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Investigadores luchan contra desaparición de ranas arlequines

Publicado, 30-10-2006

La Universidad de los Andes realizará estudios moleculares sobre la evolución del hongo que ha acabado con muchas poblaciones de anfibios. El fin es verificar, según la ubicación geográfica de los animales, si existe una o más cepas de dicho hongo.

Investigadores luchan contra desaparición de ranas arlequines

La primera alarma sobre la desaparición de las ranas en el mundo surgió a finales de los años 80 cuando científicos de Costa Rica y Australia reportaron la pérdida inexplicable de poblaciones enteras en lugares donde antes abundaban.

Diez años más tarde, mientras la voz corría por todo el mundo, el fenómeno comenzó a evidenciarse en otros sitios de Centroamérica, momento en el cual un grupo de herpetólogos (especialistas en anfibios y reptiles) creó la Fuerza de Tarea sobre Declinación de Poblaciones de Anfibios (Darptf), para buscar fondos y encontrar la causa de esas declinaciones o pérdidas, que ocurrían tanto en áreas protegidas como en las que no lo estaban.

“La búsqueda generó varias hipótesis acerca de las causas: La primera, la radiación ultravioleta, pero esto sólo afectaba a ciertas especies de rana de altas latitudes como Canadá. La segunda, el Fenómeno del Niño, que solo incidía en algunas poblaciones. La tercera, el hongo patógeno Batrachochytrium dendrobatidis, que generaba la enfermedad llamada Chytridiomycosis, que atacaba peces y algunas plantas, y se estaba dispersando en Centroamérica y Australia”, explica Adolfo Amézquita Torres, director del Grupo de Ecofisiología del Comportamiento y Herpetología (Gecoh) de la Universidad de los Andes, quien ha investigado las ranas desde 1988.

Este hongo se extiende a través del agua y por tanto los animales más vulnerables son los que se reproducen en quebradas, como las 100 especies de ranas arlequines del género Atelopus, endémicas (exclusivamente distribuidas) en la región neotropical (desde Costa Rica hasta Bolivia).

Los especialistas determinaron que cuando una rana se infecta, el primer órgano en afectarse es la piel porque aumenta su grosor y no permite que el anfibio respire, excrete o absorba agua. También genera problemas renales, pérdida paulatina de movilidad, parálisis general y la muerte.

“Para comprender el efecto del hongo hay que imaginar algo microscópico que está regado por el agua de un río o una quebrada y no hay forma de controlarlo. Agregar químicos sería terrible y controlarlo biológicamente con otra especie sería mucho más complicado. Por ahora estamos atados de manos. El problema es que hay muchas especies de ranas y pocos biólogos para investigarlas”, advierte Amézquita.


{* title=El hongo salta a Suramérica}
El hongo salta a Suramérica
A medida que mejoraron las técnicas para detectar la Chytridiomycosis los científicos se dieron cuenta de que esta venía propagándose como una ola y ya llegaba a Panamá. Desde hace seis años empezaron a buscar anfibios infectados en Venezuela y en Ecuador, y al encontrarlos sospecharon que el hongo ya había pasado a Colombia, que es el país con mayor número de especies de ranas Atelopus: 40 especies de ranas descritas y 9 por describir, según el biólogo Rimel Acosta Galvis, de la Universidad Javeriana.

Hace dos años, un grupo de 30 herpetólogos de los países andinos, entre los que estaban por Colombia José Vicente Rueda, José Vicente Rodríguez, investigadores de la Ong Conservación Internacional (CI), y Adolfo Amézquita, entre otros, conformaron la ‘Iniciativa Atelopus’, con el fin de hacer un inventario y monitoreo de las poblaciones de anfibios amenazados.

Paralelo a esto, Amézquita, Rueda y John Lynch, herpetólogo de la Universidad Nacional, editaron el Libro Rojo de los Anfibios de Colombia, en el que se identificaron 50 especies con algún grado de amenaza, de las cuales 10 pertenecían al género Atelopus. Por esta época también se creó el programa ‘En busca de las ranas arlequines de Colombia’ dirigido por Rueda, con participación de otros investigadores colombianos.

La primera conclusión de la Inicitiva Atelopus fue que la mayoría de las especies de ranas ya no estaban. “Fue duro saber que especies como Atelopus ebenoides y Atelopus lozanoi, de Chingaza, que yo había estudiado años atrás, habían desaparecido. En mayo pasado insistí con un grupo de estudiantes de la maestría en Ciencias Biológicas y tampoco las encontramos”, explica Amézquita.

Hoy se sabe que “en Colombia hay evidencia científica, circunstancial y anecdótica, que indica que varias especies de ranas arlequines endémicas se encuentran extintas y muchas otras experimentaron una significativa reducción de los tamaños de sus poblaciones en los últimos 15 años”, reporta CI en su publicación Miniguías de campo: Ranas Arlequines, editada en 2005 para Venzuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia.

