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Científicos colombianos en el área de Ciencias de la Educación

Juan Carlos Vergara Silva

Publicado, 29-10-2007

Hablar de lingüística y de gramática española es lo que más sabe hacer Juan Carlos Vergara Silva, un estudioso del idioma español y es Miembro de Número de la Academia Colombiana de la Lengua.

Juan Carlos Vergara Silva
Perfil elaborado en octubre de 2007

La letra N del alfabeto es para Juan Carlos Vergara Silva la consagración de su trabajo en el idioma español; pues es precisamente esta letra la que le ha dado el honor de ser, desde el pasado 16 de julio de 2007, el Miembro de Número más joven de la Academia Colombiana de la Lengua, un puesto que ocupan los más reconocidos lingüistas, escritores e intelectuales colombianos y que son solo 29 por ser el número de las letras del alfabeto asignadas a estas sillas, y a las que se llega solo después del fallecimiento de alguno de los miembros.

El doctor Vergara, como es conocido en el ámbito universitario este facatativeño, ama los idiomas desde que tiene uso de razón. Dice que esa influencia le viene desde cuando escuchaba junto a su padre la onda corta –lo que para nosotros podría ser la Internet- en idiomas como el alemán, el francés y el inglés. De esa época recuerda profundamente las lecturas de los periódicos con los que envolvía los productos de la tienda de su padre, “eran periódicos de todas partes y en todos los idiomas. Nos los regalaba un vecino que trabajaba en una aerolínea”, una experiencia que lo indujo poco a poco a desarrollar su amor por los idiomas.

Lleva más de la mitad de su vida investigando en el campo de la lingüística, y recuerda con agrado esas etapas que lo llevaron a recorrer algunas aulas de colegios y universidades bogotanas. Fue profesor de Español y Literatura en el Colegio El Perpetuo Socorro de Fontibón, la Escuela Militar de Cadetes y el Colegio Sagrado Corazón francés, en donde también dirigió el grupo de teatro durante dos años, una afición que tiene muy guardada, que practicó durante sus años de universidad y que, además, lo emociona profundamente. Pasó por universidades como La Sabana de Bogotá, la Libre, la Pedagógica y la Autónoma de Colombia; actualmente se da el gusto de pertenecer al selecto grupo de docentes que participó en el inicio de la Maestría de Escrituras Creativas de la Universidad Nacional y de ser, desde hace unos meses, el vicerrector académico de la Universidad Autónoma de Colombia.

Con su hablar pausado, concreto y preciso, tal vez por el estudio riguroso del español, Juan Carlos cuenta sus grandes aventuras por el idioma. Uno de sus orgullos, entre muchos otros, es haber sido nombrado en el año 1994 decano del Seminario Andrés Bello, “era la posibilidad de continuar la tradición de dirigir el postgrado más importante en lingüística y literatura que existía en Iberoamérica”, explica y aduce que ese cargo lo llevó a un destino insospechado desde temprana edad.

{* title=La lengua española en toda su expresión}
La lengua española en toda su expresión

En el año 1987 se vinculó como secretario académico del postgrado del Instituto Caro y Cuervo y esto fue para Juan Carlos Vergara como estar en el paraíso. Esa etapa marcó su vida. Fueron 16 años en los que participó en proyectos como el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana en su última etapa; hizo parte del equipo redactor de la Constitución Colombiana de 1991; y durante una estadía corta en España enviado por el Instituto, participó en el Diccionario Histórico de la Real Academia de la Lengua Española, honor que le concedió el director del diccionario, Don Manuel Seco. “Me di cuenta que la lengua española más que un objeto de estudio es la lengua que nos une de una manera muy profunda, más allá de los lazos de sangre, los lazos de la lengua son más fuertes para moverse en el espacio”, dice.

