Publicado, 09-06-2008
Dos memorias: una implícita, inconciente, motora, y de corto plazo, la otra explícita,
conciente y de largo plazo, son con las que cuenta el ser humano para no caer en el
más profundo de los olvidos. Pero, ¿cómo suceden? Es más, que tiene que ver un
pequeño animal en su estudio?
No era fácil predecir que un modesto molusco, llamado Aplysia, una especie de
babosa de mar, contuviera la clave para conocer mejor los mecanismos celulares y
moleculares de la memoria humana.
Sin embargo, el estudio del primitivo sistema nervioso de este animalito ha
permitido, no solo otorgar un Premio Nobel de Medicina al profesor Eric Kandel sino
identificar procesos neuronales que se dan en el paso de la memoria de corto plazo
a la de largo plazo.
Así es para el investigador colombiano Francisco Monje, actualmente dedicado a su trabajo posdoctoral en el
Centro de Neurobiología y Comportamiento, de la Universidad de Columbia, en Nueva York (EEUU), justamente en
compañía del Nobel Kandel.
Para Monje, gracias al trabajo con la Aplysia, se han podido determinar similitudes entre la memoria de corto plazo
y la de largo aliento, teniendo en cuenta que las dos trabajan con base en la repetición, clave para el aprendizaje, y
diferencias importantes, como que “la memoria a corto plazo no requiere síntesis de nuevas proteínas, por ser más
funcional, en cambio, hemos identificado una rara proteína, que parece ser un nuevo receptor tirosina-kinasa,
involucrada en los procesos sinápticos de la memoria a largo plazo”. señaló el investigador.
Es de notar que este tipo de estudios a nivel molecular y celular han posibilitado identificar procesos neuronales
que se producen en pacientes con enfermedades como el síndrome de Parkinson.
Cabe agregar, con el profesor Kandel, que “en contraste con la memoria de corto plazo, la memoria a largo plazo
requiere que se formen nuevas proteínas. Si se previene la síntesis de nuevas proteínas, la memoria a largo plazo
será bloqueada pero no la de corto plazo”.
Y es que dado el trabajo de Kandel con pacientes que vieron afectada su capacidad de recordar eventos lejanos,
pero que mantenían su capacidad de aprender cosas nuevas y recordarlas en minutos, u horas, a corto plazo, se
comprendió que las dos memorias diferían, la cuestión ahora era saber cómo, en términos neuronales y
moleculares.
Pues bien, es entonces cuando hace su aparición Aplisya, y dadas las características de su sistema nervioso, con
apenas 20 mil neuronas y células muy grandes en comparación con las humanas, se facilita la observación e
identificación de los procesos de conexión neuronal y sináptica que tienen lugar cuando el animal es obligado a
“recordar” y aprender una nueva sensación.
Así, se pudo constatar que la primera vez que el animal fue estimulado eléctricamente en la cola, se produjo una
reacción refleja de retracción de su branquia, (memoria a corto plazo y funcional).
Sin embargo, si el animal es estimulado regularmente con mayor potencia su reacción se amplifica, y termina
aprendiendo y reforzando la respuesta por semanas, lo que supone memoria a largo plazo, provocada por una
amplificación de la sinapsis que conecta la neurona sensorial con las neuronas que activan a los grupos musculares
que dan lugar al reflejo protector.
Neuronas in Vitro
Al tanto de estos hallazgos, Monje preparó su propio circuito neuronal simple, in vitro, con células sensoriales y
motoras, estimuladas artificialmente con pulsos eléctricos para generar la comunicación entre ellas; la sinapsis, y
tras variada experimentación, que incluyó la aplicación de sustancias como la serotonina, un neurotransmisor
cerebral, se pudieron identificar cambios estructurales (más ramificaciones de los axones de las neuronas) y
funcionales (alteraciones en el registro eléctrico) en el circuito.
Entre otros de los cambios, el investigador colombiano señaló que tras la aplicación de serotonina varias veces, se
presentaron más ramificaciones de axones de la neurona sensorial, se liberaron más sustancias neurotransmisoras
y la respuesta de la célula motora fue mayor, aunque, al aplicar serotonina varias veces por 1 ó 2 horas la
respuesta se mantiene.
De igual forma, fue posible constatar que con más de cinco pulsos eléctricos aplicados al circuito in vitro se
potencia la maquinaria de transcipción genética, es decir, se activa el núcleo de la célula, lo que supone la orden de
la célula para sintetizar nuevas proteínas.
“Estos complejos procesos nos permitirán estudiar la forma como los genes, proteínas y demás elementos
moleculares que actúan en la sinapsis se activan. Ya sabemos más o menos donde se da el proceso de la
memoria, falta comprender el como”, explicó Monje.
Sin embargo, la identificación de la nueva y rara proteína, una variante aun en estudio de la tirosina-kinasa,
involucrada en el proceso sináptico supone un gran paso para completar el rompecabezas de la comunicación
neuronal y por ende de la memoria a largo plazo que requiere de la síntesis proteica.