En el sector sur, comprendido por la isla de San Andrés, los Cayos Bolívar y Albuquerque y el meridiano 82, tiene una disminución considerable de langosta y caracol así como de la pesquería multiespecífica, que reúne a más de 90 especies que se pescan potencialmente, entre ellas, pargo, mero y atún. 

Adriana Santos, profesora asociada de la Sede Caribe y directora del Jardín Botánico, explicó que existen varios factores que desequilibran el ecosistema y producen la disminución.

“Entre ellas se encuentran la sobrepesca, el aumento de pescadores, la migración del recurso por cambios en las condiciones ambientales y el deterioro de los arrecifes por aumento de algas, debido a la pesca de herbívoros que las controlan”, aseguró la experta.

Por otra parte, un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) demuestra una disminución del 35 % en la pesquería del Caribe en la última década.

Uno de los efectos, reconocido por Estados Unidos, es el vertimiento de petróleo cuando el pozo Macondo filtró grandes cantidades de crudo al golfo de México, situación que contaminó las aguas durante varios meses y disminuyó la pesca en 100.000 toneladas.

Al referirse al incremento de pescadores, la profesora Santos precisó que el análisis muestra una problemática relacionada con el aumento constante del precio del combustible y la falta de recursos para conseguirlo, con el fin de utilizarlo en las embarcaciones para jornadas distantes de pesca.

Dada la imposibilidad de salir a áreas lejanas, los pescadores se están quedando en zonas cercanas.

Todo esto, sumado a la problemática que surgió con el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en el 2012, que aunque no se ha comenzado a aplicar, cortó los dos grandes bloques de pesca artesanal e industrial de las islas.