La participación en el Diccionario Panhispanico de Dudas también fue para Juan Carlos la recolección de los frutos de un arduo trabajo en equipo. “El grupo que redactó el Diccionario Panhispanico de Dudas estaba integrado por gente de todos los países de habla hispana. La idea era recoger las dudas que había en la lengua española y que necesitaban una explicación común, concensuada y acordada. Revisamos unas siete u ocho mil entradas y tuve el placer de estar en todo el proyecto. El documento se entregó en el 2004”, recuerda feliz el doctor Vergara, quien recrea en su mente la semana de reunión que tuvieron los miembros de las academias, agrupadas en la Asociación de Academias de la lengua, durante su aprobación en el Monasterio de San Millán, España, lugar donde nació la lengua castellana.

 Pero tal vez la experiencia por la que más ha sentido orgullo es la de haber sido miembro de la Comisión Interacadémica para la Redacción de la Nueva Gramática Española, obra académica que no había tenido modificaciones desde 1931. Una experiencia que le ha permitido entrar en contacto con los representantes de la Nueva Gramática de Iberoamérica y España y con don Ignacio Bosque, redactor principal de la obra, miembro de la Real Academia y a quien él llama “un lingüística extraordinario”.

El primer texto base de esta Nueva Gramática se realizó con 54 capítulos en 3.000 páginas y fue aprobado en el IV Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Medellín en el 2007. Este texto dice Juan Carlos Vergara, fue enriquecido con citas de la literatura española e hispanoamericana reflejada en escritores de la talla de Gabriel García Márquez, Miguel de Cervantes, Mario Vargas Llosa, Jorge Luís Borges, Camilo José Cela y Carlos Fuentes, entre otros. Precisamente, comenta cómo el conocimiento de estos autores deber ser obligatorio para quienes quieren entrar en la vida académica y la lingüística. “El estudio de las letras va de la mano con la literatura y esa es la mejor simbiosis para tener un postgrado de calidad en el área de las lenguas”.

{* title=El papel de la educación superior}
El papel de la educación superior

Dentro del ámbito de la educación superior en Colombia, su tarea ha sido puntual y concreta. Su paso como catedrático por algunas universidades colombianas lo ha hecho reflexionar sobre el papel del nuevo profesional y su relación con el idioma español.

Como miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, en el año 2002, pronunció su discurso de posesión en donde llamó la atención de los asistentes por el descuido de la educación superior frente al uso apropiado del español. “Una persona puede tener bajas competencias en lengua española y puede llegar a terminar su carrera profesional sin ningún problema, incluso terminar una maestría o un doctorado”, explica. Para él resulta muy penoso que en Colombia se tengan controles muy estrictos para el idioma inglés, pero para el español no se tenga el mismo interés. Agrega que la formación profesional de los estudiantes tiene una alta deficiencia lingüística y gramatical, en otras palabras, una minusvalía lingüística profunda.

Sonriente habla de las múltiples veces que ha sido atacado por algunos colegas cuando defiende la importancia del español y su presencia en las áreas geográficas de habla hispana. Algunos incluso lo han llamado retardatario, anticuado y con desconocimiento del desarrollo de la ciencia y el progreso, pero él responde que aprender correctamente a hablar español es una cuestión de cultura, de compromiso con el país y de entender que no se necesita aprender una segunda lengua para moverse en el mundo, ya que el español tiene un espacio significativo en la geografía mundial que va desde México hasta el sur de la Patagonia y es la segunda lengua más importante en los Estados Unidos y el Brasil.

No en vano, el español es una de las lenguas modernas más reconocidas en el mundo y aclara: “a pesar de tener tantas diferencias léxicas, siempre nos entendemos en todos los países. No es lo mismo el vos de los antioqueños y el vos de los argentinos; el bus de lo colombianos y el camión de los mexicanos, y sin embargo nos entendemos. El español es maravilloso y a veces no vemos que lo tenemos ahí para aprovecharlo inmensamente”.