Diagnóstico que confirma Acosta: “En el Neotrópico, se tienen reportes de que tres especies del género Atelopus se han extinguido y 62 están en peligro crítico”. En el ámbito mundial el panorama también es desalentador. Según CI en el mundo han desaparecido poblaciones de anfibios (incluidas las Atelopus) de 159 especies, 35 de ellas están extintas localmente (pueden estar en otro país) y 2 están desaparecidas para siempre.

Sobre esa desaparición de los anfibios en general, causada por el hongo, José Vicente Rodríguez, quien además es director de la Unidad de Conservación de Especies de CI de la región Andina, en la publicación Ranas Atelopus, explica: “La actual crisis de extinción que enfrenta el grupo de anfibios no tiene comparación en su historial evolutivo, ya que de las 5.743 especies registradas en el mundo, cerca del 32 por ciento se encuentran amenazadas de extinción y 337 especies están en peligro crítico. Estos niveles no se registraban en la faz de la tierra desde la desaparición en masa de los dinosaurios, ocurrida hace unos 65 millones de años”.


{* title=En qué van las investigaciones}
¿En qué van las investigaciones?
Desde hace dos años, 9 universidades –Los Andes, Javeriana, Nacional, Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), del Valle, del Atlántico, del Cauca, del Tolima y de Antioquia–, se enfocaron en conocer el estado de las poblaciones de arlequines y otras ranas en declive. Como apoyo a la investigación reciben becas de una estrategia regional financiada por la Iniciativa Darwin (programa del Reino Unido administrado por CI a través de las becas Mono Hernández). Los biólogos de esas universidades trabajan en conexión con el programa El Arca de Noé, desarrollado en los cinco países andinos, para que la comunidad rural reporte el avistamiento de especies, como las arlequines, en vías de extinción.

Como resultado de los distintos programas de búsqueda, ya se tienen siete hallazgos en cinco departamentos del país.

“Fue muy emocionante ver la rana (Atelopus ebenoides marinkellei), de tanta búsqueda uno considera que no la va a encontrar. Esta es una especie inconfundible. Una vez reportada, expertos estadounidenses confirmaron el hallazgo”, relata el biólogo Carlos Rocha de la UPTC, quien también encontró un cadáver de la misma especie que está siendo examinado por el laboratorio de histología de Medicina Legal en Bogotá, para saber si en sus tejidos hay presencia del hongo.

Tres de las siete especies halladas fueron trasladadas al Laboratorio de Conservación de Anfibios Neotropicales Andinos Amenazados de CI, ubicado en la Universidad Javeriana, creado para realizar un programa de conservación de anfibios de alta montaña. Según Acosta, las ranas están en observación y en una prueba preliminar no presentaron infecciones.

A medida que se han ido encontrando las ranas también se han investigado las condiciones ambientales de las zonas donde fueron capturadas, evaluando el estado de la población y sobre todo los factores biológicos que les han permitido sobrevivir al hongo.

De otra parte, para aportar al conocimiento de la Chytridiomycosis, varios laboratorios de la Universidad de los Andes iniciarán un estudio de biología molecular. “Verificaremos si hay variación geográfica en las características genéticas del hongo. El fin es encontrar positivos (ranas infectadas o evidencias del hongo) en áreas bajas como Chocó para compararlas a las muestras de partes altas como la región andina. Queremos detectar si hay un mismo hongo, o si ha evolucionado en dos o más cepas”, dice Amézquita, quien recorrió la zona del Chocó para tomar las muestras.

Otro estudio proyectado es la realización de un censo poblacional de ranas Atelopus en la isla Gorgona, en el Pacífico, donde no existe la infección. Este se realizará a través de una beca de CI, explica Vicky Flechas, bióloga vinculada al Departamento de Ciencias Biológicas de Uniandes.

“Pese al gran esfuerzo realizado a diario por los investigadores y al costo que genera la búsqueda de soluciones, el hongo sigue avanzando con grandes ventajas de tiempo sobre la ciencia”, opina Rueda. A esto agrega Amézquita: “Nuestros estudios son solo una manera de conocer y entender cómo está cambiando el hongo, no quiero ser pesimista, pero hasta el momento nadie ha podido controlarlo”.


{* title=Bioseguridad en trabajo de campo}
Bioseguridad en trabajo de campo
Para evitar ser portadores de Chytridiomycosis, los equipos de investigadores en campo de todo el país establecieron un protocolo de bioseguridad y desinfección de los materiales de trabajo.

