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Leishmaniasis: Datos reveladores desde la botánica y la biofísica

Publicado, 27-07-2009

Dos investigaciones de la Universidad Nacional de Colombia, pioneras en el mundo, avanzan en la forma cómo el parásito que causa la leishmaniasis vulnera al sistema inmune.

Leishmaniasis: Datos reveladores desde la botánica y la biofísica
La primera explica cómo ataca a las células e impide que se suiciden como mecanismo de defensa. La segunda desarrolla un tratamiento alternativo con plantas nativas que promete curar e inmunizar al afectado.

Leishmania es un bicho raro y agresivo que desafía a la ciencia, pues se mete en la célula humana e inactiva sus defensas. Su acción genera lesiones en la piel, las mucosas y las vísceras, y su daño es tan severo que deforma los órganos afectados. De no tratarse a tiempo, la leishmaniasis, como se llama la enfermedad que produce, puede causar la muerte.

Marcela Camacho, investigadora de la UN, explica que Leishmania es un parásito grande que arrincona las defensas del macrófago, célula del sistema inmune donde residen los parásitos que entran al cuerpo. Es un cuento aparte en el mundo de los parásitos; se mete en un compartimento dentro del macrófago y lo desarma. “Estudiamos las propiedades eléctricas de las tres membranas concéntricas que hay en la célula infectada: la del macrófago, la de la vacuola parasitófora y la del parásito; a esta última membrana le estudiamos los canales iónicos”.

Uno de los descubrimientos se relaciona con las propiedades eléctricas de la membrana del macrófago que, según los resultados de la investigación, se alteran por la presencia de Leishmania. El cambio eléctrico más evidente es que la célula se hace más negativa con respecto al exterior. Al analizar las propiedades eléctricas de macrófagos apoptósicos y macrófagos infectados con Leishmania, se evidencian variaciones. El infectado tiene más carga negativa (está hiperpolarizado), mecanismo por el cual el parásito haría que el macrófago no entre en apoptosis.

Las técnicas electrofisiológicas permiten estudiar en tiempo biológico real los canales iónicos. Lo que se quiere es entender cómo es el impacto de la infección en la membrana del macrófago, sus propiedades eléctricas y si en la vacuola parasitófora hay canales iónicos que faciliten, de alguna manera, la adaptación del parásito.

Según la científica hay una explicación menos compleja que, al parecer, es lo que inactiva los mecanismos de defensa de la célula. Leishmania vive en un compartimiento que es grande y que solo por esto podría comprometer el funcionamiento interno del macrófago. “Tenemos la teoría de que el sistema que permite que el macrófago señalice bien está arrinconado por culpa de esa vacuola gigante, esto hace que envíe señales inadecuadas a las otras células”.
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Tratamiento alternativo con plantas nativas
Entre tanto, la primera doctora en Ciencias Farmacéuticas del país, la docente de la UN Lucy Gabriela Delgado, da pasos promisorios para hallar un tratamiento terapéutico alternativo contra leishmaniasis cutánea. Sustancias químicas de plantas nativas han demostrado gran capacidad para atacar el parásito sin afectar la vida de las células cercanas y, a la vez, inmunizar al paciente de por vida.

El objetivo es determinar qué sustancias pueden destruir al parásito sin comprometer la vida de la célula infectada y, al mismo tiempo, potenciarla para que depure parásitos remanentes. Ya se vislumbran resultados promisorios en la preparación de un antibiótico o antiparasitario con propiedades inmunomoduladoras adicionales.

El trabajo consiste en exponer las células infectadas –provenientes de animales o de voluntarios humanos– a los compuestos extraídos de algunas plantas. Estas son caracterizadas y clasificadas por el Grupo de Química Orgánica, del Departamento de Química, liderado por el profesor Luis Enrique Cuca.

Las plantas nativas, caracterizadas molecularmente y que resultan promisorias para el trabajo de la profesora Delgado son la Esenbeckia alata, la Raputia heptaphylla y la Zanthoxyllum quinduense, pertenecientes a la familia Rutaceae, consideradas endémicas de Colombia y aún sin nombre vulgar formal.

Lucy Delgado sostiene que en la actualidad la afección con Leishmania se trata principalmente con sales antimoniales pentavalentes, que se inyectan intramuscularmente. Estas se administran a los pacientes por 20 días.

“Es un tratamiento muy doloroso y causa severos efectos secundarios. Hay reportes de muertes asociadas a una hepatotoxicidad fulminante. Aunque son efectivos, también se ha demostrado que hay resistencia al medicamento por algunas cepas parasitarias”, dice la científica.

Delgado destaca que esta enfermedad, como muchas otras, no solo depende del microorganismo que ataca, sino además de lo resistente que sea el sistema inmune de la persona afectada. Dentro de las bondades del proyecto se vislumbran resultados favorables para lograr una terapia profiláctica que no solo controle la infección del momento, sino que el individuo desarrolle una respuesta inmune capaz de controlar apropiadamente el parásito ante una probable nueva infección.

La joven investigadora predice que esta terapia podría ser menos costosa para el Estado; además, tiene certeza de que no se presentarán los efectos secundarios que sí conlleva el tratamiento tradicional.

Las cifras preocupan
Investigar sobre leishmaniasis debe ser un asunto prioritario en el país, debido a que se trata de una enfermedad emergente que, si bien estuvo controlada por varios años, desde el 2003 se convirtió en un grave problema de salud pública. Las cifras lo confirman.

Hasta mayo pasado, según el registro del Sistema de Vigilancia Epidemiológica del Instituto Nacional de Salud (INS), 3.793 personas se infectaron en el país con las tres clases de leishmaniasis existentes (cutánea, mucosa y visceral), con amplia prevalencia de la cutánea, con 3.747 casos. Lo que más preocupa es el incremento de infectados en regiones que históricamente no eran foco de la enfermedad como Huila, Tolima, Cundinamarca y Santander, entre otras.

Durante el 2008, en el INS se notificaron 9.549 infectados de leishmaniasis, de los cuales 9.436 fueron por leishmaniasis cutánea, que corresponde a 98,8 por ciento de los casos; 83 por la forma mucosa (0,8 por ciento), y 33 por la forma visceral (0,4 por ciento).

De acuerdo con la Subdirección de Vigilancia y Control en Salud Pública del INS, se estima que en el país existen alrededor de 10 millones de personas en riesgo, sobre todo en las regiones rurales. Por eso, el especial interés por estudiar y atacar a Leishmania.

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