Describe a la política de aprendizaje colombiana del idioma español como débil y confusa; considera que el idioma inglés no puede estar como primera lengua por encima de la propia. “En Colombia nadie se da cuenta que una persona nacida en su territorio que no puede expresarse en su lengua propia es una vergüenza y al contrario se piensa que aprender un idioma extranjero cuando no se maneja el propio es un éxito”, explica esto con un tono de vergüenza ajena y por supuesto, sin desconocer que es un enamorado del español y que no desconoce el valor e importancia estratégica de la lengua inglesa, que también maneja a la perfección.

La realidad, insiste Juan Carlos, es que la lengua española, la que en algún momento fue considerada como el honor de Colombia, de ser el país que mejor escribía, hablaba y cuidaba el idioma español, es ahora la de ser un país que se avergüenza, en ciertos ámbitos, de su idioma. “Mi creencia es que el país debe reconocer que la formación en lengua propia es el mejor fundamento para una educación bilingüe y que mediante el desconocimiento de la lengua propia y la exaltación de la lengua extranjera lo único que estamos haciendo es el ridículo internacional”.

 Pero no solo sus aportes al idioma español han causado impacto en el mundo académico, también se evidenció cuando participó en el programa de Lenguas Modernas en la Universidad EAN. Como si lo innovador no le intimidara, cuenta con orgullo sus contribuciones a este programa; en donde su propósito era el de que los egresados no fueran solo profesores o traductores, sino que estos nuevos profesionales trabajaran como asesores de gestión empresarial, a partir de una formación en lenguas que ayudara a los empresarios a salir de su ‘parroquianismo’ y se beneficiaran de las competencias de un asesor en tecnología de las comunicaciones, en empresa y en usos efectivos de los idiomas para la gestión empresarial.

Juan Carlos se siente más que satisfecho. Repite que el recibimiento oficial que tuvo hace unos meses en el paraninfo de la Academia Colombiana de la Lengua, como Miembro de Número, lo han conmovido. Ese taburete de madera que lleva un escudo en la espalda que dice: “La lengua es la patria” y al que él jamás pensó llegar, aclara, tan joven, son su máxima realización profesional. Durante la posesión de su nuevo cargo, su discurso estuvo basado en la “Nueva Gramática de la Lengua Española como Instrumento de Integración en Hispanoamérica”. Allí señaló que el trabajo que se está haciendo sobre la nueva gramática no es solo un trabajo científico, sino un trabajo en defensa de la lengua española. “La gramática no es un libro solo para estudiar la lengua y para entenderla, sino un instrumento que va a reflejar la unión de los países hispanos, en torno a un elemento que no tiene discusión y es el de que hablamos una lengua común”, dijo en el acto.

{* title=Familia y Español}
Familia y Español

En esta charla Juan Carlos Vergara se mostró en todos su aspectos y no fue la excepción en el plano personal. Es un hombre casado desde hace 22 años con Berta, una mujer amante de las artes, vocación que continua en su hija menor de 15 años, quien ama la publicidad y la actuación, mientras que la mayor lo siguió a él en el estudio profesional de las lenguas modernas.

Se considera un lector empedernido pero no solo del área lingüística, lo hace constantemente en temas como la ciencia, la tecnología, la historia, la filosofía, la geografía, la economía, el arte, la física cuántica, entre otros temas que lo apasionan. Es un gran amigo y conversador, de esos de los que nadie quiere pederse un detalle cuando habla por sus interesantes historias con el idioma.

Y es precisamente tener ese conocimiento del idioma español lo que lo ha hecho aportar un granito de arena a la sociedad colombiana, por medio del reconocimiento de sus estudiantes universitarios. Agrega que es una responsabilidad social que siente en el corazón, así como la que aplicaron con él sus grandes maestros como Ramón de Zubiría, Ignacio Chaves, Lucía Tobón de Castro, Fernando Charry Lara, Jaime García Mafla y José Joaquín Montes Giraldo, presentes en diversos momentos de su acción profesional. “Aprender con ellos era aprender con verdaderos maestros e investigadores. Ellos me enseñaron que no se investiga por esperar un premio o por enriquecerse, al contrario uno investiga porque le nace del alma, porque lo necesita y aunque no le paguen”, y sonríe escéptico.


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