Igualmente, para no sacar ejemplares del medio natural, las capturas y muestreos del género Atelopus no se están realizando con especímenes vivos sino que están utilizando mecanismos de fotoidentificación, explica el biólogo Carlos Rocha.

Por qué son importantes las ranas
· Las ranas se alimentan principalmente de insectos. Las repercusiones de su desaparición podrían ser alarmantes ya que podría aumentar la incidencia de ciertas enfermedades mortales para el hombre como la malaria, la fiebre amarilla, el dengue hemorrágico y otras, como resultado del incremento de las densidades de zancudos e insectos, a la vez que se acentuarían las plagas para los cultivos.
· Las ranas son fuente de búsqueda de medicamentos para curar enfermedades. Su piel produce sustancias (péptidos antimicrobianos) que funcionan como antibióticos y controlan el crecimiento de bacterias y hongos. Sus toxinas han sido utilizadas en neurobiología y neurofisiología para saber más sobre las neuronas.
· La desaparición de las especies de anfibios puede acarrear serios efectos colaterales sobre los ecosistemas al debilitar los ciclos de transferencia de nutrientes y las interacciones predador-presa.
· Son indicadores de la calidad ambiental. Si estas se enferman, están alertando sobre la alta degradación de los ecosistemas.

Así son las arlequines
· En el Neotrópico hay 80 especies descritas y 20 más por describir, en total 100. El 81 por ciento habita en zonas montañosas desde Costa Rica hasta Bolivia.
· Son ranas de tamaño pequeño: 20-60 mm. de longitud corporal. Las hembras son más grandes que los machos, que tienen por lo general un color distinto en el vientre. · Son diurnas y permanecen cerca de las quebradas y áreas húmedas.
· Se comunican con señales acústicas y visuales para atraer a las hembras y para congregar núcleos de machos y delimitar sus territorios.
· El apareamiento puede tardar hasta 125 días, tiempo durante el cual el macho se adhiere a la hembra para evitar que otros machos se apareen con ella.
· Se alimentan de hormigas, grillos y otros artrópodos.


{* title=Últimos hallazgos de ranas Atelopus en Colombia}
Últimos hallazgos de ranas Atelopus en Colombia
Arlequín Vientre de Fuego (Atelopus farci), encontrada por el grupo de Vicente Rueda, de CI, en Albán, Cundinamarca, en 2003. No se volvió a observar. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Imagen tomada del Libro Rojo de los Anfibios de Colombia / Conservación Internacional.

Arlequín de Guanentá (Atelopus ‘mittermeieri’) encontrada en 2004 en Encino (Santander), jurisdicción del Santuario de Fauna y Flora de Guanentá por el grupo de Rimel Acosta Galvis de la Universidad Javeriana. Categoría: No Evaluada (NE).
Foto: José Vicente Rueda.

Arlequín Negro del Cauca (Atelopus ebenoides), encontrada en enero de 2005 en el Parque Nacional Natural de Puracé (Cauca), por estudiantes de la Universidad de ese departamento. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Foto: Archivo particular.

Arlequín del Cauca (Atelopus eusebianus) encontrada por investigadores de la Universidad del Cauca, en 2005. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Imagen tomada del Libro Rojo de los Anfibios de Colombia / Conservación Internacional

Arlequín Pintado de Boyacá (Atelopus ebenoides marinkellei), encontrada por Carlos Rocha, biólogo del grupo de Estudios en Sistemas Andinos – GESA de la UPTC de Tunja, en el páramo de Toquilla – Aquitania (Boyacá) en abril de 2006. Dicha rana, de 5 centímetros de largo, es endémica y había sido vista por última vez en 1995. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Foto: Carlos Rocha

Arlequín Variegada (Atelopus laetissimus), encontrada por el equipo de la Fundación Proaves en la Reserva Natural de las Aves El Dorado, en Santa Marta, en mayo de 2006. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Foto: Juan Manuel Rengifo / Fundación Proaves

Arlequín de San Lorenzo (Atelopus nahumae), encontrada por el equipo de la Fundación Proaves en la Reserva Natural de las Aves El Dorado, en Santa Marta. A 42 kilómetros del lugar los investigadores hallaron muestras del hongo por lo que estudian estrategias en el área para evitar el contagio. Categoría: En Peligro Crítico (CR).
Foto: Juan Manuel Rengifo / Fundación Proaves

Lo común para estas especies encontradas es que las densidades de población son muy bajas. “Hallarlas es un aliciente al esfuerzo titánico que se hace a diario en el país. Hoy nuestra única esperanza de poder salvaguardar ese germoplasma es conservar parejitas de anfibios, retirarles el hongo y mantenerlas en los acuarios. Se aspira a inducir la reproducción, manejar los huevos, las crías y generar poblaciones para que una vez haya un control del hongo puedan ser liberadas”, explica Rueda.

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