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Científicos colombianos en el área de Ciencias Sociales y Humanas

Gonzalo Soto Posada

Publicado, 16-07-2007

Gonzalo Soto es un filósofo graduado de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Tiene un doctorado en Filosofía de la Pontificia Università Gregoriana de Roma, Italia y a sus 60 años ha dedicado más de la mitad de su vida al estudio del griego y el latín.

Gonzalo Soto Posada
Perfil elaborado en julio de 2007

Con tan solo 23 años, Gonzalo Soto fue nombrado decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Desde esa designación han pasado 37 años, los mismos que ha estado dedicado a la academia.

Desde muy pequeño, este investigador paisa ha vivido entre los libros. La afición de su padre, un reconocido médico de Caldas, Antioquia, por la literatura, la historia y los textos griegos y latinos, lo llevó a interesarse por la filosofía medieval y a dedicar su vida a la investigación de autores como Tomás de Aquino e Isidoro de Sevilla.

Creció en una época difícil; en su pueblo natal (Caldas, Antioquia) no había más que un colegio de primaria, por eso a los nueve años entró a estudiar al Seminario Menor de Medellín, a donde llegó con una convicción clara: “Quería ser un buen lector, investigador y tener la mejor biblioteca del mundo”, comenta, algo que no le quedó difícil, pues dentro de sus pertenencias están más de cinco mil libros de diferentes autores. “Fui siempre un autodidacta por vocación”, dice el profesor Soto, quien recuerda con nostalgia esos momentos en los que empezó a hojear lecturas de Julio Verne, Salgari o los Cuentos de los Hermanos Grimm.

Llegó al Seminario Menor y se encontró con una gran biblioteca que tenía los clásicos griegos y latinos en sus idiomas originales, además excelentes docentes que lo iniciaron en este tipo de estudio. Dice que sus tres labores básicas fueron estudiar, orar y trabajar, y fue tal vez este rigor el que lo condujo a ser un filósofo investigador.

Aunque tenía claro su amor por la filosofía y la Teología, no ingresó al Seminario Mayor de Medellín para seguir la carrera completa, estuvo allí un tiempo pero se retiró para continuar la carrera profesional de Filosofía y Letras en la Universidad Pontificia Bolivariana, en donde conoció a los profesores Octavio Tobón, René Uribe Ferrer, Luis Javier Villegas y Alberto Restrepo, entre otros, a quienes les debe gran parte de su formación filosófica y ese empujón que necesitaba para explotar su habilidad para el estudio del griego y el latín y seguir estudios de postgrado en otro país.

{* title=El decanato y Europa}
El decanato y Europa
A los 21 años se graduó como filósofo, edad en la que empezó una línea muy perfilada para dedicarse de lleno a la docencia y la investigación. Inmediatamente se convirtió en docente de su misma facultad.

Por diferentes situaciones de la vida y con 22 años fue nombrado vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Su labor se triplicó porque debía enseñar, investigar y también proyectar en conferencias, foros, seminarios o cátedras abiertas todo lo que hacía su facultad.

Tan solo pasó un año para que el rector de la Universidad en ese momento, monseñor Félix Henao Botero, depositara en él toda la confianza y le confiriera la máxima autoridad de la Facultad. A los 23 años Gonzalo Soto era decano y como dicen sus compañeros, con grandes capacidades para desempeñar el cargo.

“Tengo muchas anécdotas sobre mi decanato, una de ellas fue cuando iba a lo que en ese momento era lo que hoy es el Icfes y me decían: “a la orden, qué necesita” y yo les explicaba, “soy el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Bolivariana”, todos se disculpaban y me decían que no parecía un decano por mi edad, confiesa sonriendo porque entre sus recuerdos hay más momentos de esa época que él llama inolvidables.

Siendo decano sintió que debía realizar un postgrado para afianzar aún más sus conocimientos. Indagó por Brasil, en donde dice, existe una universidad católica muy buena. También buscó en México, Estados Unidos, España, Francia e Italia, este último país fue el que más le interesó, tanto por el idioma que dominaba casi a la perfección y porque estaría en la cuna de las culturas griega, latina y cristiana.

“Para mi fortuna quien era decano de Teología de la Universidad en ese momento, había sido mi profesor de Filosofía y él me ayudó a conseguir una beca para mis estudios doctorales, por medio del patrocinio de la Arquidiócesis de Medellín y de la misma Universidad”.

El viaje estaba listo. La ciudad escogida: Roma, el doctorado: Filosofía, la universidad: la Pontificia Università Gregoriana, “de lo mejor que tienen los jesuitas en el mundo”, dice y su tema de estudio: Isidoro de Sevilla dialogando con Michel Foucault.

Llegó a Europa y de inmediato comenzó con su ascenso profesional. “Mi tesis la trabajé sobre un autor medieval que es Isidoro de Sevilla pero lo puse a dialogar con un autor francés que apenas estaba siendo divulgado en Europa y aquí en Latinoamérica, Michel Foucault. Lo que hice fue una intertextualidad entre las Etimologías de Isidoro de Sevilla y lo que Foucault llama episteme de la semejanza”, explica.

