que deben ser conservados por sus bosques tropicales. Pero si bien son regiones que aportan al saneamiento del ambiente, también presentan altos riesgos de tala y quema de árboles. Según el profesor de Harvard, cada vez que se tala o arrasa una extensión de tierra, se destruye el 90% de un hábitat.

El preocupante diagnóstico de la vida del planeta presentado por Wilson fue acompañado por un análisis de las condiciones que facilitan esta situación y la agravan. El profesor explicó que los factores que inciden en el deterioro gradual de la biodiversidad son la destrucción de los hábitat naturales, la inserción de especies extrañas en otros medios ambientes, la sobre población, el sobre cultivo y la polución; en China, por ejemplo, el 80% de sus ríos no puede tener peces por esta causa.

Sin embargo, el experto se mostró optimista respecto del futuro de la vida en la tierra. “La decisión de salvar el planeta y la vida que alberga debe ser una decisión ética, tomada con intensidad religiosa, y soportada con más trabajo científico, especialmente en bacterias y microorganismos, así como en todos los ambientes posibles, incluso las copas de los grandes árboles que son un gran refugio de organismos. Los recursos financieros, y tecnológicos existen, crear un paraguas protector sobre la biodiversidad podría costar cincuenta mil millones de dólares, el equivalente aproximado al 1% del PIB mundial, es decir lo que la humanidad produce en un año.

Sólo falta que paulatinamente se imponga una visión más secular del planeta y de su administración que permita el reverdecimiento del mundo”.

Igualmente advirtió Wilson que otro de los problemas cruciales a resolver es el de la pobreza ligado con el aprovechamiento de la biodiversidad. “A los pobres e indigentes se les debe asegurar calidad de vida. No podemos olvidar que la biodiversidad se concentra en un 80% en los países en vía de desarrollo”.

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El panorama colombiano
La visita del profesor Wilson a un país considerado mega diverso como Colombia sirvió de pretexto para conocer la situación de su biodiversidad. Un diagnóstico preliminar presentado por el investigador Germán Andrade de la Fundación Humedales, da cuenta de la magnitud del problema.

“En primera instancia falta más información sobre nuestra riqueza, pues ni siquiera sabemos con certeza lo que hemos perdido, sólo conocemos tres especies documentadas como extintas”, señaló Andrade.

Así mismo, el territorio colombiano es más vulnerable frente al cambio climático, lo que haría inevitable la pérdida de flora paramuna, “ya que los efectos del calentamiento se sienten más en ecosistemas de alta montaña”, sostuvo el investigador.

En cuanto la biodiversidad del país, Andrade coincidió con Wilson en reconocerla, pero agregó que ésta “es frágil y sus ecosistemas, como los humedales, mal utilizados. Es de destacar que de los 11 millones de hectáreas protegidas como parques naturales nacionales el 10% está habitada por personas, y no sabemos en que condiciones”, puntualizó el investigador.

De igual forma, se han profundizado los cambios en la composición de la biota en ecosistemas de aguas dulces continentales como consecuencia de la inserción de especies exóticas, y según lo confirman datos del profesor Orlando Rangel del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, el 55% del área de bosques de la región andina ha sido deforestada, así como el 40% de la chocoana y el 10% de la amazónica.

También la situación es crítica en términos de humedales y de bosque seco como señaló el biólogo colombiano Cristián Samper, director del Smithsonian Institution, en Washington. Al hacer una reflexión global sobre el estado de la biodiversidad colombiana, Samper coincidió con sus colegas en afirmar que hace falta mucho estudio dada la complejidad de un país como Colombia, pues de la misma forma que se han identificado zonas críticas las hay prácticamente intocadas”, concluyó.

Esto quiere decir que el país está lejos no sólo de aprovechar su potencial en biodiversidad sino de “conservarlo activamente” como señaló Andrade. En esta medida, el investigador recordó que 9 millones de hectáreas de los 36 millones destinados a conservación ya se encuentran en camino de transformarse en proyectos de desarrollo en zonas como el piedemonte amazónico, la región del Orinoco y el departamento del Chocó. Esto con el ánimo de atender las demandas internacionales en el campo de los biocombustibles, lo que supone una clara amenaza para la biodiversidad de estas regiones”.

Por su parte, Wilson explicó que los biocombustibles, si bien son preferibles a los combustibles fósiles como el petróleo o el carbón, también son peligrosos para el medio ambiente, aunque se pueden reducir sus efectos nocivos si se aprovecha mejor la celulosa de las plantas y no sus almidones.

Evitar la pérdida de biodiversidad no sólo en Colombia sino en el mundo dependerá de políticas nacionales que reconozcan la fragilidad y el potencial aprovechamiento de cada ecosistema. De esta manera la voz de la tierra será escuchada y en conjunto con ella se podrá alcanzar un desarrollo sostenible, de lo contrario, sentenció Wilson, “sólo habrá caos y ruina”.

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