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Crean dispositivo para discapacitados que manejan

Publicado, 23-07-2007

Uno de los dolores de cabeza de las personas minusválidas que manejan carro es tener que rogarle a alguien que les ayude a bajar la silla de ruedas. Por ello, dos estudiantes de la UN crearon un dispositivo, que no solo les permite valerse por sí mismos, sino que es económico.

Crean dispositivo para discapacitados que manejan
“Depender de otros es traumático”, dice José Valois Ruiz y recuerda las veces que ha tenido que “rogarle a alguien” para que le ayude a bajar su silla de ruedas del carro.

Pese a que sus piernas están inmóviles desde hace veinte años por causa de una herida de bala que afectó su columna vertebral, la discapacidad no ha sido obstáculo para que maneje su propio auto. Con la ayuda de mecánicos de su barrio se ingenió la manera de adaptarle al carro varillas y guayas de moto, que le permiten maniobrar el freno y el acelerador.

A fuerza de costumbre, maneja así desde hace cinco años en Bogotá, ciudad en la que “la arrancadera y la paradera son lo más complicado”, dice.

A lo que no ha podido habituarse es a la interminable espera de “una persona de buen corazón” que le ayude a sacar o a meter su silla de ruedas al baúl del carro. “La gente siempre va de afán, me evitan, y si está lloviendo es peor. He llegado a perder citas médicas por no tener a alguien que me colabore”, dice.

Este problema no es solo de José Valois. Según Johnson Mendoza y Óscar Orcasitas, estudiantes de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá, es la misma dificultad a la que se enfrentan diariamente el 20% de personas minusválidas que manejan auto, de las cerca de 50 mil registradas en el país.

“En la industria nacional, el desarrollo de elementos y ayudas para personas con discapacidad es deficiente”, sostienen Mendoza y Orcasitas.

Sus sospechas se confirmaron con entrevistas a personas minusválidas que asisten al Centro Nacional de Rehabilitación de la Fundación Teletón. “Los que manejan tienen adaptaciones en sus vehículos y se transportan con relativa facilidad, pero la queja común es la incomodidad de depender de otra persona”, asegura Mendoza.

Como respuesta a esta necesidad, Mendoza y Orcasitas pensaron en diseñar un portador de silla de ruedas, similar a los elaborados en Estados Unidos y Europa, pero adaptado a las condiciones del usuario colombiano.

{* title=La búsqueda de técnicas...}

La búsqueda de técnicas precisas para elaborar un prototipo óptimo llevó a Óscar Orcasitas a viajar a Estados Unidos. “Llegué a Houston, visité varias empresas y lo único que pude obtener fue un catálogo comercial del portador de silla, pues la empresa matriz queda en Utha, donde el producto es guardado con celo”.

Sin más datos que el precio del mecanismo básico, aproximadamente U$ 4.000 (unos 12 millones de pesos), los ingenieros iniciaron la construcción de un prototipo propio. Independencia, el mejor atributo.

Con semejante precio, el reto era obtener un diseño económico, práctico y ágil. Pero antes de lograrlo, Mendoza y Orcasitas tuvieron que realizar varios ensayos y superar ciertos errores. Los dos primeros prototipos, modelados a través de un software, resultaron todo un fiasco: “Un poco desproporcionados, pues trabajamos con las medidas estandarizadas ISO para sillas de ruedas, que se ajustan a las medidas antropométricas del hombre norteamericano, totalmente diferentes a las del colombiano”, confiesa Mendoza.

Con metro en mano, midieron cientos de sillas de ruedas en varios almacenes de Bogotá, hasta que determinaron una medida estándar (80 centímetros de alto por 68 centímetros de ancho). Bajo este parámetro, y mejorando los primeros diseños, construyeron lo que llaman “dispositivo de asistencia vehicular para minusválidos”.

“Es como una especie de gabinete que va sobre el vehículo”, explica Mendoza. El dispositivo funciona a partir de un interruptor. Al accionarlo, el dispositivo se abre hacia un lado, abre un marco que dobla y almacena automáticamente la silla de ruedas y la lleva a una cubierta hermética de fibra de vidrio instalada en el techo del carro.

Según los diseñadores, la silla está segura y libre de cualquier daño, pues además el compartimiento, fabricado con un material resistente al agua, asegura la completa impermeabilidad durante todo el recorrido.

Su funcionamiento se apoya en dos motores eléctricos livianos y de poco consumo de energía, pues trabajan con corriente directa y con la batería del vehículo. El costo del aparato oscila entre tres y cuatro millones de pesos. “Nuestra intención con este proyecto biomecánico es dar respuesta a una de las necesidades que tienen las personas discapacitadas, como es recuperar parte de su autonomía”, dice Orcasitas.

“Valerse por sí solo”, reafirma José Valois, “es una maravilla”. Por eso ve con buenos ojos la propuesta de los estudiantes de la Universidad Nacional, que espera sea el primer paso para el desarrollo de una industria nacional de elementos y ayudas para personas con discapacidad, que en realidad les ayude a mejorar su calidad de vida.


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