El doctor Soto estaba encantado con la universidad, para la época no había Internet y la gran fortaleza de la institución, además de sus profesores, eran sus bibliotecas y dentro de las bibliotecas las ediciones críticas de textos griegos y latinos. “Recuerdo con mucho entusiasmo la biblioteca de la Gregoriana, eran siete pisos inmensos, en donde podía encontrar unas ediciones críticas maravillosas. Estaba fascinado y más aún cuando conocí a mi tutor de tesis, C. Sprökel, quien para mí era un sabio en cosas medievales”, recuerda.

Fueron tres años de estudio y dedicación al doctorado. Se graduó en el año 1979 y retornó a Colombia para seguir con su labor de decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Bolivariana, porque afortunadamente, su estudio fue en comisión y debía volver a su lugar de trabajo. Pero su estadía fue tan fructífera en Roma, que justo antes de finalizar su último año de doctorado, se ganó una beca de verano para hacer un curso de francés en París. “Mi estadía en Italia fue una experiencia deliciosa, pude conocer investigadores e intelectuales que había leído y asistir a sus clases y conferencias. Fue algo para mi tan fecundo, en la parte profesional, que tenía claro que quería llegar a Colombia y enseñar, investigar, escribir, producir y dedicarme al mundo griego y medieval”, aclara.

{* title=Toda una labor académica}
Toda una labor académica
La parte administrativa de ser decano siempre le pareció complicada porque sentía que le restaba mucho tiempo para dedicarse a investigar. “Como decano debía asistir a muchas reuniones, armar currículos, horarios, etc. y esto era algo que no me dejaba espacio para nada. Seguí siéndolo por espacio de 17 años, pero con algunas clases, escribiendo y dando conferencias”. Aclara que si en la actualidad le dijeran que volviera a la administración, no lo haría, “yo ese servicio militar no lo vuelvo a pagar”, comenta.

Durante toda su vida se ha dedicado a enseñar e investigar y a extender por múltiples medios lo que enseñaba e investigaba. “Sigo dirigiendo y corrigiendo tesis de maestría y de doctorado, pertenezco a varios grupos de investigación y a la Sociedad Colombiana de Filosofía y además he hecho traducciones del latín”, complementa el profesor Soto. Agrega que algunos de sus estudiantes que se han dedicado a lo griego y a lo medieval ya son profesores universitarios a los que se encuentra en reuniones, foros o conferencias. “Verlos ejerciendo mis enseñanzas es para mi la mayor satisfacción”, concluye.

 Dice sentirse orgulloso del grupo de investigación que ayudó a formar en la Universidad Pontificia Bolivariana llamado “epimeleia”, un nombre griego que significa cuidado, y en el que dejó su semilla sembrada para seguir investigando sobre el griego y latín. También destaca la creación del Aula Abierta con la Universidad de Antioquia, una experiencia en la que se habla de un determinado tema cultural, con participación abierta de público.

De sus investigaciones resalta dos que le han traído varios reconocimientos: “Diez aproximaciones al medioevo”, que lo publicó la editorial de la Pontificia Bolivariana, y “Filosofía Medieval”, que lo publicaron conjuntamente la editorial San Pablo y la Universidad Pedagógica Nacional. “En esos dos libros he sintetizado lo que he investigado sobre cultura medieval”.

Todo por gusto y afición
Pero no solo investigar es lo que más sabe hacer Gonzalo Soto. Leer literatura, nadar, practicar la hidroterapia, caminar, escuchar un buen CD y ver una película de Fellini, Buñuel… son sus más asiduas aficiones, las cuales realiza junto a su esposa María Cecilia Ángel Restrepo, una trabajadora social que conoció siendo decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UPB y con la que lleva casado diez años.

Para su fortuna su mamá, que tiene 90 años y que vive en Caldas, Antioquia, lo viene a visitar todos los fines de semana. Con ella y su esposa sale a pasear por la ciudad, recorre algunos museos y asiste a la eucaristía. Su único hermano es ingeniero de sistemas y es el encargado de las finanzas de la familia.

Hoy en día tiene 60 años, comenta que disfruta de las cosas sencillas de la vida y sobre todo de los pajaritos que tiene en su casa de Medellín. Ellos son los hijos que nunca tuvo. “A mi esposa le gustan mucho los pájaros, tiene un gran espacio para ellos en nuestra casa, así como yo tengo un estudio lleno de libros en donde está mi biblioteca”, explica, y concluye con una anécdota: “Durante mi estadía en Europa pude acceder a muchos libros y comprarlos y cuando me devolví del todo para Colombia tuve que dejar mis textos con un amigo porque no los pude traer con el equipaje. En el envío me llegaron 32 paquetes cada uno de 5 kilos”, y sonríe.


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