Publicado, 01-01-2004
Uno de los grandes conocedores de las plantas que crecen en el país es Hernando García Barriga, quien ha trabajado durante más de 60 años en la investigación botánica, especialmente en la de la flora curativa. Su legado ha traspasado fronteras y se puede calificar como fundamental para el conocimiento de la biodiversidad.
Perfil elaborado en noviembre de 2003
Cuando Hernando
García Barriga inició su monumental labor como botánico, el país
desconocía casi por completo la riqueza natural que le era propia. Su
aporte inicial fue entonces la búsqueda de las especies con las que los
indígenas preparaban el curare (veneno) y el yagé (alucinógeno), y el
hallazgo de diversas plantas usadas para sanar.
En las selvas de
Putumayo, en su primer viaje a esta región en 1935, decidió recopilar
en una sola obra buena parte de la información sobre las plantas
medicinales existentes en Colombia, con su nombre científico,
descripción, análisis químico, distribución geográfica, usos distintos
a los curativos y los nombres comunes con los que se conocen.
La primera contribución al conocimiento de esta vegetación la hizo el botánico Enrique Pérez Arbeláez con el libro Plantas útiles de Colombia,
obra que se vería continuada y ampliada de manera notable por Hernando
García, quien dedicó 40 años a esta colosal tarea. En 1974 publicó el
primer volumen de Flora medicinal de Colombia y un año después los dos tomos restantes.
Gracias
a esta investigación quedaron registrados conocimientos populares
valiosos referidos al empleo de las plantas. Tanto los nombres vulgares
como los usos fueron, como él mismo dice en el prefacio de Flora medicinal, "tomados de los labios de quienes viven en la propia región de la planta medicinal".
Describió hierbas entre las que se cuentan la caminadera, como se conoce en Huila la especie Lycopodium clavatum,
que crece en las partes altas de las cordilleras colombianas y se
emplea para hacer que los niños demorados en caminar lo hagan
rápidamente. También incluyó el anamú o Petiveria alliacea que en la
Costa Atlántica es usada para fortalecer las encías, evitar la caries y
la caída de los dientes. Y no olvidó a la singular calzoncitos o Capsella bursa-pastoris, recomendada como regulador interno del organismo, astringente y para combatir enfermedades como la blenorrágia o gonorrea.
De
esta manera García Barriga se constituyó en el pionero en Colombia de
la investigación en botánica económica y medicinal. Por su obra recibió
el premio Alejandro Ángel Escobar en 1975; el premio a una vida
concedido por la Linnean Society of London en 1979; el Richard Evans
Shultes, que concede la casa farmacéutica Shaman, en 1974; la medalla
Juan N. Corpas por toda una vida dedicada a la investigación científica
en beneficio de la salud de los colombianos, en 1996; y una mención de
honor en el Premio al Mérito Científico, otorgado por la Asociación
Colombiana para el Avance de la Ciencia (ACAC) en el 2003.
{* title=Afloran los frutos}
Afloran los frutos
Tras
terminar su bachillerato en el Colegio Mayor de San Bartolomé, ingresó
a la Escuela de Agronomía y Veterinaria de Bogotá, que después se
convirtió en la Facultad de Veterinaria y Zootecnia de la Universidad
Nacional. Llevaba un año vinculado como profesor de la misma
institución cuando obtuvo su título en 1939.
Allí comenzaría a
hacer visible su capacidad propositiva y de gestión. Parecía que todo
aquello que emprendía estaba marcado por el éxito y la perdurabilidad.
En 1938 sería uno de los fundadores del Instituto Botánico, hoy
Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, que
congrega a un buen número de académicos en torno al estudio de nuestra
fauna y flora.
Un año después, fundó el primer Jardín Botánico
de Colombia, ubicado también en esta institución, y el Museo de
Historia Natural, lugar privilegiado en el que sus visitantes pueden
acercarse a la inmensa biodiversidad del país.
Cofundó en 1950
la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y su Facultad de
Ingeniería Forestal, que en 1968 le otorgó el grado de Doctor Honoris Causa.
También la Facultad de Ingeniería Agronómica de la Universidad Nacional
nació bajo su tutoría, y gracias a su orientación se creó el
laboratorio de medicinas naturales Labfarve, que hoy es reconocido por
su calidad.
{* title=Entrega mística}
Entrega mística
La manera dedicada y
rigurosa con la que siempre realizó su trabajo, tanto en el campo como
en el laboratorio, sembró en muchos de sus estudiantes la pasión hacia
la carrera, de ello dan testimonio universidades como la Nacional, la
Pontificia Javeriana, la Juan N. Corpas, la del Valle y la Distrital
Francisco José de Caldas. "Había mucha mística en García Barriga. De
hecho, una de las razones por las que me hice botánico fue por su forma
de trabajar; era muy dedicado", comenta Enrique Forero, uno de sus
pupilos.
En calidad de colega y amigo, Forero lo describe como
muy educado, un típico bogotano de acento cachaco, gentil al tiempo que
serio. "Es un caballero, una persona de esas a las que nunca se les
escucha una mala palabra". Esto se explica en parte porque la Bogotá
que lo vio nacer en 1913 inculcaba en sus hijos el fervor católico y
las buenas maneras.
{* title=Colección de saber}
Colección de saber
En
agradecimiento a su ardua labor, un género de Compositae, familia de
las margaritas, lleva su nombre: la Garcibarrigoa, con la especie
Garcibarrigoa telembina. "Este género nuevo es dedicado al botánico
viviente más antiguo del Instituto de Ciencias Naturales", reza la
dedicatoria de su colega José Cuatrecasas escrita en 1986.
Santiago
Díaz Piedrahita agregó en el año 2000 una segunda especie al género
Garcibarrigoa (G. sibundoya), y en su artículo indica que "el género
fue dedicado al profesor Hernando García Barriga, descubridor de la
especie típica y quien ha consagrado su vida al servicio del Herbario
Nacional Colombiano y al estudio de las plantas medicinales de la flora
nacional".
Desde que García Barriga salió al campo, muchas han
sido las nuevas plantas que ha descrito, ampliando de manera notable
nuestro saber sobre la naturaleza. Este prolífico académico además
reunió cerca de treinta mil colecciones botánicas, que lo convierten en
el colombiano que ha compilado el mayor número de plantas en el
territorio nacional.
Éstas se encuentran en el Herbario Nacional
Colombiano del Instituto de Ciencias Naturales, con duplicados en el
herbario del Instituto Smithsonian de Washington y en el de la
Universidad de Harvard, en donde fue profesor visitante en 1967. De
esta manera su legado traspasó las fronteras nacionales y su aporte se
puede calificar como fundamental para el saber universal de la flora
curativa.